Film realizado por Claude Chabrol (París 1930-2010), según guión escrito por el propio Chabrol, inspirado en hechos reales ocurridos en Francia poco antes. Nominado al Oso de oro, gana el premio Fipresci del Festival de Berlín. Se rueda en escenarios reales del municipio francés de Valençay (Indre). Producido por André Génovès (“Al anochecer”, 1971), se estrena en abril de 1973 (Francia).

Desarrolla una historia de intriga y tensión psicológica, que explica con una sencillez y claridad superior a la media de sus trabajos. La narración es fluida, intensa, pausada y rica en la aportación de contenidos, interrogantes y detalles. El realizador se muestra sutil, agudo y ocurrente. Salpica el relato de situaciones irónicas, que enriquecen y potencian la crítica que compone de la burguesía francesa. Escenas como la noche en un antiguo palacio local, el encuentro tras unos matorrales junto al río y la escena en la que uno de los protagonistas, visiblemente nervioso, explica un nuevo proyecto relacionado con la construcción de una fábrica de materiales plásticos junto a la vieja iglesia de la localidad, aportan al film humor y sarcasmo.

Los temas que trata coinciden con los habituales del autor. Denuncia la mediocridad y el egoísmo de la burguesía, la infidelidad conyugal, la mentira y la hipocresía, la inmoralidad y la falta de escrúpulos de las clases medias, capaces de llegar al crimen y al asesinato, movidas por intereses mezquinos de comodidad y enriquecimiento. Explica cómo los miembros de la burguesía de mueven por motivos miserables y ruines: la ambición, el deseo carnal, el dinero, el poder, los privilegios sociales, etc.

Al amparo de la acción dramática, compone cuadros singulares de la vida cotidiana, que resultan entrañables y reconfortantes. Define los caracteres con coherencia y precisión suficiente. Aporta retratos tan interesantes como el del político de provincias, la enferma permanente, el varón poco interesado en el sexo, la pareja de amantes furtivos, la mujer de servicio (Clarisa), la hija de madre soltera, etc. Como es habitual en los trabajos del realizador, los personajes se definen y actúan con márgenes amplios de ambigüedad y ciertas dosis de misterio. En este caso, el personaje que se identifica con la inocencia es el de la adolescente Elena (De Santis), que viene a ocupar el lugar habitualmente reservado por Chabrol a Stéphane Audran. Elabora una interesante exploración psicológica del impacto de un asesinato en el mundo interior de sus autores. Las interpretaciones del triángulo protagonista son convincentes. Stéphane Audran, pelirroja, luce una belleza serena, apasionada y cautivadora.

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