El negocio de la droga será el punto de partida para asistir a otra genuina muestra del cine negro y de nuevo violencia, violencia justificada e injustificada.

Dos asesinos llegan a la ciudad y el gordo nos recuerda sin querer al bueno de Cannon, William Conrad, con su colega en Forajidos (1946), y ni que decir tiene que ambos colegas son tan siniestros como los de 1946 porque en los bares meten el mismo miedo y más. Al gordo no le gustan las viejas, pero que no le gusten los gatos es violencia injustificada.

Violencia justificada es toda la demás, la que produce muertos y por morir, según el título, alguno morirá hasta dos veces. Tampoco está justificado que al valiente de Rod Cameron le pusieran de partenaire a la señora Vera Ralston, que no pega ni con cola y encima la tía canta como Sara Montiel, que no canta sino que relata y con cara de pena, pero por lo visto tuvo un buen enchufe.

Por lo demás The man who died twice sigue los parámetros policíacos al pie de la letra, algo ralentizados pero con buena fotografía y en pantalla panorámica: vigilancia, persecuciones, mansiones con mafiosos dentro y asesinatos, que por matar se mata simplemente por matar.