Media votos
6.5
Votos
3,106
Críticas
100
Listas
14
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Innisfree:
9
24 de julio de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comenzar con una canción de Tom Waits, más allá de proponer un claro guiño autorreferencial a uno de los protagonistas de "Down by Law", te planta ya en un contexto específico: el de los solitarios, marginados y desplazados, ya sea por moda, rebeldía o por lógica sistemática. Los llamados "rain dogs", como diría el propio Waits, nombre con los que el compositor bautiza a aquellos que prefieren quedarse hasta altas horas de la noche en las calles oscuras y vacías, a ser posible, con un hilo musical de saxofón que Dios sabe de dónde proviene. La evocación de este tipo de música, juntamente con el jazz que va sonando a medida que la película avanza, ya coloca y localiza esta historia en unas coordenadas cercanas a las de los Kerouac o Burroughs de la efervescente escena literaria —y, por qué no, vital— estadounidense de la década de los 50. Esto demuestra que Jarmusch sabe con quién quiere codearse ya desde el comienzo de su carrera, incluso siendo esta su tercera adición a su filmografía personal.
Al componente musical, debe sumársele aquellas imágenes que van apareciendo de forma paulatina y que nos plantan en el espacio concreto en el que acontece la película. Se van sucediendo diversos retratos del extrarradio de Nueva Orleans, de aquello que queda fuera de toda urbe romantizada por el cine de cariz comercial y mediático. En este sentido, Jim Jarmusch se levanta como el "romantizador" de esos "underdogs", de aquellos que viven perdidos en los llanos solitarios, desencantados y melancólicos. De los malos amantes, los "hellraisers" y los azotados por un determinismo que los hunde en su propia miseria. Con esta película, el director se coloca en un panteón muy exclusivo de realizadores, entre los que uno puede destacar los nombres de Ming-liang, Kar-wai o Kassovitz. Poetas fílmicos del extrarradio y sus circunstancias.
En "Down by Law" se construye un mundo verosímil y orgánico, ya no solo con la presentación de unas calles que lejos quedan del glamour de las grandes metrópolis, sino también —y sobre todo— a través de sus personajes. Hay algo que se siente correcto y pertinente al ver al personaje de Tom Waits (Zack) caminar por las calles deshechas de aquellos Estados Unidos perdidos de la mano de Dios, cantando canciones inventadas y hablando solo, porque ¿qué mejor interlocutor hay en el mundo que tú mismo? Algo que igualmente sucede con ese John Lurie (Jack, en la película) desapasionado, irónico, impertinente y aparentemente desgajado de su realidad inmediata. O, incluso, con ese personaje interpretado por un Benigni en estado de gracia ("Call me Bob", se presenta), despeinado, privado de una cantidad saludable de horas de sueño y descontextualizado en un país del que apenas sabe nada, incluyendo la lengua. Todos cohabitan un contexto que les es propio y ajeno, a la vez. Esa es la carga de quienes viven en los márgenes.
La existencia marginal de los personajes se ve interrumpida por la intervención de diversas iteraciones de representaciones del diablo, podríamos decir, que ponen en entredicho su vida en estas realidades particulares a partir de motivaciones varias, ya sean en nombre de la ley o del interés propio. Esto nos lleva al encuentro: Zack, Jack y Bob se ven confinados en la misma celda de prisión, viéndose forzados a coexistir en sus escasos metros cuadrados, planteando un escenario perfecto para que la poética personal de Jarmusch cobre vida a través de las palabras de estos pordioseros.
Las divagaciones de los personajes nos llevan al planteamiento de la cuestión que, probablemente, atraviesa toda la película como arteria principal: ¿qué es un espacio? Pregunta estúpida desde el punto de vista de la lógica más aséptica, pero que desde una perspectiva exclusivamente geocultural sugiere interrogantes que buscan averiguar el sentido de las fronteras y de la ontología del sujeto en un ambiente determinado. La prisión, como centro físico absoluto en el que una parte de la película tiene lugar, enfatiza este tipo de relaciones, en tanto que pone de manifiesto una diferencia crucial entre la calidad de aquellos que existen dentro y aquellos que lo hacen fuera.
Pero, en ocasiones, estas cuestiones cualitativas, transformadas irremediablemente en barreras, acogen una sintomatología abstracta o psicológica, que va desde la conciencia individual hasta la colectiva, desde lo particular hasta lo universal. Ya sea la distancia existente entre los personajes y el mundo que los rodea o el distanciamiento lingüístico entre los registros de los personajes, la película, incluso teniendo en cuenta la soledad existencial que caracteriza a sus protagonistas, se construye en base a cómo uno se relaciona con el otro, sea este una entidad particular o colectiva, en cómo transgrede las fronteras para luego volverse a limitarse dentro de su extensión. De ahí que ver cómo estos tres personajes —en especial, Jack y Zack— interactúan entre ellos sea algo tan interesante y entretenido, porque a pesar de unas circunstancias que llaman al hermanamiento y a la cooperación, están tan acostumbrados a su propio monólogo interno y a su manera de hacer las cosas, que prácticamente de forma irreparable sus perspectivas sobre lo que hay que hacer o no y cómo debe hacerse van a chocar y suponer un espacio cargado de conflicto. Porque marginados y pordioseros hay muchos, pero cada uno lo es a su manera.
