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España España · Santiago de Compostela
Críticas de elotroladodelterror
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
3
12 de abril de 2017
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca digas su nombre es una miscelánea entre los subgéneros de terror thriller y sobrenatural que no contribuye nada nuevo a ambos, ni se lo plantea en ningún momento. Sin duda, se trata de una película de adolescentes de bajo coste, dirigida para adolescentes, en la que se tira continuamente de tópicos del terror – más de las veces sin sentido – para completar la trama que se desdibuja y desvanece la mayor parte de las veces.
El filme utiliza el bien recurrido tema del «hombre del saco» y lo conjuga con el proceso psicológico de «tratar de no pensar en ello» (Ironic process theory o White bear problem) para crear el germen de su trama. Filmes como Candyman o Beetlejuice, o actuales como Babadook (The Babadook, Jennifer Kent, Australia, 2014), han dado grandes momentos a este género. Sin embargo, Bye bye Man empaña y enturbia estos esenciales recursos narrativos en el cine de terror.
La historia está peliagudamente contada, deja al azar ciertos aspectos de su trama y, para colmo, no permite que germine lo espeluznante y lo perturbador que se espera de este tipo de películas de terror. El guión se auxilia en exceso de múltiples clichés genuinos del cine de terror y a la vez que revuelve diversos géneros (casas encantadas, monstruos, terror psicológico, thriller) para justificarse conforme avanza la película. Además, ciertos elementos esenciales de la narración quedan sin despejar [ver el spoiler al final de la crítica]. Igualmente, algunos puntos aportan cosas prescindibles al filme, lo que nos despista y nos lleva hacia ningún lado o intentan ser inteligentes mas acaban siendo baldíos [ver también el spoiler al final de la crítica]. El desenlace final es predecible como todo el metraje. No impacta, no sacude y deja sueltas demasiadas cuestiones. Y, sin lugar a dudas, queda abierto para una nueva secuela.
Por su parte, señalar que la dirección realiza su trabajo y mantiene cierta tensión durante la mayor parte de la cinta y muestra algún que otro buen susto. La fotografía y el montaje la apoyan discretamente, aunque no podemos decir lo mismo de los efectos especiales o del maquillaje. Las interpretaciones son mediocres y pocos naturales en general, aunque aparezcan fugazmente Carrie-Anne Moss and Faye Dunaway para intentar repararlas.
En definitiva, Nunca digas su nombre puede entretener, pero su historia no cuaja y toca la ridiculez en ocasiones. Suspende estrepitosamente para Elotroladodelterror.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
elotroladodelterror
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6
18 de junio de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Animal de compañía (Pet) es un áspero thriller psicológico que muestra una morbosa visión del amor como pocas veces se ha visto en el género. Claramente influenciada por la genial «El coleccionista» (The collector, William Wyler, USA, 1965), su director Carles Torrens hace un sólido trabajo fílmico en su segundo largometraje y nos muestra un enrevesado y peliagudo final que no dejará indiferente al espectador. Ya en «Emergo» prometía un próspero futuro en el mundo del terror y parece que con Animal de compañía (Pet) se ha consolidado como tal. Por ello, seguiremos de cerca su trabajo de aquí en adelante.
La puesta en escena es firme y segura y se apoya en la seria fotografía de Timothy A. Barton y en la música de Zacarías Martínez de la Riva. Esto se percibe, por ejemplo, durante la presentación de los personales, cuya soledad viene acompañada del uso de abatidos planos de la enorme y animada ciudad de Los Ángeles. El resultado global de la cinta, en definitiva, es un tenaz trabajo, con un buen ritmo y que mantiene la tensión en todo momento.
En Pet, sin embargo, la parte formal pasa a un segundo plano y su guión se interpone como la principal fortaleza del filme. Jeremy Slater firma, así, su segundo largometraje de terror después de «El efecto Lázaro» (The Lazarus effect, David Gelb, USA, 2015) y escribir varios guiones de la serie «El exorcista» (The exorcist, USA, 2016). No cabe duda que en Animal de compañía queda patente la manifiesta madurez del guionista.
En este sentido, la descripción formal de Seth y Holly – ambos personajes solitarios aunque antagónicos – da paso al predecible rapto y cautiverio de la hermosa rubia por parte del obsesionado perturbado cuidador de perros. Sin embargo, un irascible giro trueca violentamente lo que allí sucede, donde se desconoce quién es el raptor y quién es el raptado. La nueva situación precipita, como no podía ser menos, en un grotesco y crudo desenlace que, lamentablemente, peca de insuficiente originalidad.
