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Voto de JACHi:
7
5.3
558
Serie de TV. Animación. Acción. Aventuras. Bélico
Serie de TV (1991-1993). 2 temporadas. 26 episodios. Rolf, el maestro de armas del padre del Príncipe Valiente, llega a Camelot con una carta de su padre. El Príncipe se niega a aceptarla dolido porque su padre no aprobó su marcha a Camelot. En una disputa con el Caballero Negro; Rolf salva al Príncipe Valiente, pero resulta herido de muerte. Finalmente el Príncipe decide abrir la carta en la que su padre se disculpa y le regala un ... [+]
7 de marzo de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie no gozaba del mejor trazado, ni del mejor coloreado.
Tampoco hacía gala de una gran animación.
Ha sido olvidada por la mayoría de los que vimos aquellos primeros episodios en Televisión Española, allá por la época del Rescate del Talismán y Los osos Gummi (muy mágicos aquellos tiempos televisivos).
Pero hay algo en lo que LA LEYENDA DEL PRíNCIPE VALIENTE superaba a todas las demás series de animación del momento, o del futuro.
Y era la “intro”, el “opening”, el (como le decíamos nosotros y se entendía perfectamente) “empezar”. Ese ‘Where the truth lies’, el tema más épico, inolvidable y lleno de magia jamás compuesto para unos dibujos animados, para cualquier programa de T.V., para cualquier obra audiovisual, o para lo que sea. Era un jodido himno. Bueno, para mí, lo sigue siendo.
Sólo ver comenzar la serie, ya era casi obligado quedarse a ver el capítulo entero. ¿Y qué contenía dicho capítulo? Pues veréis, la serie evoluciona, y está claro que de buscar un público infantil al principio pasa a algo de más enjundia, más juvenil, conforme avanza la historia. Con decir que en el segundo episodio aparece un dinosaurio (¡sí, un dino, como os lo cuento!). Pero pronto la trama opta por el camino “realista/histórico”, y la magia y la fantasía –que están presentes, en cierta forma- pasan a segundo plano.
Yo he tenido la suerte de revisionarla de grande (¡los 65 episodios, incluyendo los que no se emitieron en su día!) y la palabra con que yo resumiría mis impresiones es: Educativa.
Yo no tengo hijos (y a este paso...), pero si eres un padre de los que creciste en los ’80 con críos chicos, te recomiendo fervientemente que se la pongas. El lenguaje es entendible, pero no para tontos; las tramas son más o menos complejas pero no demasiado rebuscadas (salvo en los últimos capítulos, en que la cosa se pone chunga para Camelot).
Y lo más importante. Estos dibujos poseen VALORES. Y no me voy a poner en plan “es que lo que hay ahora esto, aquello...”, bah. Cada época tiene sus códigos, supongo. Pero lo que sí veo es que los dibujos animados actuales tiran demasiado de absurdo, de fantasía loca por fantasía loca, sin otro fin que el de entretener. Lo cual está muy bien, pero eso es algo que yo he demandado ya más de mayor.
¿Qué pasa con esos dibujos en que los personajes demuestran sentimientos? Sentimientos cotidianos, palpables, creíbles... cercanos al mundo de un niño. Valiente, Rowanne y Arn se apiadan, se enfadan, se asustan, se ofenden, se alegran, se divierten, se desilusionan... Se les rompe el corazón, o se les hincha de felicidad. Interactúan. El inicio de sus aventuras es el inicio de su educación emocional. Lo cierto es que EL PRíNCIPE VALIENTE es un maravilloso juego de rol en el que podemos sentirnos identificados con Valiente (el más ambicioso y decidido, pero también el más imprudente), con Arn (el más acomplejado y humilde, pero también el más entrañable) o con Rowanne (la más soñadora y temperamental). Arturo, Merlín, Bryant, Gawayn o Ginebra son los adultos, los “amos de la mazmorra” que nos guían en esta gesta.
¿Y qué nos enseña PRíNCIPE VALIENTE acerca de Camelot, probablemente la lección esencial de toda esta historia?
Que es un sueño. Un sueño alcanzable, pero extremadamente frágil, duro de lograr y más aún de mantener. Blanco de las envidias y de los ataques de los malvados (sí, estos dibujos nos enseñan que hay gente mala), y algo imposible para los cobardes, los débiles y los perezosos. Decidme si no es importante que un niño aprenda eso.
(Sigo en spoiler.)
Tampoco hacía gala de una gran animación.
Ha sido olvidada por la mayoría de los que vimos aquellos primeros episodios en Televisión Española, allá por la época del Rescate del Talismán y Los osos Gummi (muy mágicos aquellos tiempos televisivos).
Pero hay algo en lo que LA LEYENDA DEL PRíNCIPE VALIENTE superaba a todas las demás series de animación del momento, o del futuro.
Y era la “intro”, el “opening”, el (como le decíamos nosotros y se entendía perfectamente) “empezar”. Ese ‘Where the truth lies’, el tema más épico, inolvidable y lleno de magia jamás compuesto para unos dibujos animados, para cualquier programa de T.V., para cualquier obra audiovisual, o para lo que sea. Era un jodido himno. Bueno, para mí, lo sigue siendo.
Sólo ver comenzar la serie, ya era casi obligado quedarse a ver el capítulo entero. ¿Y qué contenía dicho capítulo? Pues veréis, la serie evoluciona, y está claro que de buscar un público infantil al principio pasa a algo de más enjundia, más juvenil, conforme avanza la historia. Con decir que en el segundo episodio aparece un dinosaurio (¡sí, un dino, como os lo cuento!). Pero pronto la trama opta por el camino “realista/histórico”, y la magia y la fantasía –que están presentes, en cierta forma- pasan a segundo plano.
