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Voto de Alexei:
9
8.2
12,073
Drama
Hacia 1930, en un pequeño pueblo de Jutlandia occidental, vive el viejo granjero Morten Borgen. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger, tiene dos hijas pequeñas y espera el nacimiento de su tercer hijo. Johannnes es un antiguo estudiante de Teología que, por haberse imbuido de las ideas de Kierkegaard e identificarse con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, ... [+]
4 de septiembre de 2007
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema de la religión nunca ha sido santo de mi devoción, y bueno, sí que he tenido mis propios conflictos interiores y mis dudas existenciales, pero hace algún tiempo que dejé de pensar en todo ello.
Por eso esta película se me antojaba aburrida o un tanto intrascendente.
Segunda película que veo de Carl Theodor Dreyer, después de la pequeña decepción que supuso para mí Dies Irae; y ahora sí, encontré las imágenes perdidas que andaba buscando. Esta obra sí es imperecedera.
Bueno, vamos a ello: Ordet se manifiesta como un gran drama sólido y profundo, donde al tema de la religión, tan poco atractivo para lo que concibo como “cinematográfico”, se le otorga un punto de vista que hace del film algo fascinante.
Son muchas cosas las que hacen de esta producción una obra de arte, pero realmente es tras esas reflexiones que afloran incesantemente donde reposa la grandeza de esta película. Se plantean las dudas y las angustias del ser humano de forma sublime gracias a un elaborado trabajo de guión donde, además, Dreyer se permite incluso esgrimir alguna respuesta a toda la oscuridad que nos rodea.
Otro de los elementos maestros de la obra es la galería de personajes que habitan en ella, al cual más interesante, destacando para mí el malogrado Johannes.
La iluminación es ahora más rica en gamas y texturas que en Dies Irae; y la ambientación es menos plana y más detallista.
La dirección se caracteriza por el uso de “cabezas calientes” (dudo que las grúas tuvieran este término entonces) y de planos secuencia que, como no, realzan las maravillosas actuaciones de los actores. Elegante, elaborada y, sobretodo, cuidada al milímetro.
Y ahora el final… sin el cual esta película no se merecería más de un 8. Al final todo encaja, como en una fina pieza de orfebrería, y los eslabones se van uniendo sin grietas ni fallas en la estructura del guión. Y el último eslabón, Johannes, supuestamente recuperado de su locura, es quien sella esta obra para la eternidad con un impresionante final lleno de emoción.
En definitiva, una obra mayor urgentemente humana y sincera, donde los intensos sentimientos esbozan unas reflexiones con poso, que trascienden más allá del cine.
Redonda.
Por eso esta película se me antojaba aburrida o un tanto intrascendente.
Segunda película que veo de Carl Theodor Dreyer, después de la pequeña decepción que supuso para mí Dies Irae; y ahora sí, encontré las imágenes perdidas que andaba buscando. Esta obra sí es imperecedera.
Bueno, vamos a ello: Ordet se manifiesta como un gran drama sólido y profundo, donde al tema de la religión, tan poco atractivo para lo que concibo como “cinematográfico”, se le otorga un punto de vista que hace del film algo fascinante.
Son muchas cosas las que hacen de esta producción una obra de arte, pero realmente es tras esas reflexiones que afloran incesantemente donde reposa la grandeza de esta película. Se plantean las dudas y las angustias del ser humano de forma sublime gracias a un elaborado trabajo de guión donde, además, Dreyer se permite incluso esgrimir alguna respuesta a toda la oscuridad que nos rodea.
Otro de los elementos maestros de la obra es la galería de personajes que habitan en ella, al cual más interesante, destacando para mí el malogrado Johannes.
La iluminación es ahora más rica en gamas y texturas que en Dies Irae; y la ambientación es menos plana y más detallista.
La dirección se caracteriza por el uso de “cabezas calientes” (dudo que las grúas tuvieran este término entonces) y de planos secuencia que, como no, realzan las maravillosas actuaciones de los actores. Elegante, elaborada y, sobretodo, cuidada al milímetro.
Y ahora el final… sin el cual esta película no se merecería más de un 8. Al final todo encaja, como en una fina pieza de orfebrería, y los eslabones se van uniendo sin grietas ni fallas en la estructura del guión. Y el último eslabón, Johannes, supuestamente recuperado de su locura, es quien sella esta obra para la eternidad con un impresionante final lleno de emoción.
En definitiva, una obra mayor urgentemente humana y sincera, donde los intensos sentimientos esbozan unas reflexiones con poso, que trascienden más allá del cine.
Redonda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
“¡Bendito sea Dios! Por fin llora”, dice el padre hacia la parte final. Dreyer, en esta película, está exigiéndolo todo de Dios, nos está hablando de una fe completa, por encima de cualquier cosa, incluso por encima de la muerte.
Johannes es el único que verdaderamente cree; todos los demás pensaron que nada podía salvar a Inger, nadie creyó verdaderamente en el poder divino. Sólo a él se le ocurrió pedirle a Dios que la salvara de la muerte, con esa fe ciega, con esa “palabra”. Es como si Dios saliera ganando, o como si su existencia pretendiera ser refutada.
En fin, un final de leyenda, hermosísimo y emotivo hasta la médula. Sobran las palabras. Hay que verlo.
“Me voy y me buscaréis. Pero donde voy yo, no podéis venir”.
Juan, 13, 33.
Johannes es el único que verdaderamente cree; todos los demás pensaron que nada podía salvar a Inger, nadie creyó verdaderamente en el poder divino. Sólo a él se le ocurrió pedirle a Dios que la salvara de la muerte, con esa fe ciega, con esa “palabra”. Es como si Dios saliera ganando, o como si su existencia pretendiera ser refutada.
En fin, un final de leyenda, hermosísimo y emotivo hasta la médula. Sobran las palabras. Hay que verlo.
“Me voy y me buscaréis. Pero donde voy yo, no podéis venir”.
Juan, 13, 33.