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Voto de Chris Jiménez:
8
7.2
13,567
Aventuras
Film ambientado en la Prehistoria, en el Pleistoceno Superior, hace unos 70.000 años, cuando en el Viejo Mundo convivían diversas y amenazantes especies humanas y animales. Un clan de neandertales –dependientes del fuego que saben mantener, pero no producir- sufre el ataque de una horda homínida más simiesca que apaga la única fogata del clan. Se sienten entonces tan vulnerables y desvalidos que deciden enviar a tres machos jóvenes en ... [+]
24 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"..Los Oulhamrs huyeron en mitad de la terrible noche, con pesar y fatiga. Todo parecía en vano al enfrentar la mayor de las calamidades...la muerte del fuego".
Se inicia así una búsqueda, una gran hazaña a través de los más imposibles parajes de la Prehistoria cuyo objetivo se convertirá en uno de los mayores pasos de la evolución...
Como a otros antes y después que él, Jean-Jacques Annaud quedó fascinado al ser parte en su más tierna infancia de las increíbles aventuras de "Naoh", "Nam" y "Gaw", los tres neanderthales que recorrían ríos, montañas y bosques en la novela del mayor de los hermanos Boex, Joseph Henri, "La Guerre du Feu", que obtuvo el éxito inmediato a raíz de su completa publicación en 1.910/11, formando parte de su larga saga de obras dedicadas a observar la evolución del hombre y sus tiempos oscuros y primitivos (con el uso tanto de datos científicos como de la pura imaginación), pero eclipsando casi todos sus demás trabajos.
Annaud contaba 35 años, ya había ganado un Oscar y venía de hacer una película de éxito comercial, pero se empeñó en nadar a contracorriente y no emigró a Hollywood al igual que muchos de sus compatriotas; en lugar de eso se embarca en un loco proyecto junto al guionista Gérard Brach que consiste en trasladar el texto de Boex con total fidelidad (por segunda vez, pues Georges Dénola ya lo hizo siete décadas antes, con las consabidas limitaciones y licencias artísticas, claro). Esto implicó la desconfianza de muchos productores, así que lo resolvió con una coproducción muy cara, muy longeva y muy accidentada.
De Escocia a Kenia, pasando por Islandia y Vancouver, la troupe de Annaud incluía actores debutantes prestos a desafiar las más abyectas condiciones climatológicas y enormes grupos de animales que le dieron muchos quebraderos de cabeza. La idea era regresar a un instante del Paleolítico Medio en Europa, y allí nos dirigimos, sobrevolando preciosos sistemas montañosos; al encarar las primeras secuencias nos percatamos de que esto queda en el reverso de la paródica "Cavernícola" que Carl Gottlieb estrenaría el mismo año: maquillaje grotesco pero realista, hombres y mujeres de apariencia simiesca, gruñidos en lugar de diálogo, comportamientos algo ridículos pero comprensiblemente brutales...
Esto no es una representación elegante de Hollywood, sino una idea aproximada de lo que pudiéramos haber sido hace 80.000 años, y el efecto sorprende, repugna y avergüenza al mismo tiempo. Hemos entrado en la intimidad del pequeño clan neanderthal de los Oulhamrs, y en un momento de su vida en que son atacados por unos malvados homo erectus (los Wagabou), más parecidos a los morlocks de H.G. Wells, provocando, durante la cruda batalla, la extinción de un fuego que siempre intentan mantener activo dentro de una especie de "jaula".
Tal vez todo lo visto se guíe por ciertos clichés de las representaciones prehistóricas y nos cuestionemos si así era la realidad del Paleolítico, pero una vez se designen tres aguerridos guerreros del damnificado clan a lo que parece ser una expedición para encontrar fuego allá donde sea, nada nos importa ya. La razón: el francófono entiende a la perfección las intenciones de Boex, que no es realizar una visita por los más rigurosos documentos científicos, sino adentrarse en una odisea que nos abra la puerta a una ficción histórica aventuresca y de puro espíritu romántico. Annaud y su equipo captan dicho espíritu.
