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Voto de Antonio Morales:
8
Western. Aventuras Dos viejos amigos se asocian para escoltar un cargamento de oro desde las minas de Alta Sierra hasta un banco. Uno de ellos (Joel McCrea) es un hombre honrado que sólo se propone hacer bien su trabajo; el otro (Randolph Scott), en cambio, carece de escrúpulos y proyecta robar la valiosa mercancía. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es unas de las películas más sinceras y conseguidas de Sam Peckinpah. Sus mejores puntos de inflexión, menos numerosos quizás pero más evidentes con el paso de los años, son el ocaso de los héroes del western, representados aquí por Joel McCrea (57 años) y Randolph Scott (64 años), una vaga noción de lo que es vivir con dignidad en un ambiente corrompido, una ácida mirada sobre la degradación del oeste americano y, muy especialmente, la magnífica utilización del formato (Cinemascope y Metrocolor) y el paisaje como elemento dramático. Podemos comenzar a valorar lo que será el estilo del cineasta, siempre basado en la amistad, la cual forma parte de su universo, a pesar de las penurias y dificultades.

“Duelo en la alta sierra” es un film tan sentido y tan asumido personalmente por el cineasta, que todo, bueno y malo, consigue combinarse para la creación de una atmósfera nostálgica y sofocante marcada por el desequilibrio: evocadora por la añoranza del tiempo pasado; sofocante por la vibrante violencia del tiempo presente. Por eso, esta segunda obra de Peckinpah, se recuerda, sobre todo, por detalles, momentos y colores: por la ropa interior de los dos viejos amigos (blanca para el ingenuo McCrea, roja para el titubeante Scott), por las hojas amarillentas de los árboles, por las hermosas panorámicas verticales que subrayan la monotonía del viaje, por la falta de convicción que arrastra consigo Scott; por la obstinación de McCrea; por la impulsiva cabalgada de Scott para ayudar a su amigo ante el peligro.

Las miradas de Scott y McCrea revelan un pasado compartido; el contrapicado sobre ambos caminando, decididos, para enfrentarse al destino. Es como un pasado recuperado durante unos segundos a través de la mirada… Peckinpah, también es original mostrándonos al cowboy que galopa sobre un camello, la boda en una casa de mala reputación, la cena en el rancho del viejo puritano, acreditan la imaginación y el sentido del humor del cineasta. Pero no es esa la única virtud de Peckinpah. Al lado de su fértil sensibilidad para lo pintoresco, destaca su rigor lógico, palpable en la fuerza centrífuga de cada secuencia, en la construcción del film y su visión metafísica de las potencias intelectuales y pasionales del hombre.

Desde otro punto de vista, muchos aspectos concretos de este film crepuscular, nos recuerdan otras obras y otros autores, el juez borracho nos recuerda a personajes de John Ford; el humor de Raoul Walsh parece haber inspirado ciertas secuencias. El enaltecimiento de la profesionalidad y de unión entre compañeros para llevar a cabo una empresa es un tema grato a Howard Hawks. Asimismo el personaje del joven Heck (Ron Starr), tiene considerables puntos de contacto con el joven Ricky Nelson de “Rio Bravo”. “Duelo en la alta sierra” esconde en el fondo un lamento nostálgico por los “viejos tiempos”, por una parte los dos protagonistas, y por la otra el propio Sam Peckinpah, cuyo abuelo había trabajado en una explotación minera muy parecida a la de la excelente película.
Antonio Morales
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