Aunque no es una película especialmente crítica en su superficie, excepto sus reiteradas referencias a la desastrosa Revolución Cultural, ya que la censura china continua implacable, si que denota un cierto reproche a la anómala situación de ambos lados del estrecho. Familias enteras destrozadas por una guerra que no pudieron reunirse hasta 50 años después, ilusiones destrozadas y vidas perdidas para siempre.

Wang Quan'an mezcla el drama y la comedia de una manera sutil y armoniosa dibujando un retrato de unos personajes que no han podido olvidar o superar toda una vida diferente de como la habían imaginado. La pareja de ancianos, aún enamorados, el actual marido, resignado al principio y después enfadado, el hijo que no quiere al padre que lo abandono a su pesar, pero que es honesto al no querer ni su dinero, y el resto de la familia, egoístas, quizás un reflejo de parte de la actual sociedad china, preocupada por lo material. Excepto el único personaje positivo además de los ancianos, la joven nieta, que incluso esperará a su amado 2 años a que regrese de Estados Unidos.

Una película más que interesante de un director con hechuras de gran narrador e interesado en historias corrientes y humanas en un momento de auge en China de epopeyas históricas.