Impresiona ver al que fue una estrella de futbol, tan polémico, caracterizado con tamaño sobrepeso; y ya metido a actor hay que decir que lo hace bien. En este caso, mucho le debe Cantona a Rachida Brakni porque en el ten con ten de ambos en este drama, el papel de ella es fundamental.

La figura de Eric se apoya en unos dibujos iniciales para decirnos que proviene de un comic del cual hay que decir que para ver la película no hace falta tener referencias del mismo. El comisario tiene su fondo con unos recuerdos de la niñez que van surgiendo a lo largo del film en flases, que aunque aporten poco, nos dan a entender que son la causa de una frustración sin cicatrizar que le lleva a una bulimia, incontrolable desde luego, pero de las caras, nada de doritos y hamburguesas (aunque sea con acompañamiento de coca cola Zero), si no a base de exquisiteces. Una bulimia de la que hace falta un buen sueldo para seguirla. Se supone, lógicamente, que no la ha sufrido siempre, si no que le ha sobrevenido en esa etapa de su vida.

Es el cine francés éste que aunque raro, se va hilando y logra mantener el interés en el relato mezclando el tema del crimen con celos rabiosos, de esos que joden bien, mientras nuestro delantero Eric Cantona se mete para el cuerpo unos festines de órdago.