Mis últimas diez críticas han sido dedicadas a lo que para mí eran los esperpentos cinematográficos y audiovisuales más dolorosos y trágicos que he tenido el disgusto de contemplar en todos estos años de incondicional afición al mundillo. Y debo decir, acabada tan ingrata tarea, que me sentí hecho polvo, triste, desanimado y confuso.
Es por esto que necesitaba como el aire desahogarme viendo alguna de esas pelis no de estas que dices 'eh, qué guay, vamos a verla' o 'es interesante, me ha gustado mucho', no. Yo requería una película con mayúsculas, UN PELICULóN, una obra maestra, una cinta que desde el primer fotograma hasta el ultimísimo me recordara que todavía existen cosas en la tierra por las que merece la pena seguir respirando. Por las que merece la pena, no sé... hasta LUCHAR.
En este filme, todos y cada uno de los elementos que lo componen (música, texto, historia...) están puestos para elevarnos por encima de las estrellas; para aliviar nuestras cargas espirituales; para obligarnos a no olvidar* lo que somos, o lo que podemos llegar a ser.
Al igual que el aficionado a las drogas consume sustancias alucinógenas para obtener a través de su cuerpo y de su mente sensaciones extremas, yo me pongo el DVD de EXCALIBUR para que todos mis cabellos se ericen y la piel se me ponga de gallina al escuchar 'O Fortuna' con los caballeros de la Mesa redonda cabalgando; o 'Parsifal' y 'Tristán e Isolda' amenizando esos cuadros perfectos de un país remoto, antiguo y virgen, ya destruido u olvidado.
Hay dos reacciones posibles cuando uno ve EXCALIBUR: o bien se aburre por culpa del "poético" ritmo de ciertas partes de la película, y por el aire ciertamente cutre-salchichero de ciertas escenas de acción; o bien, mira más allá y se queda hipnotizado y con las lágrimas cayéndosele de admirar tanta belleza. Si alguna vez yo he estado cerca de padecer el curioso síndrome de Stendhal, ha sido a causa de la contemplación de esta maravilla.
No es para verla con los amigos, es para disfrutarla solo. O quizá lo diga porque me avergüenza que mis amigos me vean con los ojos llorosos.
spoiler:
* Merlin lo recuerda en una escena, "desgraciadamente, la perdición del hombre es el olvido". Que por cierto, Merlin tiene unas cuantas frases que te dejan en el sitio. Es como si fuese la voz de nuestra conciencia. Merlin conocía el futuro, pero no podía cambiarlo, y ni siquiera se atrevía a intentarlo. Deberíamos aprender de esto.
Si me permitieran elegir a mí con qué escena cerraría la historia universal del cine, lo haría con la secuencia final en la que Perceval arroja la espada al lago, y el brazo de la Dama lo recoge junto a la explosión del más épico e inconmesurable Wagner, que de permitírsele ver esta obra de arte, lloraría al comprobar cómo su música se ha aprovechado de forma tan elegante, genial y emocionante como en EXCALIBUR. Al terminar de ver este prodigio, me parece imposible no sentir el deseo de lanzarse a la búsqueda de los propios sueños, ya sea convertirse en rey del planeta, ya sea decirle a ese alguien especial lo que sientes por él/ella y conquistar su amor aunque para ello tengas que adentrarte en los infiernos y enfrentarte tú sólo contra todos los demonios de la Creación. Tal es la fuerza de esta película, tal es su poder. Ese y no otro es el poder de Excalibur.