Si 12 planos secuencias contados cronológicamente en orden inverso no sirven para calificar la cinta de obra maestra, al menos sí lo hacen para enseñar (y tómese el término en sus acepciones pedagógicas) lo que con una historia de todos los días se puede transmitir por el noble y amado medio cinematográfico.

Ya desde un principio, los créditos y primeros planos nos advierten de qué va la cosa, de cómo la espiral, en este caso de violencia hace que a uno le asalten los más bajos instintos y desee llegar al centro, al final de ella, donde no hay nada salvo el camino recorrido.

Noé hace un trabajo soberbio, que sobrepasa lo permisible para no caer en la pedantería artificiosa a la que se presta, pero que se justifica sobradamente por la crudeza de lo que nos cuenta.

Tal es así que, justo cuando uno desea que la cámara de vueltas para poder perdernos algunos momentos de metraje, el plano fijo nos obliga a ser observadores de 10 minutos desgarradores, donde lo que da vueltas es nuestro estómago, cuyo único alivio es ver la pequeña posibilidad de que no se va a consumar lo que ya hemos empezado a aborrecer.

Magnífico tratamiento de la fotografía de fin a principio, de caos a orden, de fealdad a belleza... de sombras a color, donde la música le acompaña fielmente para que el resultado tenga una coherencia difícil de sospechar al principio.

Y buen trabajo sobre los actores, mostrados con la naturalidad que requieren las conversacines de las que somos partícipes. Sólo los espectadores estamos en todas y somos conscientes de la verdad absoluta que les rodea.

Estupenda cinta con tintes de Nolan, Kubrick y Figgis.

Sin apenas palabras transcurre el ir y venir de ideas que esta alocada cinta nos plantea. Todo transcurre de un modo altamente inverosímil, rodeado de bella música que Figgis se encarga de reproducir a modo de partitura en los créditos finales. Gracias.

Pero ni con ciertos detalles, ni con desnudos, ni con fantasías sexuales se salva un film del que poco o nada se sabe.

El montaje deja todo a medio porque las historias no concuerdan; incluso al montarlas por orden cronológico aleatorio no consigue engañarnos.

Mal para un Mike con momentos anteriores de auténtica delicia, pero que quizá tuvo que pasar por esto.

Quizá, si viste la primera parte, te pique el gusanillo de ver esta basura lamentable que intenta mantenerte pendiente mediante la insinuación de jovencitas con falditas de cuadritos. No pierdas el tiempo.

Fatal precuela de un director que se atreve a mostrar su cara en la peli. Sí, sí... a lo Hitchcock.

Bodrio insufrible encarnado por un rubio poco convincente, carente de carácter incluso en el mundo del espionaje de 007.

La pobre Dench, hace lo que puede para no pegar un tiro a ese que durante más de dos horas intenta mantenernos en vilo con una estúpida partida de póker en la que poco importan los jugadores, porque no participan.

Un comienzo espectacular con impactantes imágenes de un negro (¿parisino?) que es un fiera en eso del parkour pero que no se deshace de nuestro agente, acaba con un aburrido guión y, todavía peor, con un despliegue poco atractivo de juguetitos tecnológicos.

Se entiende que haya que verla, pero no pasa nada por decir que es mala.

Patética y ridícula ¿película? en la que todo, absolutamente todo, es insultante. Las gracias son estúpidas, el guión... también. Las actuaciones son deprimentes, la dirección... también.

Lamentable producto que intenta mostrar las habilidades de los ¿samurais? que practican el parkour, a los cuales no veremos en verdadera acción hasta pasar cerca de 40 minutos en un intento bochornoso de salvarle la vida a un niño que, pobrecillo, debería haber tenido la misma oportunidad que el de John Q.

Me quedo con "Los bicivoladores", "Thrashin´" o "Al filo del abismo". ¿Las recuerdan? Pues claro que sí; no se podrá decir lo mismo de estos Yamakasi. Ni siquiera existe una Sherilyn Fenn, o una Nicole Kidman... una de las peores películas que un ser humano puede crear.