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Voto de Antonio Morales:
7
Western Juan Carrasco, un bandido mexicano, secuestra a una pareja y el asunto acaba trágicamente. El hilo conductor de la historia serán las declaraciones realizadas a lo largo del juicio por tres testigos involucrados en el caso, cada uno de los cuales expondrá su propia visión de los hechos. Un singular western que se basa en parte en el "Rashomon" de Kurosawa. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake desde una percepción occidental del aclamado film de Akira Kurosawa que le dio a conocer mundialmente. Martin Ritt convenció a la MGM de que iba a realizar un film artístico y como tal está planteado y resuelto, narrado a través de unos cuantos “flah backs” en los que conocemos las distintas versiones de los personajes sobre un hecho concreto. Producida y protagonizada por Paul Newman, quizá en uno de sus mejores trabajos, en Panavisión y un maravilloso blanco y negro acorde con la trama, el film se abre de forma majestuosa con un plano que permite fotografiar una caseta del ferrocarril recortada contra el cielo de manera que se asemeje a una pagoda; añadiendo a ello el detalle de la intensa lluvia que se abate sobre el decorado, se tiene la impresión de asistir a una especie de bautismo: la interpretación desde el prisma occidental en el marco del territorio fronterizo de Nuevo México, de una obra oriental inspirada en el Japón del siglo XII.

“The Outrage” es la crónica, no sólo de la relatividad de los conceptos de verdad y mentira sino también de la fragilidad en la naturaleza humana. Un predicador, un matrimonio, un bandido mexicano, un buscador de oro, un indio, un sheriff y un juez, se enfrentan en una ronda, de reconstrucción de hechos, que cada uno interpreta de diferente manera. La obra de Ritt, fue objeto de un paso previo por los escenarios de Broadway, dirigida por Peter Glenville con el papel protagonista de Rod Steiger que aquí hace Newman (el bandido mexicano Juan Carrasco) y la misma Claire Bloom encarnaba el papel de esposa ultrajada. Tampoco se puede obviar los excelentes trabajos de Lawrence Harvey como esposo y caballero sudista y Edward G. Robinson como vagabundo escéptico.

Las grandes diferencias entre “Cuatro confesiones” y “Rashomon” que merecen destacarse para valorar cada obra en toda su dimensión, son las siguientes:
1. La narración cinematográfica es completamente diferente, ya que la escritura nipona se hace de derecha a izquierda y por tanto hay una tendencia innata a ejecutar movimientos de cámara en este sentido, cargando la historia hacia el margen izquierdo de la imagen.
2. La actuación de los actores nos descubre el contraste entre la escuela Americana (el Actor´s Studio, representado por Steiger y Newman) y la escuela japonesa (fundamentada en el Teatro Nö), diametralmente opuesta en cuanto a expresividad.
3. El impecable tratamiento visual de James Wong Howe respecto a la técnica rudimentaria del operador de Kurosawa.

Ritt se cuida muy mucho de mantener la cámara a ras de suelo durante el juicio popular al bandido Juan Carrasco, como una clara aproximación al japonés Yasuhiro Ozu; la preservación del sol como invocación divina por parte del hechicero indio. Pero, por encima de estos paralelismos formales, Ritt al igual que Kurosawa, entienden la historia como un cuento moral y centran sus respectivos discursos sobre la imperfección del ser humano, configurado por elementos tan contradictorios como: la codicia, la falsedad, la honestidad, la avaricia, los celos, etc. Todo lo apuntado demuestra, una vez más, que puede cambiar la cultura, la forma de contar una historia, pero lo que apenas cambia, en lo que no hay diferencias suele ser en el comportamiento humano de cualquier cultura y extracción social.
Antonio Morales
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