Muchas son las versiones de maldiciones de momias que se han hecho en la industria del cine desde que en1932, La Momia (cuya versión moderna con Brendan Fraser todos conocemos) dirigida por Karl Freund y protagonizada por el muy reconocido Boris Karlof, salió a la luz. Después llegaron otras, todas entretenidas, pero de peor calidad. La Maldición de la Momia tiene su punto –aunque no deja de ser de las peores maldiciones con momias que he visto, aunque pongo en primer lugar la de Tom Cruise, que a pesar de los increíbles efectos especiales, se queda en eso y poco más que tenga algo de sentido-. El protagonista más interesante (y el más guapo) de esta maldición es Terence Morgan. Es un hombre muy atractivo y me arriesgo a decir que el que mejor papel hace, o al menos el que tiene más lógica en toda esta historia disparatada y repleta de errores y agujeros de guion. El resto de personajes son como un pan si sal. Jeanne Roland (la egiptóloga), hace el papel que más les gustaba a todos hasta hace poco, el de tonta que sólo sabe tener la casa limpia, y es que, a pesar de que ella está en Egipto y se supone que está al mismo nivel que ellos, no dejan de tratarla como una mera cosa (sí, que he entendido que están en 1900), pero sigue sin servirme eso, su papel es ridículo y lo único que escucho de su boca son tonterías (y eso me escuece). Los demás no están mal del todo, pero carecen de atractivo.

El guion de Carreras hace aguas por todas partes. Sé que en este tipo de cine no debo esperar demasiado, ni siquiera en el mínimo rigor histórico, pero hasta la momia parece un Frankestein. Sinceramente tenía que haber hecho de momia alguien delgado porque hasta el actor que hace de faraón se le ve más pequeño o más delgado cuando estaba vivo, imagino que muerto habrá perdido músculo y piel (mínimo ¿no?). No tiene demasiado sentido esa parte. Muy mal.

No me molestan, por otro lado, el cartón piedra de los decorados de Egipto ni los efectos especiales utilizados que nos hacen viajar en el tiempo a un Hollywood sesentero.