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Voto de Anibal Ricci:
10
8.0
167,653
Drama
Después de haber entrenado y representado a los mejores púgiles, Frankie Dunn (Eastwood) regenta un gimnasio con la ayuda de Scrap (Freeman), un ex-boxeador que es además su único amigo. Frankie es un hombre solitario y adusto que se refugia desde hace años en la religión buscando una redención que no llega. Un día, entra en su gimnasio Maggie Fitzgerald (Swank), una voluntariosa chica que quiere boxear y que está dispuesta a luchar ... [+]
7 de enero de 2017
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una sombra emerge desde la luz y se interna por un pasadizo oscuro. «Ella no está pidiendo la ayuda de Dios… Está pidiendo la mía», le confiesa Frank Dunn al padre Horvak. Ha acudido a misa por veinte años en busca de redención (al parecer su hija jamás lo perdonará) y este acto definitivo terminará de vaciar su corazón. Frankie es un viejo entrenador que con la ayuda de Scrap (antiguo discípulo) mantienen a duras penas un gimnasio. En su vida irrumpe Maggie, una chica empeñosa que quiere triunfar en el boxeo. Ambos son seres maltratados por la vida, sin afectos familiares, luchando por derrotar a sus aciagos destinos.
El trío protagónico son las patas de una mesa de cimientos fuertes, profundamente comprometidos, que se desenvuelven al interior de un sólido guion escrito por Paul Haggis (ganador del Oscar por «Crash») provisto de escenas y diálogos memorables.
El trío protagónico son las patas de una mesa de cimientos fuertes, profundamente comprometidos, que se desenvuelven al interior de un sólido guion escrito por Paul Haggis (ganador del Oscar por «Crash») provisto de escenas y diálogos memorables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Frank se culpa por no haber tirado la toalla, por haberle fallado a su pupilo, producto de lo cual Scrap perdió uno de sus ojos. Scrap alienta a Maggie y logra que Frankie la acepte, será no sólo su entrenador sino el padre que tanta falta le hace. Logra convertirla en boxeadora de primer nivel, sale de gira y conoce el mundo mientras oye a los aficionados gritar «Mo Cuishle», nombre con que Frankie ha bautizado a su protegida. Un suceso trágico interrumpe su ascenso y ahí donde la película podría haberse empantanado en los conflictos morales de la eutanasia, ahí surge el gran cineasta de Clint Eastwood, con lenguaje conciso que rehúye alargar escenas, dejando de lado cualquier atisbo de melodrama y dotando a la cinta de un implacable determinismo digno de las mejores películas de John Ford. Las imágenes son sombrías, tampoco la música intenta exaltar las emociones del espectador. Prima el silencio y el respeto, la lealtad que todo ser humano merece, donde Frank no dudará en contrariar preceptos religiosos. Mantenerla con vida (parapléjica) sería cometer pecado, es lo que piensa Frank mientras Maggie no quiere olvidar sus momentos de gloria, a lo que Scrap agrega: «le diste una oportunidad y lograste que disputara el título mundial». Mo Cuishle significa «mi sangre», son las últimas palabras que susurra este padre a su hija. Frank no volverá al gimnasio, sólo la voz en off de Scrap puede terminar de relatar esta triste historia.