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Voto de Kaori:
4
8.5
67,420
Serie de TV. Intriga. Thriller. Drama
Serie de TV (2014). 8 episodios. Dos detectives de Lousiana, Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Martin Hart (Woody Harrelson), vuelven a investigar el difícil caso de un asesino en serie en el que ya habían trabajado. Obligados a regresar a un mundo tan siniestro, el avance de la investigación y el mayor conocimiento mutuo les enseñan que la oscuridad reside a ambos lados de la ley. (FILMAFFINITY)
26 de junio de 2015
69 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora resulta que McConaughey es un buen actor. Hace un año era malo. Hoy es bueno. Qué descubrimiento, oye. La corriente de opinión ha dictado que es un intérprete de talento y carisma y, claro, cómo vas a decir tú lo contrario de la mayoría. Así, mágicamente los espectadores se han convencido de que Matthew es muy bueno y del mismo modo defenderán con pasión que «True Detective» es la mejor serie del mundo. Hoy lo es. Mañana ya veremos. Con esto no quiero despreciar a quienes les gusta «True Detective», sino resaltar el poder que un criterio establecido tiene sobre la masa. Admitámoslo: somos muy manipulables.
Lousiana, 2012. Dos ex policías están siendo interrogados sobre un crimen que investigaron hace diecisiete años. Se entremezcla, no sin pretenciosidad, presente, pasado y muchos monólogos entre humo de tabaco. El todopoderoso Rustin Cohle expulsa por su boquita, con aire de ser muy listo y muy profundo, palabras tipo oscuridad, moral, vacío, existencia, universo, muerte. Qué pasada, ¿eh?, os decís desde casa, y os creéis que Rust es nihilista, concepto sinónimo de calidad instantánea, porque es un ateo pesimista a quien las drogas le han dejado secuelas. Sin embargo, si este señor fuese de verdad nihilista, ni siquiera podría hacer una distinción entre lo correcto o incorrecto. Le daría igual resolver la muerte de una mujer o de cien. Le importaría un bledo la amistad de Martin. Iría por la vida sin juzgar nada ni a nadie. Esto no es filosofía camuflada. No es literatura en imágenes. Es apariencia y sombra. Nada tangible, sincero y afilado. Solo palabras con bonita sonoridad y una maravillosa interpretación del siempre, ayer, hoy y mañana, McConaughey.
Woody Harrelson también hace un trabajo excelente, aunque le toque el personaje de policía incompetente... Ah, ¿que no es ese su papel? Pues, chico, que revisen el guión, porque su Martin Hart no hace absolutamente nada útil para la investigación hasta los dos últimos capítulos, y encima le pone trabas a Rust quitándole la razón o negando sus hipótesis de trabajo. Pero qué pachorra, hijo. Mujer, no te fíes de un hombre que al llegar a casa pone a lavar su ropa. Mala señal. La señora Hart lo sabe y actuará en consecuencia desencadenando lo que sabemos desde el capítulo uno; igual que sabemos lo que quieren y buscan los agentes en su interrogatorio. ¿Misterio? Por favor.
Pese a todo, lo principal es descubrir quién o quiénes son los culpables del horrendo crimen de una mujer encontrada en el bosque. Así arranca la serie y así nos vemos envueltos en una investigación dividida en dos fases que, por desgracia, deja bastante que desear. El grueso de la información se destapa en el penúltimo capítulo, así, de golpe, tras casi veinte años mirándose el ombligo. Quizá los detectives se engañen, pero nosotros no nos engañamos con los datos y los sospechosos que van apareciendo. Además, el desenlace viene a ser el siguiente: la historia es tan fuerte, retorcida, misteriosa, increíble, espectacular y asombrosa... que no vamos a contártela. ¡Oh, Dios mío! ¡No me lo esperaba! ¡Qué pasada de serie!
No me causa antipatía y tiene una correcta realización, pero se mueve entre estereotipos, vaguedades y reclamos obvios como puede ser el sexo. La sigues con el interés de resolver un crimen pero termina sin convencerte. El interrogatorio en Spoiler.
