El tono festivo romántico de la película y su buena intención invitan a ser amable y comprender esta simpática comedia.

Eileen, periodista mona y modosita, que viaja con la bata de su madre para protegerse de los desalmados, le plantea a su hermano, piloto ligón, una cuestión de moralidad en un plan muy obvio. Por lo visto es que Eileen se resiste a caer bajo los embistes de su novio. Entonces es cuando su flor se engancha con Mike. Rápido se percibe el ambiente teatral de su origen. Aquí diré que realizadas las pertinentes investigaciones, resulta que al año siguiente, en España, se estrenó Un domingo en Nueva York en el teatro, con Carlos Larrañaga y Rocío Durcal dirigidos por Marsillach. Dato curioso.

El televisivo Robert Culp cumple su cometido de novio estirado y el famoso Cliff Robertson, el del gran poder, aporta un flojo enredo de idas y venidas en avión intentando quedar con su amante.

Lo mejor es la buena relación en la película entre el versátil Rod Taylor, actor que lamentablemente no se prodigó en actuaciones, y una estupenda Jane Fonda, mítica heroína de tantos peliculeros. Ambos consiguen un ambiente de casto romanticismo muy tierno y cordial y no hay nada más pero que con eso es suficiente.