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Críticas de Bitter Bierce
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de octubre de 2012
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace unos años a ésta parte, el subgénero "zombi" empieza a reivindicar una cierta clase, una estética más madura y un fondo mucho más elegante. Es posible que dentro de unos años sea reivindicado por los mismos sesudos críticos que hoy lo denostan, clasificándolo de vulgar, grosero o simplemente asqueroso. Lo mismo sucedió con el "Spaghetti-western". Sergio Leone fue reconocido como maestro muchas décadas después de sus atípicos westerns de finales de los sesenta y setenta.

EXIT HUMANITY es una película original, no solo por transcurrir en el siglo XIX -una época muy poco utilizada por el genero zombi - sino por seguir las pautas del western crepuscular (en si mismo casi un subgénero del mismo western). Un padre que ha perdido violentamente a su mujer e hijo tratará de redimir su culpa y aplacar su dolor realizando ciertas gestas en una comarca poblada de zombies.

Los actores están muy bien y no sobreactúan (merece la pena verla en ingles, pues se trata de un bello inglés clásico, muy bien modulado); el ritmo de la película es lento e introspectivo (algo que sin duda molestará a los seguidores habituales del genero zombie, mucho más acostumbrados a un ritmo trepidante, con carreras y cabezas reventadas a millares), el recorrido de los inhóspitos paisajes y la música subrayan bien el estado de ánimo del protagonista. La tristeza por la pérdida, mucho más que el miedo ante las hordas de muertos vivientes, envuelve vaporosamente toda la película. Hay mucho de Poe (El Cuervo), hay mucho Ambrose Bierce (Cuentos de Soldados y Civiles) en ésta película desolada y sombría.

Los efectos especiales son buenos y sin los habituales excesos purulentos del subgénero y la numerosa presencia de muertos vivientes está muy bien resuelta y bien repartida. Los muertos de "Exit Humanity" no tienen nada que envidiar a los zombies del maestro Romero y el guionista hasta se permite seguir las pautas clásicas del género desde "La Noche de los Muertos Vivientes" (1968): un zombi solo puede matarse destrozándole el cerebro, una persona mordida será infectada, etc.

Hay muchas cosas que no quedan claras en la película, por ejemplo ¿cómo es posible que una plaga tan virulenta iniciada en 1865 en Tennesse no se esparciera por toda la tierra? Supongo que se trata de una de las numerosas licencias que el cine fantástico se permite. Al fin y al cabo la pregunta más lógica es ¿cómo es posible que los muertos resuciten? En todo caso el espectador que se pregunta esas cosas no suele gustar del cine de zombies.

El gran lastre que acarrea esta buena y original película es que no va a satisfacer a los amantes del cine de zombies (por su lentitud y su lírica) y tampoco gustará a quienes detestan o evitan el cine de zombies (por lo explicito de algunas escenas "gore" y la propia temática). Me temo que a pesar de sus muchos valores y por la originalidad de aunar poesía con cadáveres andantes la película será solo apreciada por una rara minoría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bitter Bierce
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1
25 de octubre de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El perpetrador de esté violentísimo videojuego ha conseguido aunar todos estos ingredientes en CENTURIÓN, una película que no solo es aburrida sino redundante (las escenas de persecución en la que poco a poco van cayendo los actores son tediosas a más no poder y uno solo desea que por favor se los carguen a todos sin más demora).

Puede ser que yo ya pertenezca a una generación (1964) que no soportar sin retortijones las falsas escenas de acción en las que el cameraman al parecer también participa en el combate blandiendo la steadycam mientras filma. Es un verdadero fraude a la buena fe del espectador que va al cine “de romanos” con la intención de “ver” alguna que otra batalla y no una espiral psicodélica y enfebrecida de colores abstractos, sombras fugaces y sonidos impactantes. Es evidente que con este recurso pretendidamente realista (“la guerra es así: caos y confusión”) el productor se ahorra unos cientos de miles de dólares en extras y en la coreografía que exige el rodaje de una buena batalla (que le pregunten a Kubrick con Espartaco o a Gibson con Braveheart). Cuando en alguna ocasión el director nos concede la gracia de ver algo (la emboscada en el bosque), uno se pregunta en que academia militar obtuvo el título de centurión nuestro protagonista (decide atrincherarse en una zanja flanqueada por dos empinadas colinas desde las que –naturalmente- atacaran “los malos” con previsible resultado). Con militares así Roma jamás habría llegado a ocupar sus siete colinas.

Los personajes son puro arquetipo de tebeo y la letal guerrera “picta” (Olga Kurylenko) aparte de tener síntomas preocupantes de desnutrición severa presenta el ademán hosco y refunfuñante de todas las top models desde los tiempos de Claudia Schieffer.

Por si todo esto fuera poco, la película no se conforma con limitarse a ser puro espectáculo para un cierto tipo de público, sino que trata de ilustrarnos y abrir nuestra mente a nobles ideales. El director, en un momento de responsabilidad divina ha decidido que el espectador (muy probablemente bastante ajeno a las obras de Tácito, Cesar, Suetonio o Plutarco) tiene que meditar entre decapitación y decapitación sobre los Derechos Humanos, la Solidaridad, la Democracia y otras afectadas y hermosas palabras (bastante incomprendidas, por cierto, en tiempos de Adriano)
Bitter Bierce
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9
25 de octubre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí una reseña de esta original película en un libro excelente (“Cine de zombies”) y tras un tiempo de búsqueda pude hacerme con ella.