Y al igual que las críticas lanzadas contra el autor, la comunidad científica no aprobaba los desvaríos del guión y se negaron a ayudarles, partiendo de pruebas irrefutables de que el fuego había sido controlado mucho antes (quizás durante el Paleolítico Inferior), lo que hacía añicos la sola premisa de la trama, subrayando también la falta de realismo al presentar al neanderthal como un simiesco gruñón de las cavernas y unir en un mismo escenario a diferentes especies que sería imposible que convivieran en la época (el homo erectus, de hecho, compartió la línea temporal con el anterior y el homo sapiens, pero en las regiones del Este de Asia, no en Europa).
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
A la vuelta de esta épica gesta de crecimiento personal y colectivo ya no somos los mismos, igual que los personajes, que los actores que los interpretaron y que el equipo de Annaud, quien no sólo consiguió superar con mucho el presupuesto invertido, sino hacerse con el favor de la crítica para una obra lejos de acumular pretensiones comerciales. Si fracasaba él tenía claro que al menos habría cumplido un ambicioso sueño.
Observando la Luna llena la pareja de homínidos sueña con un futuro que desconoce. Su fascinación por lo misterioso del universo que les rodea realiza una increíble parábola cual "anillo de Moebius" hasta nosotros, quedando completamente fascinados al observar nuestro propio pasado, que pese a los avances científicos irrefutables, sigue siendo un enorme y fascinante misterio por descubrir...
Se inicia así una búsqueda, una gran hazaña a través de los más imposibles parajes de la Prehistoria cuyo objetivo se convertirá en uno de los mayores pasos de la evolución...
Como a otros antes y después que él, Jean-Jacques Annaud quedó fascinado al ser parte en su más tierna infancia de las increíbles aventuras de "Naoh", "Nam" y "Gaw", los tres neanderthales que recorrían ríos, montañas y bosques en la novela del mayor de los hermanos Boex, Joseph Henri, "La Guerre du Feu", que obtuvo el éxito inmediato a raíz de su completa publicación en 1.910/11, formando parte de su larga saga de obras dedicadas a observar la evolución del hombre y sus tiempos oscuros y primitivos (con el uso tanto de datos científicos como de la pura imaginación), pero eclipsando casi todos sus demás trabajos.
Annaud contaba 35 años, ya había ganado un Oscar y venía de hacer una película de éxito comercial, pero se empeñó en nadar a contracorriente y no emigró a Hollywood al igual que muchos de sus compatriotas; en lugar de eso se embarca en un loco proyecto junto al guionista Gérard Brach que consiste en trasladar el texto de Boex con total fidelidad (por segunda vez, pues Georges Dénola ya lo hizo siete décadas antes, con las consabidas limitaciones y licencias artísticas, claro). Esto implicó la desconfianza de muchos productores, así que lo resolvió con una coproducción muy cara, muy longeva y muy accidentada.
De Escocia a Kenia, pasando por Islandia y Vancouver, la troupe de Annaud incluía actores debutantes prestos a desafiar las más abyectas condiciones climatológicas y enormes grupos de animales que le dieron muchos quebraderos de cabeza. La idea era regresar a un instante del Paleolítico Medio en Europa, y allí nos dirigimos, sobrevolando preciosos sistemas montañosos; al encarar las primeras secuencias nos percatamos de que esto queda en el reverso de la paródica "Cavernícola" que Carl Gottlieb estrenaría el mismo año: maquillaje grotesco pero realista, hombres y mujeres de apariencia simiesca, gruñidos en lugar de diálogo, comportamientos algo ridículos pero comprensiblemente brutales...
Esto no es una representación elegante de Hollywood, sino una idea aproximada de lo que pudiéramos haber sido hace 80.000 años, y el efecto sorprende, repugna y avergüenza al mismo tiempo. Hemos entrado en la intimidad del pequeño clan neanderthal de los Oulhamrs, y en un momento de su vida en que son atacados por unos malvados homo erectus (los Wagabou), más parecidos a los morlocks de H.G. Wells, provocando, durante la cruda batalla, la extinción de un fuego que siempre intentan mantener activo dentro de una especie de "jaula".
Tal vez todo lo visto se guíe por ciertos clichés de las representaciones prehistóricas y nos cuestionemos si así era la realidad del Paleolítico, pero una vez se designen tres aguerridos guerreros del damnificado clan a lo que parece ser una expedición para encontrar fuego allá donde sea, nada nos importa ya. La razón: el francófono entiende a la perfección las intenciones de Boex, que no es realizar una visita por los más rigurosos documentos científicos, sino adentrarse en una odisea que nos abra la puerta a una ficción histórica aventuresca y de puro espíritu romántico. Annaud y su equipo captan dicho espíritu.
