Esta serie con pequeñas dosis de costumbrismo japonés nos regala un conjunto de vivencias en las que unos personajes variopintos se enfrentan a situaciones cotidianas, quizá no cercanas a lo que entendemos que ocurre en occidente, pero no por ello menos realistas. En todas y cada una de las mismas se reflexiona sobre el amor y el desamor, la familia, la amistad y, sobre todo, la soledad, que está presente en cada uno de los episodios, relatados con una delicadeza excepcional. Todo ello introducido por el plato del día que prepara el propietario del restaurante donde se concentra la mayor parte de las historias. Muy recomendable.