El intento de homenajear a Juan Ramón Jiménez (de joven Marc Clotet y de anciano Carlos Álvarez-Nóvoa, bastante mejor el segundo que el primero) con "La luz con el tiempo dentro" es bienintencionado pero se queda corto. La película repasa la vida y obra del poeta onubense, creador de "Platero y yo" (1914), a caballo entre la generación del 14 y del 27, y ganador del premio nobel de literatura en 1956. Es decir, una figura muy importante de nuestras letras pero que quizá no ha tenido el renombre de otro de sus coetáneos, tal vez por eso de lo que se le acusaba entonces, de "vivir en una torre de marfil", dedicado a su arte y ajeno a todo lo demás.

En cualquier caso, la fórmula que aplica Antonio Gonzalo, la de privilegiar la poesía de Jiménez en detrimento de la acción, en una secuencia temporal alterada, no termina de funcionar. A mi juicio, creo que hay un abuso de los parlamentos y un estatismo alarmante, ayudado por unos medios de producción muy discretos. Es decir, que lo que veremos es a los personajes desfilar por salones y demás hablando y a veces directamente recitando tal o cual poema, girando en exceso sobre las fobias o sueños de Jiménez. En cambio eventos importantes como el de la Guerra Civil se ventilan en dos o tres minutos. Me temo a que a esta biografía le falta empaque.