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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Documental Explora los últimos 15 años de vida de Orson Welles, incluyendo material sobre "The Other Side of the Wind", la película que dejó sin terminar. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguen hablando los testigos de su genio, y no por hablar lo dejan más claro.
Es curioso comprobar cómo entre este documental y la película a la que sirve de complemento, 'Al Otro Lado del Viento', no existen grandes diferencias: ambas son estelas tras el meteórico paso de un artista gigantesco, buscando una comprensión no nublada por el asombro que provocaban.
Y, al igual que aquella, aquí las palabras se amontonan, se entierran una encima de la otra, dejando una sensación de gesta inútil al tratar de contener la experiencia completa.

'Me Amarán cuando esté Muerto' podría ser el chupito tras una copiosa comilona: fuerte, solitario, insuficiente pero grato de ser saboreado.
Apenas un copia y pega de llamadas telefónicas, conversaciones e intercambios que nunca existieron, porque solo la cámara podría hacerlos creíbles: sus editores rapiñan aquí y allá, fragmentos de radio o audios de Orson Welles, Peter Bogdanovich y Gary Graver, superpuestos a "lo que dicen que dijeron", porque este monstruo de Frankenstein perdería frescura si estuviera exitosamente finalizado.
Una decisión anti-documental, no capturando la verdad tal cual es, que sin embargo no podría evocar más perfectamente el método Welles de afrontar el cine, y por extensión la vida.

Montaba, filmaba, cortaba, remontaba y vuelta a empezar.
Sus colaboradores eran sus musas, eran sus estrellas, eran sus espejos, eran sus plañideros.
"El genio responsable de Ciudadano Kane" vendían, y todo el mundo se acercaba para encontrar un capitán de barco con pico de oro al que era muy difícil decir que no.
Era como un vórtice, lo absorbía todo, dicen, a un hábitat artístico poblado por el séquito que grababa sin cesar, sin nunca saber qué se iba a contar.

Qué importa, dice Welles.
"Es más interesante estar aquí discutiendo la película contigo que ponerme a filmarla" le dice a una periodista, y me viene a la cabeza eso que dicen de que la vida es el eterno ensayo de una obra que nunca se estrenará.
Cuando amigos, productores, convidados de piedra y hasta todo Hollywood en celebración de su persona le dió la espalda, él siguió sin estrenar una mierda: eso habría sido admitir que hay un final, que acabaría de decir lo que tuviera que decir, como si la película le estuviera soñando a él y no al revés.

Hay aquí una poética sobre no abandonar, sobre el fascinante escenario de una obra sin final, con la que es complicado no encariñarse.
Cuántos felices accidentes, cuántos diálogos por descubrir.
Pero, al final, Welles era humano, y no podía esquivar ni la propia muerte... ¿o quizá sí?
Su nueva película es carne de conversación en los círculos especializados, y hasta yo estoy viendo este documental sobre lo que pasó: no ha terminado, seguimos siendo otros los protagonistas de su obsesión, absorbidos por el vórtice del legado que dejó.

Si tan solo hubiera una cámara...
Seguro sería él, muerto de risa llorosa como en el plano final, el que nunca nos diría "¡corten!".
Charles
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