Un biopic en hazañas como la del Gran Secretariat puede permitir el manejo de sensibilidades que pudieran llevar al espectador a un paso mas allá del entretenimiento. El director no logra esto en mi opinión, hace todo muy superficial y predecible y pierde la gran oportunidad en profundizar con los sentimientos de los personajes, jugar en las posiciones antagónicas de la clase alta del país y explotar a Secretariat en el espíritu que en la vida real transmitió en una etapa de crisis en la sociedad norteamericana. Diane Lane se muestra poco regia y contrasta con la verdadera Penny Chenery, mas allá de mostrar la osadía en una decisión arriesgada. La leyenda de Secretariat se desvanece por la frialdad de los actores, tal es el caso de Scott Glenn, sinónimo de apatía, y un John Malkovich poco creíble. Y para los que piensan que el guión no ayuda, los llevo al ejemplo de Seabiscuit la película, que nos mostró como un grupo de actores pueden transmitir el drama y las sensaciones adecuadas en un torbellino de matices mostrados por cada interpretación (claro que
hablando de Bridges, Maguire, Elizabeth Bank y un enorme Chris Cooper es una segura combinación de éxito).
Como no todo puede ser tan mediocre y menos en la factoría de Disney, me gusto el juego de cámaras en la primera carrera que gana el caballo, vale la pena notar la perspectiva del jinete en carrera en una forma muy original, pero que no se explota mas en el resto de la película, es una lastima para los amantes del hipismo que valoraran este recurso que es inusual en este tipo de películas y en la industria del periodismo hípico actual...una vez mas, es un aspecto técnico nada mas. Al final lo que me quedo es con un sabor a homenaje al mejor caballo de todos los tiempos.....nada mas.