La gran pregunta sobre la que se fundamenta esta película es la extraña importancia que le dan los japoneses a los bailes tradicionales hawaianos. Si señores esa es la gran cuestión, porque claro todos sabemos que salvo en el manga los japoneses no saben hacer grandes comedias (porque se supone que esto debía ser una comedia no Sang-il-san), que los momentos dramáticos quedan devaluados por la manía gestual que tan a paso cambiado nos cogerá a la mayoría de los occidentales y que mayormente (momento 100% Fiti) se basa en los momentos lacrimógenos para ganarse al espectador. Unos "momentos" que avergonzarían a la Meg Ryan de sus películas románticas.

Pero bueno después de haber dado relativamente esta tralla voy y le pongo un 6, por algo será ¿no?. Pues ese algo son los bailes, bastantes logrados al final (aunque sigamos sin entender la relación entre el alloha y el sayonara) y porque ver hacer esta película de sobremesa americana a unos japos ya es un alivio.