Al componente musical, debe sumársele aquellas imágenes que van apareciendo de forma paulatina y que nos plantan en el espacio concreto en el que acontece la película. Se van sucediendo diversos retratos del extrarradio de Nueva Orleans, de aquello que queda fuera de toda urbe romantizada por el cine de cariz comercial y mediático. En este sentido, Jim Jarmusch se levanta como el "romantizador" de esos "underdogs", de aquellos que viven perdidos en los llanos solitarios, desencantados y melancólicos. De los malos amantes, los "hellraisers" y los azotados por un determinismo que los hunde en su propia miseria. Con esta película, el director se coloca en un panteón muy exclusivo de realizadores, entre los que uno puede destacar los nombres de Ming-liang, Kar-wai o Kassovitz. Poetas fílmicos del extrarradio y sus circunstancias.
En "Down by Law" se construye un mundo verosímil y orgánico, ya no solo con la presentación de unas calles que lejos quedan del glamour de las grandes metrópolis, sino también —y sobre todo— a través de sus personajes. Hay algo que se siente correcto y pertinente al ver al personaje de Tom Waits (Zack) caminar por las calles deshechas de aquellos Estados Unidos perdidos de la mano de Dios, cantando canciones inventadas y hablando solo, porque ¿qué mejor interlocutor hay en el mundo que tú mismo? Algo que igualmente sucede con ese John Lurie (Jack, en la película) desapasionado, irónico, impertinente y aparentemente desgajado de su realidad inmediata. O, incluso, con ese personaje interpretado por un Benigni en estado de gracia ("Call me Bob", se presenta), despeinado, privado de una cantidad saludable de horas de sueño y descontextualizado en un país del que apenas sabe nada, incluyendo la lengua. Todos cohabitan un contexto que les es propio y ajeno, a la vez. Esa es la carga de quienes viven en los márgenes.
La existencia marginal de los personajes se ve interrumpida por la intervención de diversas iteraciones de representaciones del diablo, podríamos decir, que ponen en entredicho su vida en estas realidades particulares a partir de motivaciones varias, ya sean en nombre de la ley o del interés propio. Esto nos lleva al encuentro: Zack, Jack y Bob se ven confinados en la misma celda de prisión, viéndose forzados a coexistir en sus escasos metros cuadrados, planteando un escenario perfecto para que la poética personal de Jarmusch cobre vida a través de las palabras de estos pordioseros.
Las divagaciones de los personajes nos llevan al planteamiento de la cuestión que, probablemente, atraviesa toda la película como arteria principal: ¿qué es un espacio? Pregunta estúpida desde el punto de vista de la lógica más aséptica, pero que desde una perspectiva exclusivamente geocultural sugiere interrogantes que buscan averiguar el sentido de las fronteras y de la ontología del sujeto en un ambiente determinado. La prisión, como centro físico absoluto en el que una parte de la película tiene lugar, enfatiza este tipo de relaciones, en tanto que pone de manifiesto una diferencia crucial entre la calidad de aquellos que existen dentro y aquellos que lo hacen fuera.
Pero, en ocasiones, estas cuestiones cualitativas, transformadas irremediablemente en barreras, acogen una sintomatología abstracta o psicológica, que va desde la conciencia individual hasta la colectiva, desde lo particular hasta lo universal. Ya sea la distancia existente entre los personajes y el mundo que los rodea o el distanciamiento lingüístico entre los registros de los personajes, la película, incluso teniendo en cuenta la soledad existencial que caracteriza a sus protagonistas, se construye en base a cómo uno se relaciona con el otro, sea este una entidad particular o colectiva, en cómo transgrede las fronteras para luego volverse a limitarse dentro de su extensión. De ahí que ver cómo estos tres personajes —en especial, Jack y Zack— interactúan entre ellos sea algo tan interesante y entretenido, porque a pesar de unas circunstancias que llaman al hermanamiento y a la cooperación, están tan acostumbrados a su propio monólogo interno y a su manera de hacer las cosas, que prácticamente de forma irreparable sus perspectivas sobre lo que hay que hacer o no y cómo debe hacerse van a chocar y suponer un espacio cargado de conflicto. Porque marginados y pordioseros hay muchos, pero cada uno lo es a su manera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Me gustaría hacer algo más de hincapié en la barrera lingüística existente entre los personajes, principalmente porque me permite hablar, primero, de cómo la película enfoca su talante cómico y, segundo, del personaje de Bob y su significación en el cosmos concreto que presenta la película. Sucede que este personaje es italiano y no termina de dominar del todo la lengua inglesa. Esto, desde el punto de vista argumental, acoge un evidente enfoque cómico en tanto que sus devaneos para relacionarse con sus congéneres sociales son las situaciones que aportan el set up y la "punchline" a los chistes de la película. Sin embargo, no es extraño que en este tipo de acontecimiento, este personaje quede relegado a un plano totalmente superficial en el que únicamente se lo reconozca como el bufón de la corte que es el universo diegético que plantea una obra de ficción. Esto no sucede en "Down by Law", o por lo menos a mí no me lo ha parecido, pues no he visto en ningún momento una instancia en el que este chiste traspase, curiosamente, la frontera que lo convertiría en algo primordialmente paródico.
