Esta precuela se abre como una muy jugosa ensalada de morbos. Asombra el homoerotismo de la prisión y la crueldad hilarante de los personajes. La violencia creo que es mejor pensarla desde la ficción. Por momentos me recuerda a un film de Tarantino, tiene momentos brillantes, escatológicos e incoherentes.
Las interpretaciones sobresalientes a excepción de la asistente social cuyo idealismo es aburrido y poco inteligente. igualmente la interpretación de Lamothe que contrasta por su falta de expresión.
No creo ser exagerado al decir que Borges y el Sapo representan dos formas de la maldad muy distintas. Vale la pena ver cómo se consumen y agotan recíprocamente.
La segunda entrega del marginal es algo de lo que los argentinos podemos estar orgullosos. Creo que algún cinéfilo extranjero de por ahí la encontrará como un tesoro del bajo mundo.