La amante (Sandrelli) de un comisario (Perier) de policía aparece asesinada; el comisario que está casado con una mujer inválida y que lo sabe todo (Signoret) encarga el caso a un inspector (Montand) enamorado de ésta y con la que mantenía relaciones.
Un "polar" francés de trama espléndida, posiblemente magistral y modélica, llena de sofisticación no del todo redondeada en el guión, que es llevado de forma estilizada por Corneau, heredero directo del mítico Jean Pierre Melville.
Notable, posee el tono desencantado, crepuscular e inolvidable del cine policiaco en el que el protagonista es un policía solitario, perdedor y romántico (en este caso Montand). La puesta en escena es rigurosa y tiene personalidad, el reparto es muy completo y ajustado. La película lleva el sello de ser una obra poética, un thriller pesimista, nostálgico, inmortal.