Sam necesita un cambio de vida y para ello con 21 años consigue un trabajo de repartidora de pizzas y espera que los clientes le den buenas propinas, ya que su sueldo depende de eso. Pero no lo va a tener fácil. Su jefe es un tarado que no duda en intentar ligar con ella a cada segundo y encima todos los clientes se ríen de ella de una forma u otra y termina sin propinas y con vales de compra caducados. Aunque descubre una <<norma>> que le servirá más de lo que ella cree. Uno de los clientes se llama Sam, como ella. Este le explica que los Sams están obligados a ayudarse y a apoyarse, porque… ¡mira qué es difícil encontrar a un Sam, ya que solo hay siete millones en EEUU! Total que nuestra repartidora se irá sin propina, pero con una lección valiosa. Harta de que todos la ninguneen decide aceptar un encargo en un barrio residencial que está fuera de los límites de la pizzería. Cuando coge la moto, el típico <<loco de Viernes 13>> le dice que cuando él era repartidor fue a ese barrio y nunca le dieron propina. Preparada, se dirige a la casa en cuestión. Y efectivamente, no le dan propina, así que decide entrar a exigir lo que es suyo en un lugar que se lo pueden permitir. Al llegar al salón se encuentra a un grupo de personas con unas túnicas rojas con capucha y a la que parece su líder (Danica) dando un discurso (es obvio que pertenecen a alguna secta o aquelarre). Gypsy, en un principio, aun siendo parte del grupo, le avisa de que debe irse, pero pronto todos se enteran de que es Virgen, por favor, ¡Virgen!, con lo difícil que es dar con una en estos tiempos (mi guiño personal a La Cabaña en el Bosque). El papel de O´Connell es absurdo, pero ya estamos acostumbrados. Danica mata a su marido porque este ha dejado escapar a Sam. Mientras, Sam se esconde en una casa vecina. Allí se encuentra con un par de hermanas que están tan locas o más que los propios adultos. Una de ellas está intentando matar a la hija No Virgen de Danica -por orden de la misma Danica, claro-. Sin querer, Sam va a matar a las dos hermanas (ojo a como quieren matar ellas a Judy, brutal es decir poco). A Judy y a Sam no les queda más remedio que huir juntas. El resto de la cinta os recomiendo que la sigáis vosotros solos. El final es soberbio, excelente o dadivoso, como queráis y como más os guste el sinónimo. La moraleja, aparte de que los ricos no dan propinas (seguramente por eso siguen siendo ricos) es que, aunque ellos no lo crean y no lo sepan, siempre hay alguien superior a ellos.
La música que acompaña a las protagonistas y a toda la historia es de Hombre Lobo de Marte y la verdad, mola.