Yo he tenido la suerte de revisionarla de grande (¡los 65 episodios, incluyendo los que no se emitieron en su día!) y la palabra con que yo resumiría mis impresiones es: Educativa.
Yo no tengo hijos (y a este paso...), pero si eres un padre de los que creciste en los ’80 con críos chicos, te recomiendo fervientemente que se la pongas. El lenguaje es entendible, pero no para tontos; las tramas son más o menos complejas pero no demasiado rebuscadas (salvo en los últimos capítulos, en que la cosa se pone chunga para Camelot).
Y lo más importante. Estos dibujos poseen VALORES. Y no me voy a poner en plan “es que lo que hay ahora esto, aquello...”, bah. Cada época tiene sus códigos, supongo. Pero lo que sí veo es que los dibujos animados actuales tiran demasiado de absurdo, de fantasía loca por fantasía loca, sin otro fin que el de entretener. Lo cual está muy bien, pero eso es algo que yo he demandado ya más de mayor.
¿Qué pasa con esos dibujos en que los personajes demuestran sentimientos? Sentimientos cotidianos, palpables, creíbles... cercanos al mundo de un niño. Valiente, Rowanne y Arn se apiadan, se enfadan, se asustan, se ofenden, se alegran, se divierten, se desilusionan... Se les rompe el corazón, o se les hincha de felicidad. Interactúan. El inicio de sus aventuras es el inicio de su educación emocional. Lo cierto es que EL PRíNCIPE VALIENTE es un maravilloso juego de rol en el que podemos sentirnos identificados con Valiente (el más ambicioso y decidido, pero también el más imprudente), con Arn (el más acomplejado y humilde, pero también el más entrañable) o con Rowanne (la más soñadora y temperamental). Arturo, Merlín, Bryant, Gawayn o Ginebra son los adultos, los “amos de la mazmorra” que nos guían en esta gesta.
¿Y qué nos enseña PRíNCIPE VALIENTE acerca de Camelot, probablemente la lección esencial de toda esta historia?
Que es un sueño. Un sueño alcanzable, pero extremadamente frágil, duro de lograr y más aún de mantener. Blanco de las envidias y de los ataques de los malvados (sí, estos dibujos nos enseñan que hay gente mala), y algo imposible para los cobardes, los débiles y los perezosos. Decidme si no es importante que un niño aprenda eso.
(Sigo en spoiler.)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cierto es que el número de conspiraciones que se dan a lo largo de los sesenta y cinco episodios es un tanto reiterativo... Y el número de veces que estas conspiraciones quedan al descubierto por alguien que casualmente caminaba por el pasillo y escuchó las intrigas también un pelín exagerado.
Así mismo, se repiten las partidas de ajedrez absurdas, las veces que Valiente se encorajina y no atiende al consejo que le dan sus superiores... Y sobre todo, la cantidad de ocasiones que tienen Arturo y sus caballeros de ajusticiar a Mordred (el gran antagonista) pero no lo hacen por compasión o por “no rebajarse a su nivel” también se hace algo insoportable.
Y otra cosa en lo que la serie insiste muchísimo: nadie es del todo como parece, todos tienen una fachada y esconden un secreto sucio, que por supuesto, termina descubriéndose.
A los niños les gustan las cosas repetitivas (no tiene sentido si no que DRAGON BALL haya cosechado tamaño éxito). Y por tanto, que vayáis a escuchar bastante veces al Rey Arturo decir ‘Camelot ha de firmar un tratado de paz con el reino de...’ no debe alarmaros. Lo que sí echará para atrás a los niños de hoy en día puede que sea la animación. Valiente y compañía gesticulan más bien poco. Todos los personajes tienen la misma cara el 99% del tiempo, y no hay mucho espectáculo visual en las narraciones. Si tus chicos no se dejan engañar por los fuegos de artificio, y saben apreciar el contenido verdadero de las cosas, entonces estoy seguro de que esta serie no se les olvidará fácilmente.
A mí, siendo un serie técnicamente mediocre, y en plena competencia con los mangas de finales de los ochenta y principios de los noventa que arrasaban en la tele de entonces, llegó a calarme hasta el día de hoy. Y eso que jamás (que yo recuerde) la repusieron.
Algo tendría.
Así mismo, se repiten las partidas de ajedrez absurdas, las veces que Valiente se encorajina y no atiende al consejo que le dan sus superiores... Y sobre todo, la cantidad de ocasiones que tienen Arturo y sus caballeros de ajusticiar a Mordred (el gran antagonista) pero no lo hacen por compasión o por “no rebajarse a su nivel” también se hace algo insoportable.
Y otra cosa en lo que la serie insiste muchísimo: nadie es del todo como parece, todos tienen una fachada y esconden un secreto sucio, que por supuesto, termina descubriéndose.
A los niños les gustan las cosas repetitivas (no tiene sentido si no que DRAGON BALL haya cosechado tamaño éxito). Y por tanto, que vayáis a escuchar bastante veces al Rey Arturo decir ‘Camelot ha de firmar un tratado de paz con el reino de...’ no debe alarmaros. Lo que sí echará para atrás a los niños de hoy en día puede que sea la animación. Valiente y compañía gesticulan más bien poco. Todos los personajes tienen la misma cara el 99% del tiempo, y no hay mucho espectáculo visual en las narraciones. Si tus chicos no se dejan engañar por los fuegos de artificio, y saben apreciar el contenido verdadero de las cosas, entonces estoy seguro de que esta serie no se les olvidará fácilmente.
A mí, siendo un serie técnicamente mediocre, y en plena competencia con los mangas de finales de los ochenta y principios de los noventa que arrasaban en la tele de entonces, llegó a calarme hasta el día de hoy. Y eso que jamás (que yo recuerde) la repusieron.
Algo tendría.