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España España · Madrid
Voto de Servadac:
8
Western. Bélico George Custer (Errol Flynn) llega a la Academia de West Point lleno de arrogancia y vanidad. Aunque su carácter indisciplinado le ocasionará numerosos problemas con sus superiores, debido a la acuciante necesidad de oficiales para la Guerra de Secesión (1861-1865), es enviado al frente. Terminada la guerra, se casa con Beth (Olivia de Havilland), pero pronto le asignan un nuevo destino: la guerra contra los indios. Al frente del Séptimo ... [+]
8 de abril de 2019
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Formación del espíritu nacional

El general Custer forma parte del panteón de héroes genuinamente norteamericanos. En esta versión de Raoul Walsh, atesora las virtudes paradigmáticas del soldado del Imperio: valeroso hasta la temeridad, carismático y arrogante, indisciplinado y atrevido. Actúa por instinto y con fe ciega, es impulsivo y seductor, no da una lucha por perdida. Y, sin embargo, fue protagonista de la derrota más sonada del ejército yankee contra Sioux y Cheyenes.

La secuencia en que se cuenta el ‘nacimiento’ del Séptimo de Caballería es extraordinaria: planos ensamblados mediante cortinillas en un imparable crescendo musical. Cómo no pensar en el efecto que la Marsellesa produjo en el espíritu de los revolucionarios...


2) Amor constante más allá de la muerte

Libbie (Olivia de Havilland) y Autie (Errol Flynn) nos brindan uno de los grandes romances de la historia del cine; un romance que traspasó el terreno de la ficción y llegó a consumarse, como confesó la propia actriz, detrás de unos arbustos…

El primer encuentro es delicioso. También la cita en el balcón, al más puro estilo de Romeo y Julieta. La despedida es legendaria: la sobriedad, el subtexto; la cámara acercándose, levemente, en el momento del beso, y alejándose de golpe en la partida; los objetos (el reloj, la fotografía, la lámpara, el diario); el movimiento de la mecedora, subrayando el hueco presentido, tan palpable.

‘Walking through life with you Ma'am, has been a very gracious thing.’

[Pasear por la vida a su lado, señora, ha sido muy agradable.]

Y, en efecto, después de tantas películas, esa es la última escena que rodaron juntos.


3) Gloria y honor

La cinta ensalza las motivaciones honorables que conducen a la gloria: la palabra dada, el valor, la gallardía; y desprecia a los capitalistas, que actúan con ánimo de lucro y sin moral. No obstante, incluso los mezquinos Sharp obtienen la posibilidad de redimirse. Al hijo se le ofrece el don de un ‘bel morir’ y al padre la ocasión de retractarse.

La burocracia militar tampoco sale bien parada.

La marcha de los cadetes sureños de West Point ante la inminencia de la Guerra Civil es otro momento inolvidable. En apenas tres minutos, se escenifica, sin perder las formas y con total solemnidad, la quiebra de un país.


4) Tono y puesta en escena

La película pasa, sutilmente, de un tono festivo al tono oscuro de lo inevitable. La puesta en escena resulta esplendorosa y, como la luz, va desnudándose a medida que madura el personaje principal.

Baste comparar las lágrimas de Libbie al masticar los tallos de cebolla –en clave de comedia– con aquellas que preludian el adiós definitivo, tan hondamente trágico.


5) Secundarios

Todos cumplen, pero quisiera destacar a Hattie McDaniel, en su papel de Callie, la oronda sirvienta negra que se come la pantalla, y a Charley Grapewin, que interpreta a California Joe, menudo, malhablado y tozudamente heroico. Ambos dan la medida de hasta qué punto unos buenos secundarios dotan de empaque y de sabor a las películas de género.


6) Plano histórico

Un cantar de gesta es arte, no historiografía. Nadie reprocharía a Homero que su catálogo de naves o la orografía de Troya fueran inexactos.

En este caso, el arte sustituye a las grisuras de la historia.

===

El título, ‘Murieron con las botas puestas’, anticipa el desenlace, por lo demás bien conocido. Dota a la cinta de un halo de fatalidad serena; es, también, como un presentimiento de belleza puesto que, como escribiera Petrarca, ‘un bel morir tutta la vita onora’.

Y un ‘bel rodar’ le da sentido al cine.
Servadac
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