God Exists, Her Name Is Petrunya (2019)

En medio de la península balcánica, rodeada por Serbia, Kosovo, Bulgaria, Grecia y Albania; sin salida al mar, y con una población de poco más de dos millones, se haya Macedonia del Norte (una de las seis antiguas repúblicas que formaban Yugoslavia). En un pueblecito de este nuevo y empobrecido país vive Petrunya, una joven desorientada y con unas expectativas poco alentadoras en cuanto a trabajo; y por tanto secuestrada, muy a su pesar, en casa de unos padres ancianos, desilusionados y con la paciencia al límite. En estas pésimas circunstancias tiene lugar un episodio que cambiará la vida de la desafortunada criatura.

De forma accidental e inocente, en una sociedad anclada en el medievo, se produce un acontecimiento que pone patas arriba las convicciones tradicionalistas y religiosas de quienes nunca se hubieran planteado el protagonismo, y la rebeldía, de una mujer que se empodera milagrosamente clamando por la igualdad y libertad, que emanan del derecho de haber nacido.
Un gesto tan pequeño y autodefensivo, como el de Petrunya, será suficiente para hacer temblar las estructuras que se asientan sobre los agrietados cimientos del patriarcado más soez, que se ampara bajo el paraguas de la Iglesia Ortodoxa.

Valiente y más que razonable el reivindicativo trabajo de la activista Teona Strugar (1974); que se apoya en su hermana Labina Mitevska (actriz y productora), para gritar el "...hasta aquí hemos llegado" y reclamar, echándolo todo en el envite, no la condición de diosas para las mujeres, sino la de Dios. Después de todo, la vida la puede quitar cualquiera, pero solo ellas pueden darla.

La directora Teona Strugar Mitevska nos presenta su quinto largometraje, en el cual vuelve a denunciar el sistema religioso y patriarcal de su Macedonia natal. Teona ha decidido volver a su país para luchar, igual que lo hace la protagonista, contra la intolerancia. La película formo parte de la Sección Oficial del Festival de cine de Berlín. Aquí en nuestro país antes de su estreno en salas, formo parte de la Sección Oficial del Festival de Cine de Sevilla, donde obtuvo el premio a la mejor interpretación femenina. Tambíen ha conseguido este año el premio Lux que otorga el Parlamento Europeo.

Nos cuenta la historia de Petrunya, una treintañera maltratada tanto por sus expectativas vitales como físicas. En ningún momento consigue encontrar su sitio, vive en casa con sus padres ya mayores y no consigue encontrar trabajo. Todo cambia cuando en medio de una típica celebración religiosa , en la cual se lanza una cruz al agua y un grupo de hombres tiene que ir a por ella, Petrunya decide tirarse al agua y ser la primera en cogerlo para defender su derecho a ser feliz. A partir de ese momento se desencadenaran una serie de acontecimientos a cual más surrealista.

En muchas ocasiones el mundo del cine ha servido como moneda de denuncia y está película es una de ellas, la directora intenta mostrar la situación de desigualad que viven las mujeres en Macedonia. Y la verdad es que se queda bien a gusto, se mete con la corrupción de las instituciones públicas, la manipulación de los medios de comunicación, el machismo, el fanatismo religiosos y el sistema heteropatriarcal.

Uno de los aspectos principales para que la película funcione es la maravillosa interpretación de Zorica Nusheva, ella sola se echa la película a sus espaldas, se hace fuerte y lucha en todo momento por mantenerse con ánimo y defender el derecho que ella considera que tiene para ser feliz. El espectador siente simpatía y respeto por ella. Como punto negativo, tengo que decir que creo que el final es algo precipitado y no está al nivel del resto. También considero que la directora repite mucho algunos aspectos y eso puede llegar a cansar al espectador. Aún así creo que una película interesante y fácil de recomendar.

Lo mejor: La interpretación de Zorica Nusheva
Lo peor: La parte final


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