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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
5
Musical. Drama. Romance Musical que cuenta la historia de François Guilbaud, un joven dedicado a la metalurgia que le alquila una habitación a Madame Langlois, una ex-aristócrata perdida en el alcoholismo y el luto por su hijo que murió en un accidente de coche, en una serie de eventos, Francois conoce a Edith, hija de Langlois, una mujer joven que desea abandonar a un esposo obstinado y violento. Edith y Francois, ambos comprometidos, se vuelven amantes ... [+]
11 de agosto de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película pobre, pero que apunta maneras. Paso a explicarme: amor exacerbado, sí; pero en el retrato del amor exacerbado no puede haber recitativo, sino pura canción. Lamentablemente, el compositor no se da cuenta, salvo hacia el final, en una escena en que los dos se dejan caer en la cama, y nos ofrece una canción preciosa y también exacerbada, (el recitativo se usa en la inmensa mayoría del resto del metraje, no podía ser de otra forma, con arrobamientos de la música y la orquesta que no se corresponden, generalmente, con la sosería del cuadro que presenciamos).
Dominique Sanda es una actriz demasiado intelectual que no sirve para estos arrebatos; Berry da el pego como huelguista, pero cuando hace el amor también está de huelga.
Otro apunte que deja buen sabor de boca es el de la amistad y el contubernio entre huelguistas, aunque está tratado tan brevemente, un par de pinceladitas, que no deja huella duradera. Los que se parten la cara en la calle no se conocen aunque canten juntos.
Esta es la única película que recuerdo en que Michel Piccoli está ridículo. Sus excesos melodramáticos y los de su mujer con la pistolita dan, sencillamente, vergüenza ajena. La escena final produce rubor estúpido.
Danielle Darrieux, la actriz más fría que jamás dio el cine francés, está notable. Viene bien un poco de calma en medio de tal actividad volcánica como se produce a su alrededor.
Lo mejor es la escena de la ruptura, de un tono naïf conmovedor. La pobre Fabienne Guyon se ve inmersa en un tanque de buenismo naïf del que sólo se podía salir de color rosa chillón.
Las idas y venidas y abusos de casualidades están al servicio de un amor desatado, sí, pero son excesivas y se podrían haber ahorrado darle ese último trago a la pobre chica de rosa, que está allí de casualidad, como todos todo el tiempo; (vuelvo a recordar que la última escena es absolutamente ridícula).
Por último, cierta elegancia en la cámara de Demy no basta para tapar las carencias de presupuesto, y ganas, de las escenas de carga de la policía, cutrísimas.
Con todo, y con sus innumerables flojedades, un melodrama recitado, (que no exactamente "musical"), absolutamente insólito, valiente, firmado por un tipo que debía de ser un romántico incorregible, y esto se agradece en una época en que el cine, (mejor dicho, el cine digital), se ha vuelto cobarde y miserable.(Recuerdo otro musical reciente y que, en comparación con este, es despreciable: Los miserables).
¿Y qué habrá sido de "Los paraguas de Cherburgo" y "Las señoritas de Rochefort"? Yo las recuerdo tan finas como sosas, pero encantadoras a trechos. Ay, De my!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
berenice
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