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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Animación. Comedia. Aventuras Ninjago ha estado en paz desde que los ninjas vencieron a Ronin, sin embargo, cuando un desaparecido señor de la guerra vuelve para reclamar la piedra de los elementos, los ninjas tendrán que juntarse con Sensei, Samurai, dragones y luchadores elementales para luchar contra los brujos, guerreros fantasma y la misteriosa liga de los ninjas silenciosos. (FILMAFFINITY)
16 de septiembre de 2017
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Para qué jugamos?
Seguramente esta fuera la pregunta que se hicieron los creadores de este particular universo de ladrillos Lego cuando empezaron a edificarlo, conscientes de que se puede entretener sin dejar de explorar lo que los hace únicos.
Con esa simple pregunta, que no hacía falta hacerse (merece la pena recordarlo), dejaron atrás la simple explotación de marca, y lograron crear un humor surrealista y metarreferencial, dejando claro que estas aventuras suceden en las mismas manos de sus propios creadores.
Sin embargo, tenía que llegar el momento en que el perro se mordiera la cola, simplemente porque la originalidad sucede una vez, y se puede desgastar a fuerza de querer repetirla.

'La Lego Ninjago Película', pese a todo, empieza con una idea original: el viaje del héroe sometido al drama paternofilial, cambiando los papeles de adolescente arrogante y tutor decepcionado, de manera que la resolución entre ambos vaya a necesitar más esfuerzo que una simple lucha ninja.
Lloyd y Garmadon son padre e hijo, pero también héroe y enemigo, porque el segundo no para de atacar la isla de Ninjago con robots cada vez más terroríficos y el primero suele impedirlo casi cada día oculto bajo la identidad del Ninja Verde, mientras sus amigos y compañeros de misión esquivan el espinoso tema de su parentesco.
Pero pasa que Garmadon es, simple y llanamente, un idiota irresponsable que disfruta intimidando a la gente, y su hijo un chico quizás demasiado sensible, que todos los días tiene que aguantar a un padre malvado que ni siquiera siente vergüenza por serlo: primera bala del plomizo trauma familiar superada; quién nos iba a decir que la estupidez es más tóxica que la maldad.

El problema de esta Lego película es que retuerce y alarga esa idea demasiado tiempo, sacándole tanta punta cómica en el ansia de ser original que al final todo se reduce a otro acercamiento de lo más típico entre ambos (el clásico "no somos tan diferentes de lo que parecemos", el "hagamos cosas juntos" de siempre...), y cuando una parodia se transforma en lo que está parodiando es que ni sus propios guionistas sabían de que estaban hablando.
Aún con todo, y aunque esa historia principal pueda cansar, el otro principal atractivo está en el mundo Ninjago: un fuego cruzado de colores y texturas, alambicado en todo tipo de referencias orientales, sin ningún tipo de vergüenza para explotar las películas baratas de kung-fú o los vídeos musicales de grandes onomatopeyas.
Otra profecía del Elegido y otra exaltación del amor familiar se pueden pasar por alto si vienen en un envoltorio tan atractivo, con el género "kaiju" presentado de manera doméstica (descacharrante, el mejor golpe de humor) o con el tópico "sabio oriental" bajo la forma de un viejo cachondo que usa el tema principal de 'Annie' como melodía motivadora.

Durante gran parte de la película, se abusa del ruido y el caos para llenar la pantalla, forzando la maquinaria para que los lugares comunes queden enterrados en humor autoconsciente, y es solo cerca del final cuando se vuelve a recuperar algo de la originalidad inicial.
Porque a esta historia se le olvida que mejor funciona cuando más rompe sus esquemas, y nada mejor para eso que (sin revelar mucho) presentar un tenebroso fin de viaje como la cima de lo cálido y familiar, y encima luego tener el valor de limar el antagonismo entre sus protagonistas para plantearse que es duro cambiar cuando se lleva toda una vida siendo igual.
Aparte queda una bonita moraleja que va en contra de todas las batallas multitudinarias que hemos visto, irónicamente las que más se replican al jugar, haciendo que se nos pase por alto la habilidad creadora que siempre se ejercita para que cobren vida: a menudo las mayores habilidades no tienen que ser evidentes, y pueden estar ocultas bajo formas discretas, sin dejar de ser extraordinarias.

¿Para qué jugamos entonces?
Probablemente para eso mismo, para disfrazar dramas con vivos colores e impresionantes poderes, y crear un mundo donde el Bien vence al Mal siempre, aunque eso no sea tan fácil normalmente.
Y ahí está el acierto de este relato ninja, mostrando que siempre existen caminos más difíciles, y que, independientemente de nuestra edad, no hay que tener miedo de transitarlos.

Todo lo demás, por suerte, seguirá siendo pura aventura.
Charles
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