Increíble aventura de Van Damme porque nadie se la puede creer. Con un guión del tipo de las novelas de Dan Brown, este ladrón aventurero se lanza tras la pista de su padre que ha sido secuestrado. Su padre tiene un pergamino que dice donde está el tesoro del Rey Salomón ¡y Stewart Granger buscándolo por el desierto! Pero no hay que asustarse porque la película no cansa con las tonterías esas de jeroglíficos indescifrables y pistas extrañas. (Hay que tener en cuenta que posiblemente los guionistas de The Order no serían capaces ni de empezar un crucigrama).

Van Damme, con la claridad de ideas a las que nos tiene acostumbrado, se marcha a Israel. Allí aparace Charlton Hetson para saludar con un sombrero de cazador del Decathlon. La película no es un alarde de nada pero cumple con las directrices y normativas del estilo de Van Damme y por tanto de ninguna manera es mala.

Van Damme aplica a los borricos de siempre sus coces acostumbradas que sabemos que en dosis adecuadas producen somnolencia de efectos inmediatos, incluso el coma riguroso si las circunstancias lo requieren.

Estupendos exteriores de Jerusalem y aledaños con los lugares típicos, rabinos de verdad, un malo, otro malo, y, como no podía ser de otra forma, y así lo agradecemos, atractiva mujer policía, estricta cumplidora del servicio, que le hará tilín a Van Damme y Van Damme le hará tilín a ella. Te Jorder!!