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Drama
Cosmo Vitelli, un veterano de la Guerra de Corea (1950-1953) con deudas de juego, posee un local de striptease en Las Vegas. Cuando pierde 23.000 dólares en una partida ilegal, sus acreedores le sugieren que pague la deuda con un asesinato. (FILMAFFINITY)
3 de enero de 2010
34 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Octavo largometraje de John Cassavetes (“Shadows”, “Faces”, “Opening Night”). El guión, del propio realizador, se basa en evocaciones autobiográficas. Se rueda en los barrios marginales de NYC con un presupuesto modesto. Producido por Al Ruban para Faces Distributing Corporation, se estrena el 15-II-1976 (NYC).
La acción dramática tiene lugar a lo largo de unas pocas semanas en L.A. y alrededores, en 1975. Cosmo Vitelli (Gazzara), ex veterano de la Guerra de Corea (1950-53), solitario, orgulloso y enigmático, de pocas palabras y adicto al juego, es titular único del local/teatro Crazy Horse West, de variedades y striptease, en cuyos números de “Music hall” trabajan Mr. Sophistication (Roberts) y las chicas Rachel (Johari), Sherry (Fredlund), Carol (Warren) y otras. Se relaciona con un grupo mafioso de L.A., integrado por los gángsters John (Woodward), Flo (Carey), Marty Reitz (Ruban), Mort Weil (Cassel) y otros. El corredor de apuestas ilegales (Hugh) pertenece a la mafia china.
El film suma crimen, drama y thriller. Construye un retrato emotivo e intenso del universo “underground” de una gran ciudad americana a mediados de los años 70, que sirve como medio para componer una alegoría de su experiencia personal como realizador, actor, guionista y productor de cine. A través de Cosmo Vitelli, su “alter ego”, Cassavetes glosa la lucha por mantenerse libre e independiente y resistir las dificultades que obstaculizan la realización de sus sueños, aspiraciones y ambiciones. El espectáculo de “Music hall”, sus personajes y los actores y actrices que les dan vida, constituyen el centro emocional de su vida: es lo que más quiere y lo único que le importa. Por lo demás, los números del espectáculo reflejan sus valores e ideales: el realismo descarnado y popular, la excentricidad, la decadencia “kitsch”, la espontaneidad, el erotismo, la sensualidad, la plurirracialidad, etc. Hace profesión de su amor al espectáculo: variedades, cabaret, baile, teatro y cine.
El film nos habla de varios temas adicionales, como la concepción del proceso creativo del arte, la relevancia de la autoría, las luchas y el esfuerzo del artista, los sueños de los creadores, la brevedad del tiempo y la finitud de la vida humana, la utilidad de las metáforas y las representaciones, el poder de las ideas, la trascendencia del esfuerzo personal, etc.
El guión presenta una buena construcción y definición de los caracteres, que se presentan creíbles y matizados. El ritmo acusa irregularidades a causa de un montaje no exento de brusquedades y la tendencia del autor a alargar, a veces exageradamente, las escenas, como los “shows”, las intervenciones de Mr. Sophistication y otras. La acción se desarrolla en ambientes preferentemente oscuros, cerrados y nocturnos, que recuerdan los del cine negro clásico. Añade escenarios indefinidos (cortados por cortina, panel, fondo neutro...), marginales y deteriorados (calles de noche), solitarios, malolientes y sucios.
La acción dramática tiene lugar a lo largo de unas pocas semanas en L.A. y alrededores, en 1975. Cosmo Vitelli (Gazzara), ex veterano de la Guerra de Corea (1950-53), solitario, orgulloso y enigmático, de pocas palabras y adicto al juego, es titular único del local/teatro Crazy Horse West, de variedades y striptease, en cuyos números de “Music hall” trabajan Mr. Sophistication (Roberts) y las chicas Rachel (Johari), Sherry (Fredlund), Carol (Warren) y otras. Se relaciona con un grupo mafioso de L.A., integrado por los gángsters John (Woodward), Flo (Carey), Marty Reitz (Ruban), Mort Weil (Cassel) y otros. El corredor de apuestas ilegales (Hugh) pertenece a la mafia china.
