En 1978 en plena dictadura militar, periodista sobre quien solo se especifica que no escribe sobre política, ni está involucrado en ningún tipo de actividad política, empieza a ser acosado al ver que hay unos tipos en la puerta del edificio de departamentos donde vive.
Interesante historia, con ciertas reminiscencias kafkianas, sobre la vida de un hombre y su entorno durante una dictadura, como su rutina se trastoca cuando cree que está siendo siendo perseguido para ser chupado (que es como se le decía a las personas que eran secuestradas por los militares)antes de hacerlo eran marcados, como en este caso, la película juega todo el tiempo con el misterio, se sospecha que podría ser perseguido por haber estado en alguna agenda ya que él tuvo amigos forzados a exiliarse e incluso algunos desaparecidos.
La trama muestra como todo el entorno del tipo supuestamente marcado, se empiezan a alejar, como su mundo entero empieza a depender si lo siguen o no, si están ahí por él o no.
Un buen análisis sobre la paranoia a la que orilla una dictadura, donde todos son culpables hasta demostrar lo contrario.
Muy buenas interpretaciones, sobre todo del omnipresente protagonista Luis Brandoni, que nos retrata como este hombre trata de comportarse de la forma más normal posible, dentro de una realidad absurda que parece empeñada en desestabilizarlo.
De los secundarios destaca Elsa Berenguer que es el toque coloquial, casi costumbrista de la historia, la que aporta un relativo humor a una situación por demás oscura.