Media votos
5.7
Votos
27
Críticas
27
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Shikigami:
4
6.9
6,535
Western
Narra el asalto a un tren por parte de unos bandidos. Escrita y dirigida por Edwin S. Porter, a quien se le atribuye en ocasiones la paternidad del cine de ficción, Porter trabajó en el estudio de Thomas Alva Edison, creando la que sería la primera película estadounidense importante. De 8 minutos de duración, "Asalto y robo de un tren" influyó de forma decisiva en el desarrollo del cine porque incluía innovaciones como el género ... [+]
4 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 29 de agosto de 1900, el famoso atracador Robert LeRoy Parker, conocido como Butch Cassidy, acompañado de su banda conocida como Hole-in-the-Wall, asaltó un tren de la Union Pacific Railroad en Tipton, Wyoming.
El suceso inspiró a Edwin S. Porter para su película, también basada en una obra de 1896 del propio guionista Scott Marble, en la que el lenguaje cinematográfico ya se va desarrollando como lo conocemos.
Falta pulirlo, no obstante. Pero las innovaciones que se encuentran en la película son tremendas. El inicio es brusco. Parece que todo va a suceder a una velocidad que nos impida asimilar la historia, pero no: hay escenas que mantienen un ritmo acertadísimo, lo que crea tensión a la trama.
Es una película del Oeste, porque ya incluye algunas de las características y personajes del género: banda de forajidos a caballo, tren sorteando tierras peligrosas, disparos con revólver Colt del 45, un sheriff, y gente pacífica con sus vestimentas y costumbres en construcciones de madera —se muestra lo que parece ser un saloon— y entorno rural, en una constante inquietud por lo que pueda pasar en tierras nunca seguras. Pero también es una película de atracos, donde se nos muestra cómo se las ingenian los malvados para hacerse con el botín. Es una película de buenos y malos, que nos hace tomar partido y empatizar con algunos personajes, ponernos en su pellejo. Y es una película, y esto es lo mejor, de acción. Mucha y muy bien rodada acción.
El suceso inspiró a Edwin S. Porter para su película, también basada en una obra de 1896 del propio guionista Scott Marble, en la que el lenguaje cinematográfico ya se va desarrollando como lo conocemos.
Falta pulirlo, no obstante. Pero las innovaciones que se encuentran en la película son tremendas. El inicio es brusco. Parece que todo va a suceder a una velocidad que nos impida asimilar la historia, pero no: hay escenas que mantienen un ritmo acertadísimo, lo que crea tensión a la trama.
Es una película del Oeste, porque ya incluye algunas de las características y personajes del género: banda de forajidos a caballo, tren sorteando tierras peligrosas, disparos con revólver Colt del 45, un sheriff, y gente pacífica con sus vestimentas y costumbres en construcciones de madera —se muestra lo que parece ser un saloon— y entorno rural, en una constante inquietud por lo que pueda pasar en tierras nunca seguras. Pero también es una película de atracos, donde se nos muestra cómo se las ingenian los malvados para hacerse con el botín. Es una película de buenos y malos, que nos hace tomar partido y empatizar con algunos personajes, ponernos en su pellejo. Y es una película, y esto es lo mejor, de acción. Mucha y muy bien rodada acción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Hay un momento de tensión excepcional de edición paralela: cuando los pobladores están bailando country despreocupadamente, el plano se mantiene lo suficiente para sacarnos de quicio, porque sabemos que los forajidos huyen con el botín. Uno de los primeros momentos del cine en los que la noticia de la tragedia irrumpe violentamente en medio de los momentos más felices de los protagonistas. El espectador lo sabe todo de antemano. Y eso crea desasosiego.
Muy bien creado el clímax con las novedosas técnicas narrativas, los diferentes planos y encuadres, la profundidad de campo, el manejo incipiente de la cámara que “busca” su objetivo (excelente paneo para seguir a los atracadores bajando la ladera y cruzando el arroyo en busca de las monturas). Pasamos de un lenguaje teatralizado a uno cinematográfico.
Uno de los actores, Broncho Billy Anderson, interpreta nada menos que tres papeles, que sepamos: es uno de los pistoleros, el ciudadano que cae abatido al pie del tren, y uno de los bailarines en la escena de la fiesta.
Justus D. Barnes interpreta al jefe de la banda, que además es el forajido (con cara de muy malo) que dispara al final —o al principio, según se requiriese— de la proyección. Era un truco para “asustar” al público, realzando la falta de escrúpulos de los criminales, que no dudan en disparar a cualquier inocente. Muy efectista.
El recurso de la elipsis inherente, por ejemplo cuando el tren echa a andar, y al instante en otra toma se detiene, es otra de las innovaciones que vemos en la película. Entendemos que el tren recorre una cierta distancia en un tiempo determinado, pero no se muestra. También se realizan con acierto elipsis de estructura en otras escenas, como la del operario del vagón correo, que siente la presencia de los bandidos, a los que no vemos hasta que no irrumpen en el vagón. O la escena del aviso del atraco en el bar, donde no vemos llegar al telegrafista.
