La idea que subyace a la película es buena: la de una droga que anule el personaje social que todos incorporamos a diario y deje al individuo desnudo con su yo esencial, pre racional, y bla, bla, bla. Es un buen principio. Pero ahí se acaba el recorrido de valores de esta peli. La historia ya empieza bastante sospechosa, con unas interpretaciones lamentables en la primera escena. Y luego va a peor. El argumento empieza a hacer aguas, con detalles inexplicables; las escenas se van haciendo bochornosas y manidas -por ejemplo, las escenas en la discoteca son de un tópico vergonzoso; y los personajes carecen de caracterizacioón, cambiando de registro sin causa ni objetivo. El único que aguanta el tirón, tras una presentación que quiere ser impactante, pero resulta hortera a más no poder, es Justin Chatwin; Brosnan se salva un pelín apelando a la sobreactuación con el cigarrillo electrónico, en medio de escenas supuestamente eróticas (la regla que impone a los consumidores del producto mágico -imitando burdamente la prohibición bíblica de comer la manzana en el jardín del Edén- es absurda) Se suceden los despropósitos y las escenas "fuertes", en un argumento lleno de agujeros, pero lo peor es que el director no sabe cómo acabar esta majadería. Visto el tono y el arrastrarse del argumento, en este tipo de bodrios se impone un final catártico -con una venganza extra sádica sobre los personajes más detestables, como el Danny que nos "sorprende" al final-, pero el amigo Kaufman se ha quedado sin recursos -ya casi no le quedan personajes vivos- y deja la cosa desvanecerse de manera incomprensible. Tal vez para compensar esa torpeza en la resolución, añade una escena final tras los créditos, que no tiene pies ni cabeza, ni ninguna relación con la historia.