Tener la capacidad de cagarte en todo lo cagable por medio de una película es algo que muy pocos consiguen. Este es el caso de los creadores de la serie más bizarra de todos los tiempos. South Park llegó a nuestras vidas en horas intempestivas con su lenguaje obsceno y su crítica bestial hacia el American Way of Life. ¿Y que queréis que os diga? Que es cojonudo. Después de tener que luchar contra el sueño nos llegó la versión en celuloide de la serie que lejos de ser acomodaticia, como ha sido el caso de la película de Los Simpson, reflejaba bastante bien el espíritu de la serie, contando a su manera las relaciones tranquilas pero tensas que existen entre yankees y canadienses. Vamos lo que aquí podríamos llamar la relación entre madrileños y catalanes. La peli lo tiene todo. Muere Kenny, Sadam Hussein se nos presenta como una marica dominante con el pobre Satán y todos los personajes están a la altura de lo que se esperaba de ellos. Una gozada vamos.