Seguimos viajando por el tiempo en una entrega más de las aventuras de Jessica Fletcher (Angela Lansbury), que esta vez nos lleva a la Virginia de los Estados Unidos de 1860. De tal modo que no será por una vez la protagonista la que resuelva el crimen sino una antepasada suya también muy perspicaz. Lo que indica que sus capacidades investigadoras son algo así como genéticas. Bromas aparte lo más curioso es que hubo un tiempo, más de un siglo, en el que la causa del Sur era vista como la de la libertad, el progreso y el honor, pero hoy día se le niega toda virtud aduciendo los horrores de la esclavitud negra. Sin embargo, los progres modernos no se dan cuenta de que la libertad y la esclavitud no son en absoluto incompatibles, como certifica la historia, por ejemplo, la de los Estados Unidos, en la que buena parte de sus padres fundadores revolucionarios fueron esclavistas.

Volviendo a "El último hombre libre", se trata de la penúltima película de la franquicia de "Se ha escrito un crimen" y como he comentado al principio, en esta singular historia Jessica Fletcher tendrá un rol más bien pasivo pues la trama se desarrolla en el pasado y nos conectamos con ella a través de una serie de escritos, cartas y diarios. Sin embargo, en este apartado se producen una serie de errores en la narración en tanto que se nos informa de cosas que el autor del relato jamás en la vida puede saber. Esto realmente llega a desconcertarme mucho como espectador (SPOILER). En cualquier caso, esta vez el misterio está un poco más trabajado pero a la postre, quizá también por la falta de candidatos a los que colgarle el muerto, nunca mejor dicho, es sencillo adivinar al culpable, de hecho las pistas más importantes le incriminan. Con todo, resulta entretenida, actual y aleccionadora.