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Voto de Miquel:
8
7.7
1,003
Drama
La Última Orden se inspira en una historia supuestamente real, que se atribuye a Ernst Lubitsch. Su protagonista es un aristócrata zarista arruinado que, tras la Revolución Soviética, acaba recalando en Hollywood, donde trabaja como extra en una película que narra los convulsos días de la Revolución de 1917, y en la que encarna a un personaje cuya vida es idéntica a la suya. Esta extraña e insólita situación hace que afloren a su ... [+]
10 de septiembre de 2012
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje mudo realizado por Josef von Sternberg (1894-1969) (“Los muelles de Nueva York”, 1928). El guión, de John F. Goodrich, desarrolla un argumento de Lajos Biro y Josef von Sternberg, basado parcialmente en hechos reales protagonizados por el militar zarista residente en Hollywood general Theodore A. Lodijensky. Se rueda en 5 semanas en los platós de Paramount Studios (Hollywood, L.A, CA). En la primera gala de los premios de la Academia de Cine obtiene el Oscar al mejor actor (Jannings). Producido por Adolph Zukor, Jesse L. Lansky y B. P. Schulberg para Paramount Pictures, se estrena el 22-I-1928 (NYC, NY).
La acción dramática tiene lugar en Hollywood en 1927 y en Rusia en 1917. El general zarista Sergius Alexander Delgorucke (Jannings), en posesión del título nobiliario de Gran Duque, es primo del zar y jefe del Ejército. Al triunfar la revolución rusa de 1917, huye del país y se exilia en Hollywood, donde trabaja como extra. En Rusia conoce a Lev Andreyev (Powell), director del teatro imperial de Kiev, y a Natalia Dobrova (Brent), renombrada revolucionaria. El general es ambicioso, presumido y de buen corazón. Lev es hábil, inteligente y vengativo. Natalia es extremista, enamoradiza y maestra en el arte de fingir.
El realizador desarrolla una narración sorprendente, rica en figuras narrativas. Observa la realidad para huir de ella con el propósito de transformarla de acuerdo con sus postulados naturalistas y sus preferencias. A Sternberg no le interesa el realismo, sino la transformación de la realidad, que acota a su conveniencia, estiliza según sus necesidades narrativas y simplifica para extraer de ella belleza y emoción estética. Los medios de trabajo que utiliza en la obra que comentamos son el recuerdo, la evocación y otros. El concurso de estos elementos convierte la realidad en una instancia con una fuerte carga de fantasía y ficción.
El discurso narrativo del film se despliega en diversos planos paralelos, hace uso de comparaciones y paralelismos, se sirve de espejos que duplican imágenes, enfrenta visiones subjetivas contrapuestas, muestra espejos que generan ensueños, presenta objetos cuya visión confunde a los personajes, etc. Sternberg justifica de este modo la irrupción del ensueño y la quimera en el relato, que de ese modo moldea a placer. Por lo demás, algunos personajes actúan fingiendo para conseguir objetivos distintos de los aparentes a ojos del espectador o de otros personajes de la escena. Adviértase la importancia que tienen la medalla y otros objetos. Préstese atención al juego de apariencias que se da en varias escenas del film.
La acción dramática tiene lugar en Hollywood en 1927 y en Rusia en 1917. El general zarista Sergius Alexander Delgorucke (Jannings), en posesión del título nobiliario de Gran Duque, es primo del zar y jefe del Ejército. Al triunfar la revolución rusa de 1917, huye del país y se exilia en Hollywood, donde trabaja como extra. En Rusia conoce a Lev Andreyev (Powell), director del teatro imperial de Kiev, y a Natalia Dobrova (Brent), renombrada revolucionaria. El general es ambicioso, presumido y de buen corazón. Lev es hábil, inteligente y vengativo. Natalia es extremista, enamoradiza y maestra en el arte de fingir.
El realizador desarrolla una narración sorprendente, rica en figuras narrativas. Observa la realidad para huir de ella con el propósito de transformarla de acuerdo con sus postulados naturalistas y sus preferencias. A Sternberg no le interesa el realismo, sino la transformación de la realidad, que acota a su conveniencia, estiliza según sus necesidades narrativas y simplifica para extraer de ella belleza y emoción estética. Los medios de trabajo que utiliza en la obra que comentamos son el recuerdo, la evocación y otros. El concurso de estos elementos convierte la realidad en una instancia con una fuerte carga de fantasía y ficción.
El discurso narrativo del film se despliega en diversos planos paralelos, hace uso de comparaciones y paralelismos, se sirve de espejos que duplican imágenes, enfrenta visiones subjetivas contrapuestas, muestra espejos que generan ensueños, presenta objetos cuya visión confunde a los personajes, etc. Sternberg justifica de este modo la irrupción del ensueño y la quimera en el relato, que de ese modo moldea a placer. Por lo demás, algunos personajes actúan fingiendo para conseguir objetivos distintos de los aparentes a ojos del espectador o de otros personajes de la escena. Adviértase la importancia que tienen la medalla y otros objetos. Préstese atención al juego de apariencias que se da en varias escenas del film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
El realizador no solo cuenta una historia movida y conmovedora. Ironiza ingeniosamente sobre el trato que reciben los trabajadores de Hollywood, los niveles de despersonalización que sufren, etc. Ironiza sutilmente sobre los defectos, caprichos y abusos de la aristocracia en Rusia y de altos ejecutivos en América. A penas hace uso del humor, pero abundan los toques de ironía sutil e ingeniosa. La interpretación sobresaliente de Jannings, en un papel cortado a su medida, le valió el primer Oscar al mejor actor.
La fotografía, de Bert Glennon (“La diligencia”, Ford, 1939), en B/N, combina travellings brillantes e imaginativos, movimientos sorprendentes de cámara, encuadres de excelente concepción y magníficas composiciones, sobretodo de las escenas multitudinarias. La excelencia de la visualidad se apoya en una acertadísima puesta en escena y en una soberbia dirección de actores.
El realizador no solo cuenta una historia movida y conmovedora. Ironiza ingeniosamente sobre el trato que reciben los trabajadores de Hollywood, los niveles de despersonalización que sufren, etc. Ironiza sutilmente sobre los defectos, caprichos y abusos de la aristocracia en Rusia y de altos ejecutivos en América. A penas hace uso del humor, pero abundan los toques de ironía sutil e ingeniosa. La interpretación sobresaliente de Jannings, en un papel cortado a su medida, le valió el primer Oscar al mejor actor.
La fotografía, de Bert Glennon (“La diligencia”, Ford, 1939), en B/N, combina travellings brillantes e imaginativos, movimientos sorprendentes de cámara, encuadres de excelente concepción y magníficas composiciones, sobretodo de las escenas multitudinarias. La excelencia de la visualidad se apoya en una acertadísima puesta en escena y en una soberbia dirección de actores.