El film suma crimen, drama y thriller. Construye un retrato emotivo e intenso del universo “underground” de una gran ciudad americana a mediados de los años 70, que sirve como medio para componer una alegoría de su experiencia personal como realizador, actor, guionista y productor de cine. A través de Cosmo Vitelli, su “alter ego”, Cassavetes glosa la lucha por mantenerse libre e independiente y resistir las dificultades que obstaculizan la realización de sus sueños, aspiraciones y ambiciones. El espectáculo de “Music hall”, sus personajes y los actores y actrices que les dan vida, constituyen el centro emocional de su vida: es lo que más quiere y lo único que le importa. Por lo demás, los números del espectáculo reflejan sus valores e ideales: el realismo descarnado y popular, la excentricidad, la decadencia “kitsch”, la espontaneidad, el erotismo, la sensualidad, la plurirracialidad, etc. Hace profesión de su amor al espectáculo: variedades, cabaret, baile, teatro y cine.
El film nos habla de varios temas adicionales, como la concepción del proceso creativo del arte, la relevancia de la autoría, las luchas y el esfuerzo del artista, los sueños de los creadores, la brevedad del tiempo y la finitud de la vida humana, la utilidad de las metáforas y las representaciones, el poder de las ideas, la trascendencia del esfuerzo personal, etc.
El guión presenta una buena construcción y definición de los caracteres, que se presentan creíbles y matizados. El ritmo acusa irregularidades a causa de un montaje no exento de brusquedades y la tendencia del autor a alargar, a veces exageradamente, las escenas, como los “shows”, las intervenciones de Mr. Sophistication y otras. La acción se desarrolla en ambientes preferentemente oscuros, cerrados y nocturnos, que recuerdan los del cine negro clásico. Añade escenarios indefinidos (cortados por cortina, panel, fondo neutro...), marginales y deteriorados (calles de noche), solitarios, malolientes y sucios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Son escenas notables la pelea de Rachel y una bailarina debutante, el pago inicial de una deuda de juego, los números de cabaret, la llamada telefónica de Cosmo al encargado del local, la avería del coche en plena autopista de salida de L.A., la ambigua escena final y otras.
La banda sonora, de Bo Harwood, ofrece una partitura breve que hace funciones simples de acompañamiento en momentos puntuales. Incluye una canción original: “Rainy Fields of Frost and Magic”. Como música añadida adapta 2 canciones populares: “I Can’t Give You Anything but Love” e “Imagination”, que la versión doblada presenta en español. La fotografía, de Al Ruban ("Faces", 1968) y Mitch Breit, en color, presenta un movimiento ininterrumpido de la cámara, travellings que subrayan la centralidad del protagonista, abundantes planos cortos y luces de fuerte contraste. La estética que inspira las imágenes es sinceramente realista con reminiscencias expresionistas y afición al “kitsch”.
Bibliografía
- Jonathan ROSENBAUM, “The Killing of A Chinese Bookie”, ‘1.001 películas que hay que ver antes de morir’, Grijalbo ed., pág. 613, Barcelona 2006.
- Juan E. LAGORIO, “The Killing...”, ‘Miradas de Cine’, nº 41, agosto 2005.
La banda sonora, de Bo Harwood, ofrece una partitura breve que hace funciones simples de acompañamiento en momentos puntuales. Incluye una canción original: “Rainy Fields of Frost and Magic”. Como música añadida adapta 2 canciones populares: “I Can’t Give You Anything but Love” e “Imagination”, que la versión doblada presenta en español. La fotografía, de Al Ruban ("Faces", 1968) y Mitch Breit, en color, presenta un movimiento ininterrumpido de la cámara, travellings que subrayan la centralidad del protagonista, abundantes planos cortos y luces de fuerte contraste. La estética que inspira las imágenes es sinceramente realista con reminiscencias expresionistas y afición al “kitsch”.
Bibliografía
- Jonathan ROSENBAUM, “The Killing of A Chinese Bookie”, ‘1.001 películas que hay que ver antes de morir’, Grijalbo ed., pág. 613, Barcelona 2006.
- Juan E. LAGORIO, “The Killing...”, ‘Miradas de Cine’, nº 41, agosto 2005.