Hay gente que sólo sabe golpear. A la gente que ama. A los que odia. Para trabajar. Incluso para decir lo siento. A golpes crecieron, y a golpes andan por la vida.

Magistral interpretación del actor principal (quedarse tan solo con el más de centenar de veces que dice "Puta" a lo largo del filme, sería no ver el trabajo que despliega para construir ese personaje tan humano y repelente a la vez), reconvertido para la ocasión en director a partir de un guión suyo. Para financiar el filme, llego a hipotecar su casa.

Se respira un aire viciado, donde no parece que haya escapatoria a la espiral de violencia en la que parecen atrapados todos los personajes. Y es que, de siempre la violencia engendra violencia, y una vez dentro de ella, ya no hay salida posible. Los personajes andan a golpes como forma de vida. Con Miedo. Y redención. Todos los personajes buscan perdonarse así mismo o a los demás. Pocos podrán conseguirlo. Pegar es más fácil.

La película puede llegar a ser reiterativa en todo lo anterior mencionado. Pero entonces llega la parte final. Y uno se queda clavado en la butaca, viendo a esa niña reír, viendo a esa niña llorar..."Puta loca".

Nunca una declaración de amor tuvo en esas dos palabras mayor significado para esa alma en pena. A algunos nadie le enseñó a decir "te quiero". Salvo a golpes.

Recomendable visión a pesar de su duración y de cierto estancamiento en la parte central. Película ganadora muy merecida del BAFF.