Como excelente actor que era, Gregory Peck cumplía con brillantez en todo tipo de papeles. En "El hombre del traje gris" interpreta a un padre de familia, a un hombre absolutamente normal, uno de los muchos millones de americanos de clase media que sufrieron las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. La película nos cuenta cómo el protagonista intenta hacer siempre lo correcto dentro de un mundo donde no siempre es lo más fácil. Fredric March y Lee J. Cobb, siempre brillantes, son el mejor complemento para el grandísimo Gregory Peck. Muchos americanos de la época se sintieron reflejados en esta película. Bastante recomendable.

Si los años cuarenta supusieron la época dorada del Cine Negro, la década anterior estuvo marcada por la proliferación de comedias. Malas, regulares, buenas y muy buenas, de todo hubo. "Una mujer difamada" está sin duda entre las muy buenas porque cumple a la perfección con las premisas de una gran comedia: el buen hacer en la dirección de Jack Conway, un original y entretenido guión, todo tipo de situaciones rocambolescas, giros imprevistos en la trama y tres de los mejores actores del momento: Myrna Loy, William Powell y Spencer Tracy, que se desenvolvían de maravilla en este tipo de producciones. La película nos habla del gran poder la prensa y de los poquísimos escrúpulos de algunos periodistas (geniales Powell y Tracy) para obtener cualquier historia jugosa, sin importar lo más mínimo que sea cierta o no. La "víctima" será una recelosa y cansada millonaria (Myrna Loy), una bella joven que ya se ha visto envuelta en todo tipo de rumores antes de que Tracy y Powell entren en acción. Jean Harlow y el veterano Walter Connolly redondean el reparto, por si fuera poco. Estamos ante una ácida e irónica mirada al cruel mundo de la prensa, ante una película que no ha perdido ni un ápice de frescura . "Una mujer difamada" es, probablemente, una de las cinco mejores comedias de toda la década.

"Lazo sagrado" no es una película que se queda grabada en el recuerdo para siempre, eso está claro. Sin embargo tiene una peculiaridad (para mal y para bien) que la hace bastante curiosa. Cuando se da por sentado que uno está viendo una comedia, el argumento va cambiando poco a poco hasta desembocar en un sensiblero drama. El cambio de tercio confunde bastante, pero por lo menos nos permite, en la misma película, observar la grandeza de dos actores (Carole Lombard y James Stewart) que cambian sus registros de manera genial. Pocas veces nos encontramos ante dos genios que abordan con la misma brillantez drama y comedia en una sola película. La historia nos cuenta los inicios de un joven matrimonio y la lucha del joven, lleno de inseguridades y complejos, para labrarse una mejor carrera en su empresa, incitado por su reciente esposa, que sí es capaz de ver la verdadera valía de su marido. La sombra de la hija de su jefe (el gran Charles Coburn), enamorada de él, será otro problema añadido. El resultado es regular, pero sólo por ver a Lombard y Stewart, merece la pena verla.

Ava Gardner y Gregory Peck, dos grandes entre los grandes del cine, comenzaron sus carreras a mediados de los cuarenta. Es extraño que, contando con la presencia de ambos, esta película sea casi una absoluta desconocida. Sin embargo esconde un gran interés, ya que aborda un tema nunca antes mostrado en la gran pantalla: la ludopatía. Siodmak fue valiente al tratar esta enfermedad como tal, ya que la gran mayoría de la sociedad de la época ni siquiera sabía lo que significaba dicha palabra. El director trata con crudeza y valentía las terribles consecuencas de quienes la sufren, sin tabúes ni rodeos.
Gregory Peck demuestra su versatilidad con una excelente interpretación dramática, y la Gardner supone el complemento perfecto, tanto por su belleza como por su solvencia ante las cámaras. El Gran Pecador es una joya injustamente olvidada.

Con dos actorazos como Humphrey Bogart y Fredric March, es casi imposible que una película carezca de interés. Si además es dirigida por William Wyler, el resultado ha de ser bueno. Y con Horas Desesperadas es eso precisamente lo que ocurre. Gran dirección y grandes interpretaciones en una película que recuerda mucho a otras dos del gran Humphrey, El Bosque Petrificado (hacía de "malo") y Cayo Largo (hacía de "bueno). En horas desesperadas, Bogart ejerce otra vez de delincuente sin escrúpulos, encerrando en su casa a una familia en espera de noticias de su novia. Fredric March, estupendo en el papel de buen padre y esposo, intentará plantar cara al malvado Bogart. Los actores de reparto también están a la altura. Lo dicho, no podía salir mal, y Horas Desesperadas, sencillamente, es una gran película con grandes dosis de emoción e incertidumbre. Y es que, William Wyler rara vez se equivocaba