Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de oaguileram
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
9
23 de noviembre de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bastó una chispa para que ardiese todo Chicago. Partir de lo ínfimo para llegar al todo. Obviamente, ante el primer ejemplo, si no eres Nerón o cualquier de sus descendientes quemamontes, sería preferible invertir el proceso y que los rescoldos precediesen a las llamas. En cambio, una narración adquiere una razón de ser si su estructura, su cuerpo dramático o columna argumental va creciendo sin alterar una pausada respiración, para así, poco a poco, llegar al climax; ese desenlace que da sentido y justifica su corta o larga existencia.
Afortunadamente, Arturo Ruiz Serrano es un cineasta que camina al margen de las modas imperantes, y al subirse a su primer largometraje, en vez de utilizar sus espuelas para lanzarse a todo galope desde el primer plano, ha optado por agarrar las riendas y avanzar lentamente, porque conoce el camino, y como la borrica que aparece al principio de “El destierro”, sabe que, si no se deja llevar por la prisa, no se perderá sorteando las inclemencias que pueden causar los inesperados giros de guión, y finalmente, conseguirá llegar a su destino con sus alforjas llenas de emoción y verdad.
La historia es básica, y ahí precisamente radica su mayor mérito. Ruiz Serrano, a través de sus ojos, ha llenado sus venas de cine, y en este caso, es decir, en su ópera prima, resuenan los ecos de Anthony Mann, pero, sobre todo, y aunque él no lo sepa, de Budd Boetticher, aquel artesano sin ínfulas de autor que, solo necesitaba 4 personajes y un paraje árido para hacer una radiografía de la condición humana, todo ello envuelto en papel de western. Bajo mi punto de vista, ése es el sendero que ha elegido este prometedor narrador de historias, y sin duda, es algo muy meritorio, pues, a primera vista, es un modelo poco agradecido, ya que carece de los ingredientes que son indispensables para que, actualmente, el gran público se tome la molestia de ir al cine.
Eric Francés es Silverio, al igual que Randolph Scott era Buchanan, (cualquiera de sus colaboraciones con Boetticher) un hombre que va a lo suyo y que en su habitual soledad y bajo su rostro curtido, oculta un gran corazón, una hondura de alma que permanece agazapada tras bruscos modales y un aparente egoísmo. Joan Carles Suau es Teo, al igual que Anthony Perkins era Ben Owen (“The Tin Star” de A.Mann), un joven inexperto que, a su pesar, y gracias a personas que él, en principio, detestaba, descubrirá que madurar era otra cosa, y que el mundo no era como le habían enseñado. Y para completar el triángulo, Mónica Kowalska es Zoska, al igual que Julie London era Billie (“Man of the West” de A.Mann), una mujer desubicada y que tendrá que sobrevivir en un lugar extraño y agreste, rodeada de hombres violentos o tan perdidos como ella.
Con estos tres elementos, Arturo Ruiz Serrano, con la complicidad pictórica de Nicolás Pinzón tras la cámara, e Iván Ruiz tras la batuta, en vez optar por “horizontes felices y divertidos”, (como los de “La leyenda de la ciudad sin nombre”, un incalificable western musical, también protagonizado por un triángulo escaleno) ha escogido el camino más difícil, el de la tragedia inevitable que encierra cualquier guerra, ese duro final de un camino que lentamente se ha ido tiñendo de un manto de amarga tristeza como esa nieve que cubre la gran montaña que Arturo Ruiz Serrano ha escalado llevando a lomos, como la borrica, su ópera prima, para, en voz baja y sin prisa, coronar con éxito la cima. Lo malo es que él, al igual que sus protagonistas, no está en el lugar adecuado, ya que si el autor de esta película fuese de Irán, Chechenia o cualquier país de los Balcanes, otro gallo le cantaría.
Alber Ponte
oaguileram
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow