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Voto de Meroe:
8
7.8
2,271
Serie de TV. Animación. Drama. Romance. Comedia
Serie de TV (2014-2015). 1 temporada. 23 episodios. "Your Lie in April" trata de un chico, prodigio del piano, que no puede escuchar su música después de haber sufrido un trauma en el cual perdió a su madre y a su instructor de piano. Habiéndole sido arrebatadas ambas personas, la vida de Kousei Arima se torna monótona y sin sentido. Un día le presentan a una violinista llamada Kaori Miyazono. A pesar de que su primera impresión de ella ... [+]
13 de mayo de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shigatsu wa kimi no uso es un anime muy bonito, probablemente el anime más bonito que haya visto nunca. No me refiero solo a su estética, a su cuidado dibujo o sus radiantes colores, que parecen invocar un cuento de fantasía. Éste anime es bonito porque su historia está contada con una delicadeza exquisita, tal que cada imagen exhalara poesía. Gran parte de su atmósfera -el corazón de la historia- es suave y cálido, como si en ese mundo el sosiego flotara en el aire como el polen en primavera. Éste anime me ha devuelto una extraña magia: me ha hecho olvidar que estoy mirando una historia irreal y simplemente he disfrutado con la sensación de ver algo bello que me ha hecho sentir bien.
Hay animes que sólo son encantadores por su cuidado argumento, diseñado para conmover a los espectadores, pero hay otros como Shigatsu wa kimi no uso que parecen poseer una esencia tan profunda que convierte cada elemento de la historia en un microcosmos personal. Por ejemplo Arima Kousei es el protagonista porque es en él donde más focaliza el argumento, pero si la atención se hubiera centrado en el leal y despierto Watari, o en la sensible y honesta Tsubaki, o en cualquiera de los otros personajes, el espíritu luminoso de Shigatsu wa kimi no uso seguiría siendo el mismo; algo muy característico de los animes de calidad. Éste anime apuesta por el optimismo más tierno, quizás menos racional que otros animes sobre “la vida” pero igualmente entrañable, o quizás es que es tan indulgente con nuestras emociones que prácticamente crea un mundo de ensueño. Ésta es la visión tierna.
Desde otra perspectiva podemos ver en Shigatsu wa kimi no uso un retrato nostálgico de la madurez, de cómo la alegría de la niñez se va dejando atrás a medida que vamos tomando consciencia de nuestro propio lugar en el mundo. Cuando la felicidad que antes dábamos por hecha se empieza a saturar de concesiones. No muchas series recogen de forma tan limpia las incertidumbres propias de la juventud, el hecho de que cuando una persona ha vivido pocos años tiene muchas menos oportunidades de disfrutar de su lozanía de lo que los adultos le reprochan. Las presiones por doquier, las dudas sobre uno mismo y el miedo a hacerlo mal y que tus errores marquen tu futuro para siempre convierten el día a día de un adolescente en una cuestión casi de supervivencia. Shigatsu wa kimi no uso recoge esa etapa joven y elabora un reflejo pristíno y tan real que casi duele.
La historia nos presenta a Arima Kousei, un dotado pianista antaño genio musical, pero que tras la muerte de su madre es incapaz de acercarse a su olvidado instrumento. A pesar de estar rodeado de gente maravillosa y buena, en especial sus íntimos amigos Watari y Tsubaki, siente que su vida carece de sentido (de color, de esencia misma) si no puede tocar el piano, si no puede hacer música. Un día de Abril, cuando la primavera muestra toda la belleza y exuberancia de la naturaleza, por azar Kousei conoce a la que será la mujer de su vida: Miyazono Kaori, una apasionada violinista. Ella es preciosa, chispeante, llena de luz y de vida; una niña que aún no se ha convertido en la joven que promete ser, o quizás una joven que no quiere dejar ir a la niña de su interior. Su personalidad optimista y arrolladora sacude el polvo y la oscuridad de la existencia de Kousei, devolviéndole el deseo por vivir y sentir, el deseo por volver a la música, a su piano. Kaori le muestra la gran diferencia -tan trascendente- entre un buen intérprete y un buen músico, de cómo el primero podrá ganar competiciones y premios; pero sólo el segundo usa el alma para tocar y será el músico (no el intérprete) el que llegará a los corazones de los que lo escuchen, y allí vivirá por siempre. Decir que se enamora de ella sería como decir que una rosa no es más que una flor. Pero Kaori se convierte oficialmente en la chica de Watari, su mejor y más fiel amigo, y Arima se siente incapaz de meterse en medio. Sin embargo el sutil romance que surge entre ellos no es comparable al emocionante vínculo que les otorga la música, lo único a lo que ambos entregarían toda su vida y su alma. Al mismo tiempo, y sin que él se de cuenta, Tsubaki empieza a concienciarse de que su profundo amor por Kousei trascienden más allá de la amistad, si bien sabe que no puede competir con la música y el brillo de Kaori.
La vida sigue entre juegos y risas, instrumentos y melodías, y momentos inolvidables con los amigos, y para cuando la primavera da paso al verano y el otoño tres de los cuatro amigos han dado un importante paso hacia la madurez. Las dudas sobre ellos mismos persisten, pero también el deseo por desarrollar y preservar una identidad propia que diga “éste soy yo”; así como comienzan a cristalizarse algunas expectativas y también realidades no tan agradables para todos. Es el inicio de caminos que empiezan a bifurcarse, cuando individualmente cada uno de ellos comienza a pensar en su futuro, en quienes son y quienes quieren ser. Watari consigue una beca de fútbol, Kousei quiere estudiar música en un importante instituto y Tsubaki no quiere alejarse del amor de su vida.
Hasta aquí es un anime perfecto, perfecto porque no resulta nada fácil no vanalizar con el universo adolescente. Prácticamente todas las historias -manga, películas y libros- tienen un afán mercantil, y lo único que ofrecen son cuentos que enmascaran con demasiado azúcar -o amargor, depende si es comedia o drama- el carácter complejo de una persona joven. Shigatsu wa kimi no uso crea un retrato profundo y realista de ésta etapa, con ternura, todo con mucha luz y ternura. Un mundo casi feerico que daría lo que fuera por que fuera una realidad. Quizás lo es en algún lugar, quizás…
(Sigue en spoiler)
Hay animes que sólo son encantadores por su cuidado argumento, diseñado para conmover a los espectadores, pero hay otros como Shigatsu wa kimi no uso que parecen poseer una esencia tan profunda que convierte cada elemento de la historia en un microcosmos personal. Por ejemplo Arima Kousei es el protagonista porque es en él donde más focaliza el argumento, pero si la atención se hubiera centrado en el leal y despierto Watari, o en la sensible y honesta Tsubaki, o en cualquiera de los otros personajes, el espíritu luminoso de Shigatsu wa kimi no uso seguiría siendo el mismo; algo muy característico de los animes de calidad. Éste anime apuesta por el optimismo más tierno, quizás menos racional que otros animes sobre “la vida” pero igualmente entrañable, o quizás es que es tan indulgente con nuestras emociones que prácticamente crea un mundo de ensueño. Ésta es la visión tierna.
Desde otra perspectiva podemos ver en Shigatsu wa kimi no uso un retrato nostálgico de la madurez, de cómo la alegría de la niñez se va dejando atrás a medida que vamos tomando consciencia de nuestro propio lugar en el mundo. Cuando la felicidad que antes dábamos por hecha se empieza a saturar de concesiones. No muchas series recogen de forma tan limpia las incertidumbres propias de la juventud, el hecho de que cuando una persona ha vivido pocos años tiene muchas menos oportunidades de disfrutar de su lozanía de lo que los adultos le reprochan. Las presiones por doquier, las dudas sobre uno mismo y el miedo a hacerlo mal y que tus errores marquen tu futuro para siempre convierten el día a día de un adolescente en una cuestión casi de supervivencia. Shigatsu wa kimi no uso recoge esa etapa joven y elabora un reflejo pristíno y tan real que casi duele.
La historia nos presenta a Arima Kousei, un dotado pianista antaño genio musical, pero que tras la muerte de su madre es incapaz de acercarse a su olvidado instrumento. A pesar de estar rodeado de gente maravillosa y buena, en especial sus íntimos amigos Watari y Tsubaki, siente que su vida carece de sentido (de color, de esencia misma) si no puede tocar el piano, si no puede hacer música. Un día de Abril, cuando la primavera muestra toda la belleza y exuberancia de la naturaleza, por azar Kousei conoce a la que será la mujer de su vida: Miyazono Kaori, una apasionada violinista. Ella es preciosa, chispeante, llena de luz y de vida; una niña que aún no se ha convertido en la joven que promete ser, o quizás una joven que no quiere dejar ir a la niña de su interior. Su personalidad optimista y arrolladora sacude el polvo y la oscuridad de la existencia de Kousei, devolviéndole el deseo por vivir y sentir, el deseo por volver a la música, a su piano. Kaori le muestra la gran diferencia -tan trascendente- entre un buen intérprete y un buen músico, de cómo el primero podrá ganar competiciones y premios; pero sólo el segundo usa el alma para tocar y será el músico (no el intérprete) el que llegará a los corazones de los que lo escuchen, y allí vivirá por siempre. Decir que se enamora de ella sería como decir que una rosa no es más que una flor. Pero Kaori se convierte oficialmente en la chica de Watari, su mejor y más fiel amigo, y Arima se siente incapaz de meterse en medio. Sin embargo el sutil romance que surge entre ellos no es comparable al emocionante vínculo que les otorga la música, lo único a lo que ambos entregarían toda su vida y su alma. Al mismo tiempo, y sin que él se de cuenta, Tsubaki empieza a concienciarse de que su profundo amor por Kousei trascienden más allá de la amistad, si bien sabe que no puede competir con la música y el brillo de Kaori.
La vida sigue entre juegos y risas, instrumentos y melodías, y momentos inolvidables con los amigos, y para cuando la primavera da paso al verano y el otoño tres de los cuatro amigos han dado un importante paso hacia la madurez. Las dudas sobre ellos mismos persisten, pero también el deseo por desarrollar y preservar una identidad propia que diga “éste soy yo”; así como comienzan a cristalizarse algunas expectativas y también realidades no tan agradables para todos. Es el inicio de caminos que empiezan a bifurcarse, cuando individualmente cada uno de ellos comienza a pensar en su futuro, en quienes son y quienes quieren ser. Watari consigue una beca de fútbol, Kousei quiere estudiar música en un importante instituto y Tsubaki no quiere alejarse del amor de su vida.
Hasta aquí es un anime perfecto, perfecto porque no resulta nada fácil no vanalizar con el universo adolescente. Prácticamente todas las historias -manga, películas y libros- tienen un afán mercantil, y lo único que ofrecen son cuentos que enmascaran con demasiado azúcar -o amargor, depende si es comedia o drama- el carácter complejo de una persona joven. Shigatsu wa kimi no uso crea un retrato profundo y realista de ésta etapa, con ternura, todo con mucha luz y ternura. Un mundo casi feerico que daría lo que fuera por que fuera una realidad. Quizás lo es en algún lugar, quizás…
(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero llega un momento en que la historia apela al drama más crudo con un exceso de melancolía, y eso es lo único que no me gusta de éste anime. Shigatsu wa kimi no uso hace uso de uno de los clichés más extendidos en éste tipo de historias: una grave y degenativa enfermedad que, por supuesto, recae en Kaori; y la tensión porque Kousei recupere lo que perdió al morir su madre muta en tensión por saber cómo se enfrentará su corazón a otra pérdida irreparable (peor aún: a la pérdida de la persona que le devolvió las ganas por vivir). Shigatsu wa kimi no uso recurre al estereotipo propio de los animes dramáticos, y además en vano ya que nunca lo necesitó. Al contrario: poseía suficiente carga emocional, infinidad de preciosas virtudes y detalles que hacían de él un anime extraordinario.
Aún así Shigatsu wa kimi no uso toma éste nuevo elemento incorporado -la enfermedad y cercana muerte de Kaori- y hace que evolucione el único personaje que hasta entonces no había dado muestras de cambio: la propia Kaori. Con su violín, su belleza y su personalidad ésta joven deslumbró a Kousei volviendo del revés todo su mundo; al igual que deslumbraba a toda audiencia que tenía el placer de oírla tocar. Lo iluminaba todo como un cometa, pero tal actitud no es sólo algo natural que emana de ella. Kaori sabe que su tiempo en éste mundo pronto tocará a su fin, y su ya único propósito es llegar hasta los corazones de la gente para así existir en sus recuerdos; quiere asegurarse de que su tiempo en ésta Tierra no fue en vano. Come lo que quiere, grita si lo necesita, hace locuras propias de niños, toca su violín de una forma tan arrolladora y espontanéa que horroriza a los jueces y enloquece al público. En fin, vive cada momento a lo grande, despidiéndose… pero no es consciente de la fuerza de los vínculos que ha creado con la gente de su entorno. Nunca contó con disfrutar tanto de las pequeñas cosas, de los efímeros instantes con Kousei; nunca esperó que en su interior despertara el deseo por volver a vivir esos momentos. Todo ello hace que Kaori comprenda que claudicar -decir adiós- es lo último, como bajar el telón; antes hay que luchar con todo lo que uno tiene, y que es eso lo que le da verdadero valor a la vida. Cambia al comprender que quiere seguir viviendo, seguir disfrutando del tiempo y de las pequeñas cosas al lado de la gente que le importa.