Lo primero que te viene a la cabeza cuando llevas unos pocos minutos de metraje es su parecido con la dirección artística de Tim Burton. La ciudad (norteamericana) de los años cincuenta en la que transcurre la película bien podría ser la misma de Eduardo Manostijeras (también la de “Las mujeres perfectas”). Sus personajes son estereotipos del americano medio de la comedia amable y familiar de los cincuenta. Calles limpias, casas impolutas y espaciosas, jardines bien cuidados, lecheros y carteros amables, vecinos sonrientes, mujeres con aspecto de Doris Day, grandes coches familiares perfectamente encerados, mujeres con cintura de avispa y hombres con sombrero...

La película, sin embargo, como toda buena comedia negra que se precie, aporta mucho más vitriolo que miel: amas de casa impecables pero con una carga de frustración (y tensión sexual) apenas disimulada (la asociación freudiana Eros-Tanatos queda bien patente en la película), una sociedad violenta bajo la apariencia de orden (la escena de la clase al inicio de la película sienta las bases “éticas”), un consumo desaforado (cuyo paradigma en queda encarnado en los zombies como oscuro objeto de deseo) y un lenguaje tan pervertido que ha tergiversado el sentido de las palabras amor-odio, vida-muerte, ciencia-brutalidad. Como en las peores tiranías el lenguaje se ocupa de hacer que nada sea lo que parece.

FIDO consigue algo muy difícil en una película “de zombies”: te divierte con algunas escenas muy irónicas (el principio es sensacional) y te asusta o inquieta en otras (la escena nocturna del niño buscando la pelota en el parque). No es una parodia, pero tampoco sigue las pautas del género (llega incluso a inventarse algunas “peculiaridades” de los zombies; más allá de las pautas establecidas por George A. Romero) algo que despista muchísimo al espectador de cualquiera de los géneros.

Los efectos especiales están muy logrados y la ambientación de esa ciudad ideal es impecable.

Una película muy recomendable y que junto con ZOMBIES PARTY y BIENVENIDOS A ZOMBIE LAND abre nuevos caminos a un subgénero (zombies) que parecía ya algo redundante y exhausto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bitter Bierce
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9
25 de octubre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que leí la novela y quedé fascinado por su hermosa elegía de la paternidad (en este caso desde el punto de vista masculino).

La película no se queda a la zaga... Las imágenes son impactantes y hermosas. Está envuelta en una bruma de desolación que duele y fascina al mismo tiempo. La actuación de Vigo Mortensen es realmente impresionante (hay que ver la película en versión original, para escuchar su hilo de voz; de voz cansada y asustada). El papel era muy difícil, pues podía caer en la sensiblería más ñoña o en la brutalidad de Mad Max. Sin embargo, logra que como espectador (y en mi caso padre) te identifiques con el amor del padre por su hijo. También con su angustia de saber en que mundo habría de criarse. Esa angustia es, quizás, lo más empático de la película. No puedes dejar de pensar que es lo que harías tu en una situación así.

No hay escenas truculentas, ni abunda la acción. Todo es calmo, lento y doloroso (que diría Satie). Discurre su metraje suavemente, sin trompicones, con conversaciones preciosas y una voz en off que es pura poesía. Llama la atención el contraste entre la ética del padre y del hijo. La ética del niño, quizás porque no ha conocido nada mejor que el caos imperante y no se da cuenta del riesgo en que viven, es muy superior a la del padre, cuya desesperada búsqueda de la supervivencia diaria hace que se desprenda de cualquier atisbo de humanitarismo que pudiera entorpecer su objetivo.

La adaptación de la novela es casi perfecta. Creo que hay una escena que no recuerdo, pero es lo de menos. No queda mal. La banda sonora (un piano lento, sin acompañamiento) de una nostalgia terrible.

Cine cargado de sentimientos y sosegado, algo que hoy en día se agradece. Cuando mi hijo crezca, querré verla con el.
Bitter Bierce
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2
25 de octubre de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás porque una película del género “gángsters” siempre me crea altas expectativas y la presencia de Johnny Deep suele satisfacerlas, confieso que ENEMIGOS PÚBLICOS me pareció extremadamente endeble y muy, muy aburrida.

El actor muestra una absoluta falta de convicción (contagiosa) y la dirección cae en los vicios (al parecer inevitables) del cine actual: escenas propias de video clip, movimientos abruptos de cámara, estética retro adaptada a la moda actual (gabardinas al viento ¿acaso a cámara lenta? cual top model de pasarela).

No parece un personaje real, no hay un verdadero análisis crítico de la sociedad americana en crisis, la pretendida comparación con la sociedad actual es forzada y gratuita (si bien de una corrección política que sonroja), no se profundiza en los personajes y resulta muy difícil empatizar con un tipo que solo sabe apretar la mandíbula para parecer duro (James Cagney siempre fue creíble como duro y sin embargo era bajito y poca cosa).

Puede resultar ofensivo para los amantes del género (o hasta herético, según cual sea nuestro nivel de fe) esa referencia cultista a “Enemigo Público nº 1” (la escena en el cine). Quien ha visto en acción por las malas calles a Burt Lancaster, Robert Mitchum, Sterling Hayden, James Cagney o Bogart sabe perfectamente que los tipos duros no bailan y, sobre todo, se abstienen de tomar yogurt light con bifidus.
Bitter Bierce
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