Aunque sea el último en aparecer en los títulos de crédito, Terry O'Quinn es la pieza más importante del edificio Drake de Nueva York. Se trata de una antigua manzana de apartamentos en la que suceden muchas cosas extrañas, y el calvo que fuera John Locke en la mítica "Perdidos" no solo es el dueño sino que manipula las vidas de sus inquilinos con sus poderes sobrenaturales. Aunque no se especifica, desde el episodio piloto se ve que este personaje es un demonio en su forma de actuar, ofreciendo a la gente lo que más quiere a cambio de un alto precio.
Rachael Taylor es la joven administradora que llega al edificio y empieza a investigar sus misterios intentando descubrir la verdad.
Hay fantasmas, asesinatos, puertas interdimensionales y pactos diabólicos.
La serie es una mezcla de muchas cosas, pero sabe combinar bien todos los elementos con los que juega y termina dando un buen resultado.
Consigue varias cosas de las que muchas series deberían aprender:
- Enganchar desde el primer capítulo
- Dar ganas siempre de ver el siguiente para saber como continúa
- Mantener un buen ritmo en los acontecimientos y no perder el tiempo con subtramas vacías.
Con esos tres elementos, poco importa que ni los actores ni los efectos especiales sean sobresalientes.
Me recuerda por momentos a la gran "Pactar con el diablo" y también un poco a "La tienda" de Stephen King.
Lamentablemente la audiencia no respondió y la cosa se quedó en unos 13 capítulos que se antojan un poco escasos para el potencial que tenía. De todas formas el final no es tan abierto como en otros casos y las tramas quedan relativamente cerradas.