Aunque en la recta final del anime la melancolía, como la densa oscuridad en invierno, empaña la historia hasta absorber sus colores (lo que, a mi entender, también se lleva gran parte de su valor y encanto), la primera parte es encantadora, como la promesa de un buen verano en una fresca y soleada tarde de marzo… poco antes de que los días se llenen de luz y que las flores en los árboles se balanceen expandiendo su dulce y cálido aroma. Pero eso sólo es una pequeña parte. Lo que hace verdaderamente bonito a Shigatsu wa kimi no uso es que no sólo muestra una historia impregnada de belleza y romanticismo donde las buenas personas juegan a ser héroes y princesas dueños/as de su propio destino; también invoca un reflejo pragmático e indulgente del universo adolescente, con personajes tan maduros y profundos como sensibles. El tipo de personas que me hubiera gustado conocer en mi propia adolescencia.
Nos ponen ante los ojos un mundo que invita a soñar. Resulta adorable que ambas perspectivas – la ensoñadora y la realista- compartan esa esencia intrínsecamente humana de la fantasía, haciendo que visionar ésta serie convierta unos momentos basicamente cotidianos en recuerdos bellos. Vemos algo que nos tranquiliza y nos hace sentir bien, esa es la mayor virtud de Shigatsu wa kimi no uso.
Aún así Shigatsu wa kimi no uso toma éste nuevo elemento incorporado -la enfermedad y cercana muerte de Kaori- y hace que evolucione el único personaje que hasta entonces no había dado muestras de cambio: la propia Kaori. Con su violín, su belleza y su personalidad ésta joven deslumbró a Kousei volviendo del revés todo su mundo; al igual que deslumbraba a toda audiencia que tenía el placer de oírla tocar. Lo iluminaba todo como un cometa, pero tal actitud no es sólo algo natural que emana de ella. Kaori sabe que su tiempo en éste mundo pronto tocará a su fin, y su ya único propósito es llegar hasta los corazones de la gente para así existir en sus recuerdos; quiere asegurarse de que su tiempo en ésta Tierra no fue en vano. Come lo que quiere, grita si lo necesita, hace locuras propias de niños, toca su violín de una forma tan arrolladora y espontanéa que horroriza a los jueces y enloquece al público. En fin, vive cada momento a lo grande, despidiéndose… pero no es consciente de la fuerza de los vínculos que ha creado con la gente de su entorno. Nunca contó con disfrutar tanto de las pequeñas cosas, de los efímeros instantes con Kousei; nunca esperó que en su interior despertara el deseo por volver a vivir esos momentos. Todo ello hace que Kaori comprenda que claudicar -decir adiós- es lo último, como bajar el telón; antes hay que luchar con todo lo que uno tiene, y que es eso lo que le da verdadero valor a la vida. Cambia al comprender que quiere seguir viviendo, seguir disfrutando del tiempo y de las pequeñas cosas al lado de la gente que le importa.
Aunque en la recta final del anime la melancolía, como la densa oscuridad en invierno, empaña la historia hasta absorber sus colores (lo que, a mi entender, también se lleva gran parte de su valor y encanto), la primera parte es encantadora, como la promesa de un buen verano en una fresca y soleada tarde de marzo… poco antes de que los días se llenen de luz y que las flores en los árboles se balanceen expandiendo su dulce y cálido aroma. Pero eso sólo es una pequeña parte. Lo que hace verdaderamente bonito a Shigatsu wa kimi no uso es que no sólo muestra una historia impregnada de belleza y romanticismo donde las buenas personas juegan a ser héroes y princesas dueños/as de su propio destino; también invoca un reflejo pragmático e indulgente del universo adolescente, con personajes tan maduros y profundos como sensibles. El tipo de personas que me hubiera gustado conocer en mi propia adolescencia.
Nos ponen ante los ojos un mundo que invita a soñar. Resulta adorable que ambas perspectivas – la ensoñadora y la realista- compartan esa esencia intrínsecamente humana de la fantasía, haciendo que visionar ésta serie convierta unos momentos basicamente cotidianos en recuerdos bellos. Vemos algo que nos tranquiliza y nos hace sentir bien, esa es la mayor virtud de Shigatsu wa kimi no uso.