Los protagonistas realizan un más que serio trabajo. Ya conocíamos a Dominic Monaghan en otros papeles como en la trilogía de «El señor de los anillos» (The Lord of the Rings, Peter Jackson, USA, 2001) o «Perdidos» (Lost, USA, 2004). Empero, destaca especialmente la actuación Ksenia Solo que muestra una rotunda habilidad en su papel de víctima. Si sigue la senda del terror, se convertirá en una nueva musa del género.
En definitiva, Animal de compañía (Pet) aprueba con un suficiente alto para el otroladodelterror.
elotroladodelterror
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5
16 de marzo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como viene aconteciendo en los últimos años, las nuevas tecnologías de la red se vienen introduciendo en el cine de terror. Tal es su uso actual que es posible hablar de la presencia de un nuevo subgénero de terror: el ciber-terror.
Friend Request se trata de una película entretenida, con dignos sustos y enérgicos efectos especiales. Está formal y técnicamente bien dirigida. La línea argumental es sencilla y con buen ritmo, pero sin alardes ni genialidades de guión. Pese a ello, está bien construida y contada: es interesante su comienzo con el anuncio del suicidio de Marina, para dar paso a un flashback que la lleva a dos semanas atrás o la manera de presentarnos a la protagonista. Sin embargo, ha de afirmarse que la maldición está enflaquecida por su impreciso origen y su final es bastante predecible (la historia que se repite una y otra vez). Añadiendo a lo anterior la notable interpretación de su protagonista, la cinta se convierte en un producto cinematográfico «suficiente», pues cuenta con los mínimos requisitos y exigencias para entrar a formar parte de la tipología cinematográfica del terror.
Sin embargo, poco aporta – por no decir nada – al género fílmico del terror. La introducción de las redes sociales o internet en este género no es un hecho novedoso, ya que lleva produciéndose desde hace alguno que otro año. Recordemos «Eliminado» (Unfriended, Levan Gabriadze, USA, 2014), en la que en una amistosa conversación entre amigos a través del Skype, se cuela un desconocido que inicia a perseguir a cada uno de ellos.
Del mismo modo, no podemos olvidar que el uso de las nuevas y más modernas tecnologías para re crear el miedo y el terror se trata de un recurso argumental ya utilizado en la literatura victoriana del siglo XIX (recuérdese «Frankenstein» de Mary Shelley) y tomado igualmente por el cine en sus primeros andares [recuérdese «El doctor Frankenstein» (Frankenstein, James Whale, USA, 1931]. Obviamente, la puesta en escena ha ido evolucionando y adaptándose a los distintos periodos en los que fue filmada, así como al subgénero de terror que se pretendiese recrear; eso sí, de manera más o menos impactante y afortunada. Pensemos en: «The stone tapes» (Peter Sasdy, Reino Unido, 1972) que, a pesar de tratarse de otro subgénero de terror, la rigurosidad y el escepticismos científicos, individualizados en la maquinaria e informática más novedosa, fueron utilizados como medios para explicar un hecho sobrenatural; en «Scream. Vigila quién llama» (Scream, Wes Craven, USA, 1996), donde el teléfono móvil podía permitir encubrir los actos del típico slasher, impensable con la telefonía fija; o en «Black Mirror: Playtesting» (Charlie Brooker, Reino Unido, 2016).
En suma, estamos hablando de lo cotidiano, de lo habitual, de lo frecuente, de lo que nos sucede y vivimos cada día, que se transforma en miedo, en perturbación, en terror. Sea nuestra casa, nuestra pareja o nuestra red social, que deja de ser algo seguro e inquebrantable para volverse contra nosotros. Esto es, transformarse en verdadero horror. Sin embargo, Friend Request no alcanza ese clímax que la hace distinta a las demás y se queda en una de las muchas películas de terror entretenidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
elotroladodelterror
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4
11 de abril de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shut in es otro intrascendente e insulso thriller de terror. Predecible e insatisfactorio, este filme pasará desapercibido para los amantes del género. Pese a lo comentado, puede afirmarse que la dirección y la fotografía son serias. No reseñables, pero si suficientes para implicarnos en el metraje.
Noemi Watts sostiene en todo momento la película. Un pulcro y cuidado trabajo que la mejora sustancialmente, pero que lamentablemente el drama que la veterana actriz carga sobre sus hombros sólo roza el límite de lo creíble, sin alcanzarlo. Ello contrasta con la intrascendencia del resto de personajes secundarios. Sus apariciones apenas aportan valor alguno a la cinta, incluida la del veterano Oliver Platt. Por su parte, Charlie Heaton como otro protagonista, hace un vacío y poco creíble papel, en correspondencia con el metraje.
