Una de nuestro querido aventurero Bronson. De acuerdo que no es una película de grandes resultados pero sí que es entretenida. Después de los felices años 60, llegaron los rebeldes 70 y después vendrían los 80 con el desmadre y ahí es cuando surgiría el Justiciero Total. Bronson es un buen actor, sabe diferenciar el papel de justiciero con el de personaje aventurero dispuesto a todo, como el de aquí. Choca un poco ver como embauca al piloto de un helicóptero y luego éste se vuelve atrás. Parece un guion a salto de mata, hecho sobre la marcha, pero esas cosas dan un aire de viveza y de realismo, un poco estúpido, de acuerdo, pero para lo que es el tema, entretiene.

Cualquier otro no acostumbrado a estas películas le resultará una chorrada, pero tiene su gracia ver cómo un sheriff consiente que Bronson se lleve a su mujer (siempre con ganas de rollo) para planear el rescate de un reo en una cárcel mejicana; eso a cambio de mil dólares. La pela es la pela, como dirían por ahí. Y, joder tío, tienes para un televisor a color o la entrada para un coche nuevo...

No es que uno se ría pero el que quiere, encuentra en esas escenas justo lo que quiere ver. Jill Ireland es muy sosa, puede que sí, pero Bronson exigía su presencia porque siempre la quiso mucho como buen hombre y buen marido que fue, y para lo que hace no está mal. Además, Sheree North, compensa con creces la picardía que requería la acción. El plan a lo del hombre de Mackintosh tiene un recorrido a trompicones y se ve que es así para lucimiento del personaje de Bronson que tiene que lidiar con una pega tras otra, y ese es el punto para que el personaje caiga bien. Creo que si no hubiera sido Bronson, Burt Reynolds habría sido la otra opción. Son papeles para ese tipo de actores y con ellos las películas funcionan porque son generosos y saben cómo acabarlas con gran dosis de simpatía. Tienen complicidad, enganchan al espectador sin tener que lucirse con papeles del cine gourmet para exquisitos. Es lo mejor de lo mejor. Las mierdas como las del padrino está uno harto de verlas siempre anunciadas en la tele y reponerlas una y otra vez; en cambio éstas se echan de menos.