Aunque no de forma tan directa como en el caso de Zack y Jack, a Bob se le reconoce el existencialismo trágico a través de su propia integridad como ser humano, la cual se ha visto vulnerada por su condición de extranjero. Podemos estar de acuerdo con que Bob tiene algo de bufón, pero Jarmusch demuestra suficiente empatía e inteligencia como para admitirle la profundidad que este tipo de personajes debería tener y que en tan pocas ocasiones se nos da. En lugar de ofrecernos un espectáculo vacuo de chascarrillos y sentencias cómicas y denigrantes, el espectador apenas puede evitar sentirse atraído por Bob y empatizar con él, algo que puede no suceder de forma tan notable con Zack y Jack.
"Down by Law" es un drama carcelario, sí. Y es también una historia sobre fugas de prisión. Sin embargo, quien entre en la película con la idea de ver algo en la línea directa de "Le Trou" o incluso de "Escape from Alcatraz" o "The Shawshank Redemption" quizá se lleve un chasco, porque el interés de la película no radica en cómo urdir un plan para salir de ahí o cómo los personajes lidian con el acoso y derribo que suele acontecer en estas películas dentro de los confines de la prisión. Quizá se deba entender esta película de Jarmusch en una línea más cercana a la irreverencia cómica y aventurera que manifestaron los hermanos Coen con "O Brother, Where Art Thou?", pues el comentario va más allá del contexto eminentemente carcelario y acoge un sentido algo más trascendente y universal.
Jim Jarmusch escribe con labia y dota a sus historias de una profundidad poética extraordinaria que permite que su existencia no se vea vulnerada por el paso del tiempo. De forma puramente egoísta, me hubiese gustado que "Down by Law" no hubiese terminado. Que hubiese seguido. Porque hay algo en estas historias que apelan a algunos de los sentimientos más viscerales que habitan en nosotros. Consigue inculcar un vitalismo que no sabe a edulcorado, que tiene la suficiente cantidad de realismo como para considerarlo plausible.
Aunque no de forma tan directa como en el caso de Zack y Jack, a Bob se le reconoce el existencialismo trágico a través de su propia integridad como ser humano, la cual se ha visto vulnerada por su condición de extranjero. Podemos estar de acuerdo con que Bob tiene algo de bufón, pero Jarmusch demuestra suficiente empatía e inteligencia como para admitirle la profundidad que este tipo de personajes debería tener y que en tan pocas ocasiones se nos da. En lugar de ofrecernos un espectáculo vacuo de chascarrillos y sentencias cómicas y denigrantes, el espectador apenas puede evitar sentirse atraído por Bob y empatizar con él, algo que puede no suceder de forma tan notable con Zack y Jack.
"Down by Law" es un drama carcelario, sí. Y es también una historia sobre fugas de prisión. Sin embargo, quien entre en la película con la idea de ver algo en la línea directa de "Le Trou" o incluso de "Escape from Alcatraz" o "The Shawshank Redemption" quizá se lleve un chasco, porque el interés de la película no radica en cómo urdir un plan para salir de ahí o cómo los personajes lidian con el acoso y derribo que suele acontecer en estas películas dentro de los confines de la prisión. Quizá se deba entender esta película de Jarmusch en una línea más cercana a la irreverencia cómica y aventurera que manifestaron los hermanos Coen con "O Brother, Where Art Thou?", pues el comentario va más allá del contexto eminentemente carcelario y acoge un sentido algo más trascendente y universal.
Jim Jarmusch escribe con labia y dota a sus historias de una profundidad poética extraordinaria que permite que su existencia no se vea vulnerada por el paso del tiempo. De forma puramente egoísta, me hubiese gustado que "Down by Law" no hubiese terminado. Que hubiese seguido. Porque hay algo en estas historias que apelan a algunos de los sentimientos más viscerales que habitan en nosotros. Consigue inculcar un vitalismo que no sabe a edulcorado, que tiene la suficiente cantidad de realismo como para considerarlo plausible.