Otra innovación narrativa es mostrar lo que sucede a través de ventanas o puertas del escenario, al fondo, para dotar de realismo a lo filmado. En la primera escena se observa el tren deteniéndose a través de la ventana del telegrafista. En la escena del vagón de la caja fuerte, vemos el paisaje moverse a través de la puerta, lo que expresa movimiento del vagón.
Toda esta complejidad tan precoz de filmación y edición da como resultado que asumamos la dificultad que conlleva todo el trabajo. Esa es su importancia capital. Vemos con enorme indulgencia algún fallo de raccord, alguna imperfección técnica e interpretativa. Pero el escalón que supone esta película es necesario para ir subiendo hacia cotas más altas. Es una pista de despegue que permite volar a cielos inimaginables.
Como todo el cine mudo, las expresiones y gestos se exageran. A veces demasiado, como alguna muerte que se ve en esta película. También es verdad que caerse al suelo, y más sin doble, es una tarea peligrosa, y hay que pensárselo bien dando alguna vuelta de más antes de enfrentarse con la dura superficie.
En el robo real del 29 de agosto de 1900 en Wyoming, la banda de Butch Cassidy obligó a punta de pistola al maquinista a desacoplar los vagones de la locomotora. Después volaron la caja fuerte del vagón correo para llevarse 55.000 mil dólares. La referencia es muy clara. Aunque el final de la película es ya una invención: Butch Cassidy siguió dedicándose a grandes robos unos cuantos años más. Según unas versiones murió en un tiroteo en Bolivia. Según otras, regresó vivo a Estados Unidos.
Para los ávidos de historias con idéntico origen, en “Dos hombres y un destino”, Paul Newman interpreta a Cassidy Butch. Y la escena del tren es una reinterpretación algo exagerada y cómica de lo que sucedió en realidad. También podemos ver una escena basada en el mismo robo en “Los primeros golpes de Butch Cassidy y Sundance”, de Richard Lester, con Tom Berenger haciendo de Cassidy.
Muy bien creado el clímax con las novedosas técnicas narrativas, los diferentes planos y encuadres, la profundidad de campo, el manejo incipiente de la cámara que “busca” su objetivo (excelente paneo para seguir a los atracadores bajando la ladera y cruzando el arroyo en busca de las monturas). Pasamos de un lenguaje teatralizado a uno cinematográfico.
Uno de los actores, Broncho Billy Anderson, interpreta nada menos que tres papeles, que sepamos: es uno de los pistoleros, el ciudadano que cae abatido al pie del tren, y uno de los bailarines en la escena de la fiesta.
Justus D. Barnes interpreta al jefe de la banda, que además es el forajido (con cara de muy malo) que dispara al final —o al principio, según se requiriese— de la proyección. Era un truco para “asustar” al público, realzando la falta de escrúpulos de los criminales, que no dudan en disparar a cualquier inocente. Muy efectista.
El recurso de la elipsis inherente, por ejemplo cuando el tren echa a andar, y al instante en otra toma se detiene, es otra de las innovaciones que vemos en la película. Entendemos que el tren recorre una cierta distancia en un tiempo determinado, pero no se muestra. También se realizan con acierto elipsis de estructura en otras escenas, como la del operario del vagón correo, que siente la presencia de los bandidos, a los que no vemos hasta que no irrumpen en el vagón. O la escena del aviso del atraco en el bar, donde no vemos llegar al telegrafista.
Otra innovación narrativa es mostrar lo que sucede a través de ventanas o puertas del escenario, al fondo, para dotar de realismo a lo filmado. En la primera escena se observa el tren deteniéndose a través de la ventana del telegrafista. En la escena del vagón de la caja fuerte, vemos el paisaje moverse a través de la puerta, lo que expresa movimiento del vagón.
Toda esta complejidad tan precoz de filmación y edición da como resultado que asumamos la dificultad que conlleva todo el trabajo. Esa es su importancia capital. Vemos con enorme indulgencia algún fallo de raccord, alguna imperfección técnica e interpretativa. Pero el escalón que supone esta película es necesario para ir subiendo hacia cotas más altas. Es una pista de despegue que permite volar a cielos inimaginables.
Como todo el cine mudo, las expresiones y gestos se exageran. A veces demasiado, como alguna muerte que se ve en esta película. También es verdad que caerse al suelo, y más sin doble, es una tarea peligrosa, y hay que pensárselo bien dando alguna vuelta de más antes de enfrentarse con la dura superficie.
En el robo real del 29 de agosto de 1900 en Wyoming, la banda de Butch Cassidy obligó a punta de pistola al maquinista a desacoplar los vagones de la locomotora. Después volaron la caja fuerte del vagón correo para llevarse 55.000 mil dólares. La referencia es muy clara. Aunque el final de la película es ya una invención: Butch Cassidy siguió dedicándose a grandes robos unos cuantos años más. Según unas versiones murió en un tiroteo en Bolivia. Según otras, regresó vivo a Estados Unidos.
Para los ávidos de historias con idéntico origen, en “Dos hombres y un destino”, Paul Newman interpreta a Cassidy Butch. Y la escena del tren es una reinterpretación algo exagerada y cómica de lo que sucedió en realidad. También podemos ver una escena basada en el mismo robo en “Los primeros golpes de Butch Cassidy y Sundance”, de Richard Lester, con Tom Berenger haciendo de Cassidy.