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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama. Romance Hong Kong, años 60. Yuddy, un joven atractivo y seductor, descubre que la ex-prostituta alcohólica que le ha criado no es su verdadera madre y que además se niega a revelar la identidad de ésta. Esto provoca en Yuddy serios conflictos emocionales que le llevan a forzar a dos mujeres a luchar por su amor... (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2008
58 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Wong Kar Wai sabe a aislamiento y a tristeza.
Hong Kong con sus calles empapadas de lluvia incesante. Viviendas envueltas en las soledades de las sombras que las habitan. Personas perseguidas por fantasmas que las condenan a una búsqueda constante e inútil. El amor siempre fuera de alcance, perseguido y jamás hallado.
Un drama de Wong Kar Wai que habla de almas que palpitan en soledad. De momentos robados a la compañía ilusoria de otras almas de paso, tratando de engañar la falta de verdaderos sentimientos.
A estas almas infelices, el amor no les ha concedido ninguna oportunidad. Todas despreciadas, no correspondidas, buscando un calor que no llegará. Bien sea el calor ausente de una madre que nunca estuvo; o bien sea el calor de una pasión condenada antes de empezar...
Su corazón está muerto. O tal vez él está aguardando. Aguardando por algo que sabe perdido. Los días se deslizan en la indiferencia y él es incapaz de sentir nada más que desidia. Porque Ella lo abandonó. Porque él descubrió que Ella, la que más debía amarle en este mundo, se llevó su corazón, y cuando él se percató de que se lo había llevado, ya era tarde e inevitable. Ya estaba vacío para cualquier otro amor.
Sus días son como puñaladas invisibles que le hieren tanto a él como a las mujeres que tienen la desgracia de quererle.
Todos son extraños para todos. Casi nada se sabe de su paso por el mundo. Ambientes cerrados, aposentos pequeños y revueltos, luces tristonas, la atmósfera cálida y húmeda de Hong Kong que no es suficiente para encubrir el frío que envuelve a los personajes. Y siempre la lluvia, pieles y cabellos mojados en calles oscuras, una sensualidad que brota a borbotones en cada resquicio de penumbra para perderse en el despropósito. También Filipinas, con su vegetación desbordante, con sus palmeras que hablan de un clima fértil y exuberante que trata, sin lograrlo, de desmentir tanta melancolía.
La cadencia perezosa de unos boleros que impregnan el aire de voluptuosidad y de olvido. Él, tratando de olvidar, sin nada que esperar. Ellas, abocadas a amarle sin esperanzas, atravesadas por el desengaño. ¿Por qué a menudo se ama lo que no se puede poseer? ¿Por qué esa tendencia a aferrarse a lo que jamás habrá de pertenecernos? Y otro hombre, fascinado por el aura trágica del protagonista, por su desgraciado tránsito por la vida, envidiando tal vez su irresistible atractivo para las mujeres, que emana de ese aire fatal que desprende... Deseando, como un perro desvalido, recoger las sobras que el otro va dejando, los fragmentos de corazones partidos que van tapizando el suelo tras su paso.
Todos persiguen quimeras que les esquivan.
La oportunidad ya hace mucho tiempo que se escurrió, y no regresará. Sólo queda caminar sobre el vacío. O volar, volar sin parar, sin posarse sobre el suelo, como el pájaro de la leyenda. Que sólo toca el suelo cuando muere.
Vivoleyendo
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