Lousiana, 2012. Dos ex policías están siendo interrogados sobre un crimen que investigaron hace diecisiete años. Se entremezcla, no sin pretenciosidad, presente, pasado y muchos monólogos entre humo de tabaco. El todopoderoso Rustin Cohle expulsa por su boquita, con aire de ser muy listo y muy profundo, palabras tipo oscuridad, moral, vacío, existencia, universo, muerte. Qué pasada, ¿eh?, os decís desde casa, y os creéis que Rust es nihilista, concepto sinónimo de calidad instantánea, porque es un ateo pesimista a quien las drogas le han dejado secuelas. Sin embargo, si este señor fuese de verdad nihilista, ni siquiera podría hacer una distinción entre lo correcto o incorrecto. Le daría igual resolver la muerte de una mujer o de cien. Le importaría un bledo la amistad de Martin. Iría por la vida sin juzgar nada ni a nadie. Esto no es filosofía camuflada. No es literatura en imágenes. Es apariencia y sombra. Nada tangible, sincero y afilado. Solo palabras con bonita sonoridad y una maravillosa interpretación del siempre, ayer, hoy y mañana, McConaughey.
Woody Harrelson también hace un trabajo excelente, aunque le toque el personaje de policía incompetente... Ah, ¿que no es ese su papel? Pues, chico, que revisen el guión, porque su Martin Hart no hace absolutamente nada útil para la investigación hasta los dos últimos capítulos, y encima le pone trabas a Rust quitándole la razón o negando sus hipótesis de trabajo. Pero qué pachorra, hijo. Mujer, no te fíes de un hombre que al llegar a casa pone a lavar su ropa. Mala señal. La señora Hart lo sabe y actuará en consecuencia desencadenando lo que sabemos desde el capítulo uno; igual que sabemos lo que quieren y buscan los agentes en su interrogatorio. ¿Misterio? Por favor.
Pese a todo, lo principal es descubrir quién o quiénes son los culpables del horrendo crimen de una mujer encontrada en el bosque. Así arranca la serie y así nos vemos envueltos en una investigación dividida en dos fases que, por desgracia, deja bastante que desear. El grueso de la información se destapa en el penúltimo capítulo, así, de golpe, tras casi veinte años mirándose el ombligo. Quizá los detectives se engañen, pero nosotros no nos engañamos con los datos y los sospechosos que van apareciendo. Además, el desenlace viene a ser el siguiente: la historia es tan fuerte, retorcida, misteriosa, increíble, espectacular y asombrosa... que no vamos a contártela. ¡Oh, Dios mío! ¡No me lo esperaba! ¡Qué pasada de serie!
No me causa antipatía y tiene una correcta realización, pero se mueve entre estereotipos, vaguedades y reclamos obvios como puede ser el sexo. La sigues con el interés de resolver un crimen pero termina sin convencerte. El interrogatorio en Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
-Se encuentra un cadáver con simbología desconocida. ¿Tratan de averiguar el significado de esos símbolos y, de paso, rastrear los cotos de caza o cazadores por la cornamenta? Nada. Con el tiempo se demostrará que hubiera sido lo más inteligente.
-Consiguen el diario de la víctima. ¡El diario íntimo de la víctima! Martin llega a decir que eso para qué les sirve... Sin comentarios. Rust lo lee por encima y saca el nombre de «El rey amarillo». ¿Se investiga? No. ¿Se sabe que/quién es al final? No. ¿De verdad pretenden hacernos creer que ese psicópata Childress ha leído a Chambers, si es que Chambers tiene algo que ver? ¿O que ha cautivado a las víctimas hasta el punto de convertirlas en seguidoras de no sabemos qué? Hombre, por favor.
-En la iglesia evangélica a la que llegan por algunos testimonios, unas feligresas les hablan de un hombre con cicatrices en la cara que sin duda puede ser interesante. ¿Le buscan? ¡No! ¿Se olvidan de él? ¡Sí! ¿Continúan tirando del hilo de las iglesias? Para qué, ¿verdad? Como es evidente que el crimen no tiene nada que ver con esos asuntos... De hecho, Rust niega al principio que esté relacionado con el satanismo. En fin.