El principal inconveniente reside en la trama y los detalles que la construyen. No puede negarse que Shut in comienza con cierto atractivo: la pérdida que sufre Mary, el obligado cuidado del hijo malparado, la repentina desaparición del niño que pretende ayudar. Incluso la trama se mantiene y uno desea que continúe. Sin embargo, al mismo tiempo que pasan los minutos el guión se va deshinchando paulatinamente. Nada es casual, inopinado o insólito. Todo es ordinario y convencional. Se le espera, se le ve venir. Nada sorprende y todo es demasiado imaginable.
Concebimos la dificultad de encontrar nuevos aspectos narrativos e, incluso, visuales. Pese a ello, la obviedad utilizada a la hora de mostrarnos las peculiaridades que definen todo thriller de terror la apreciamos excesiva. En este sentido, los escasos sobresaltos vienen manifiestamente anunciados. Asimismo acontece con la manera de distorsionar la realidad de la protagonista o en el giro de guión que resuelve la narración. El final –patente y descarado homenaje al Resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, USA, 1980) – ostenta prácticamente todas las piezas características que componen todo desenlace de esta tipología y no permite lamentablemente cabida alguna a la singularidad. Con todo, insistimos, la dirección cumple y no convierte su consumación en un simple «corta y pega» de clichés narrativos y cinematográficos.
Para El otro lado del terror Shut in suspende merecidamente, incluso teniendo presente la más que intachable e íntegra actuación de Noemi Watts. Ella es la única motivación que exponemos en esta crítica para justificar la visión de esta película.
elotroladodelterror
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6
25 de abril de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
The void es un actual homenaje al cine y literatura de terror de los 80. Lovecraft, Clive Barker y John Carpenter son las puntas del triángulo que portan los encapuchados que asedian a los protagonistas en sus hábitos, mientras que en su interior se concentra gran parte de lo engendrado por el género en la penúltima década del siglo XX. Es una ofrenda o un tributo al cine de otra época. Un intento renovado de hacer cosas ya hechas, pero utilizando magistralmente los aires del presente. Y, en cierta medida, Jeremy Gillespie y Steven Kostanski lo consiguen.
En materia técnica, es innegable la profesionalidad que han profesado sus directores en la realización de su infausto universo. Se alientan de unos relevantes montaje, fotografía, música y, sobre todo, maquillaje y efectos especiales. En relación con estos últimos, no dudan en utilizar medios de corte artesano propios de otras décadas para recrear su caos, aunque la falta de medios económicos está presente en ellos. Ello desemboca en un serio, maduro y extraordinario trabajo visual y sensorial al presentar un escenario y una atmósfera angustiosos, amenazadores, claustrofóbicos y provoca un enérgico impacto para nuestros ojos a medida que avanza el metraje. Un éxtasis de imagines y sonidos que nos dejan maravillados y paralizados en nuestros asientos. Es un cine de los años 80 en la segunda década del siglo XXI.
Como casi siempre, existe una cruz. En primer lugar, el cosmos de Jeremy Gillespie y Steven Kostanski recrea simultáneamente una exigua originalidad. Todo lo que se nos ofrece parece que de una u otra manera está ya visto. En segundo lugar, a medida que van avanzando los minutos el guión se desinfla. En efecto, en el comienzo se crea una elevada expectación e interés por conocer lo que nos espera (realmente es electrizante); sin embargo, más allá de ello y pese a su simpleza, el libreto se convierte en un revuelto de ideas que confunde al espectador por momentos al quedar algunas cuestiones en el aire o no indagar en otras. De este modo, se impide que brote la firmeza y solidez necesarias para cimentar el guión y reduce la credibilidad de la idiosincrasia propia de la película. Todo lo anterior, sin embargo, no extirpa el buen hacer que con diestra singularidad se ha llevado a cabo en este trabajo ya que el ritmo y la acción no se ven en ningún momentos enredados o atropellados, y la mezcla de subgéneros (monstruos, ciencia-ficción, psicológico, fantástico, satánico) funciona impecablemente. Únicamente elimina el atrevimiento e innovación necesarios para convertirse en todo un clásico.
Por último, los actores cumplen con su cometido, pese a la inexistencia de definición de sus rasgos propios y característicos. El papel que interpreta Aaron Poole es plano y no brilla como héroe. Algo similar acontece con el papel de Kenneth Welsh, como nuevo dios o nuevo profeta. La escasa elaboración de los mismos, insistimos, desprecia la fuerza, energía y vigor derrochados por la parte técnica a la hora de crear un nuevo universo; eso sí, sin desintegrar la película en ningún instante.
En definitiva, The void es un gran filme que le falta lo necesario para llegar a ser un clásico: los desaciertos empañan la embriaguez visual y sensorial que se nos ofrece desde el primer minuto. Se merece un justísimo notable en nuestra clasificación del Elotroladodelterror.
elotroladodelterror
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