-¿Hacen un perfil psicológico del psicópata? En absoluto. De hecho, atrapan a un traficante de drogas del que nadie, menos ellos, se cree que sea el culpable y el incompetente de Martin le mata como todo un policía profesional. Bueno, vale. A partir de aquí, ¿establecen nexos entre el traficante y el resto de pistas? No. Tienen que pasar diez años para que Rust empiece a pensar lo que los espectadores sabemos desde hace capítulos: ¡que el culpable sigue libre!
-La trama criminal no se explica, lo que me parece imperdonable. No se trata de ser ambiguos o dejar abiertas varias posibilidades, sino de pasar directamente de toda coherencia interna y de los propios elementos que la historia ha planteado. El resultado es un final chapucero donde se quedan sin resolver todas las preguntas importantes porque no son capaces de componer la historia y, por lo tanto, la trama se desmorona. ¿Qué relación hay con las iglesias y los proyectos educativos? ¿Qué pasa dentro de la familia Childress? ¿Qué es la «ascensión»? ¿Qué es el símbolo del espiral? ¿Qué ritual hay detrás? Si hay rituales, ¿de qué tipo? ¿De qué forma interviene Errol Childress en todo el entramado? ¿Cuál es su trasfondo? ¿Qué consecuencias tiene «Carcosa»? ¿Dónde encaja el traficante? ¿Y la familia Tuttle?
-Lo más inquietante: ¿el Sur de los Estados Unidos es así de sucio, degradante y endogámico?
-Consiguen el diario de la víctima. ¡El diario íntimo de la víctima! Martin llega a decir que eso para qué les sirve... Sin comentarios. Rust lo lee por encima y saca el nombre de «El rey amarillo». ¿Se investiga? No. ¿Se sabe que/quién es al final? No. ¿De verdad pretenden hacernos creer que ese psicópata Childress ha leído a Chambers, si es que Chambers tiene algo que ver? ¿O que ha cautivado a las víctimas hasta el punto de convertirlas en seguidoras de no sabemos qué? Hombre, por favor.
-En la iglesia evangélica a la que llegan por algunos testimonios, unas feligresas les hablan de un hombre con cicatrices en la cara que sin duda puede ser interesante. ¿Le buscan? ¡No! ¿Se olvidan de él? ¡Sí! ¿Continúan tirando del hilo de las iglesias? Para qué, ¿verdad? Como es evidente que el crimen no tiene nada que ver con esos asuntos... De hecho, Rust niega al principio que esté relacionado con el satanismo. En fin.
-¿Hacen un perfil psicológico del psicópata? En absoluto. De hecho, atrapan a un traficante de drogas del que nadie, menos ellos, se cree que sea el culpable y el incompetente de Martin le mata como todo un policía profesional. Bueno, vale. A partir de aquí, ¿establecen nexos entre el traficante y el resto de pistas? No. Tienen que pasar diez años para que Rust empiece a pensar lo que los espectadores sabemos desde hace capítulos: ¡que el culpable sigue libre!
-La trama criminal no se explica, lo que me parece imperdonable. No se trata de ser ambiguos o dejar abiertas varias posibilidades, sino de pasar directamente de toda coherencia interna y de los propios elementos que la historia ha planteado. El resultado es un final chapucero donde se quedan sin resolver todas las preguntas importantes porque no son capaces de componer la historia y, por lo tanto, la trama se desmorona. ¿Qué relación hay con las iglesias y los proyectos educativos? ¿Qué pasa dentro de la familia Childress? ¿Qué es la «ascensión»? ¿Qué es el símbolo del espiral? ¿Qué ritual hay detrás? Si hay rituales, ¿de qué tipo? ¿De qué forma interviene Errol Childress en todo el entramado? ¿Cuál es su trasfondo? ¿Qué consecuencias tiene «Carcosa»? ¿Dónde encaja el traficante? ¿Y la familia Tuttle?
-Lo más inquietante: ¿el Sur de los Estados Unidos es así de sucio, degradante y endogámico?