Y al igual que las críticas lanzadas contra el autor, la comunidad científica no aprobaba los desvaríos del guión y se negaron a ayudarles, partiendo de pruebas irrefutables de que el fuego había sido controlado mucho antes (quizás durante el Paleolítico Inferior), lo que hacía añicos la sola premisa de la trama, subrayando también la falta de realismo al presentar al neanderthal como un simiesco gruñón de las cavernas y unir en un mismo escenario a diferentes especies que sería imposible que convivieran en la época (el homo erectus, de hecho, compartió la línea temporal con el anterior y el homo sapiens, pero en las regiones del Este de Asia, no en Europa).
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
A la vuelta de esta épica gesta de crecimiento personal y colectivo ya no somos los mismos, igual que los personajes, que los actores que los interpretaron y que el equipo de Annaud, quien no sólo consiguió superar con mucho el presupuesto invertido, sino hacerse con el favor de la crítica para una obra lejos de acumular pretensiones comerciales. Si fracasaba él tenía claro que al menos habría cumplido un ambicioso sueño.
Observando la Luna llena la pareja de homínidos sueña con un futuro que desconoce. Su fascinación por lo misterioso del universo que les rodea realiza una increíble parábola cual "anillo de Moebius" hasta nosotros, quedando completamente fascinados al observar nuestro propio pasado, que pese a los avances científicos irrefutables, sigue siendo un enorme y fascinante misterio por descubrir...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por eso lo importante de "La Guerre du Feu" es, como ocurre en mayor o menor medida en todos los films del cineasta, el viaje, su propósito y el aprendizaje del protagonista durante su desarrollo.
Everett McGill, Ron Perlman y Nicholas Kadi, bajo kilos de maquillaje, no son instruidos por científicos, pero sí por el antropólogo Desmond Morris y el autor y lingüista Anthony Burgess, de quienes aprenden las más diversas expresiones corporales y fonéticas; este trío surca un paisaje de abrumadora de belleza donde se confunden las nacionalidades, y la fascinante puesta en escena y fotografía confluyen con la música de Philippe Sarde en un espectáculo natural épico.
Narrativamente el guión también se toma alguna libertad con el libro, dejando a un lado al otro grupo de neanderthales que "compiten" con el de "Naoh" en la búsqueda del fuego, así como al personaje de "Gammla", hembra ofrecida al que regrese victorioso de la misión, aquí sustituida por otra perteneciente a un clan de homo sapiens (Rae Dawn Chong) y que entablará una afectuosa amistad tras ser salvada por el trío protagonista de los caníbales Kzamm. En una decisión errónea Annaud y Brach otorgan un inesperado "humanismo" al personaje de Perlman al rechazar la carne humana chamuscada.
Es uno de los detalles que, paradójicamente, más se ajustan a la realidad de esta especie, pero la película recalca su condición fantástica pegando una patada a dicha evidencia científica. Y el viaje prosigue. El director surca un abanico de posibilidades filosóficas, psicológicas y trascendentales, hace a estos tres brutales homos neanderthalensis salir de su caverna y enfrentarse a un mundo exterior rico y extenso, cuyos secretos sin revelar tendrá un tremendo impacto en su manera aún ignorante de concebir la existencia y el escenario que les rodea con todo lo que conlleva. El viaje del conocimiento.
El fuego ya está descubierto, no hay nada más que rascar ahí; mientras avanzan lo que descubrirán es una nueva forma de tratar con los animales (instante inolvidable el del acercamiento a los mamuts), de defenderse contra aquellos seres que antes les diezmaban, de dominar nuevas técnicas en el manejo de armas, incluso, para que simpaticemos más con ellos, de utilizar la imaginación y el humor. Este descubrimiento empieza siendo algo cómico (los populares dientes de sable son sólo leones africanos con un par de colmillos falsos...) pero se transforma en una conmovedora lucha no sólo por preservar la supervivencia, sino por ampliar la sabiduría y la humanidad.
La clave está en la unión de diferentes especies. Y aquí juega un papel vital "Ika", personaje de Chong, quien al parecer es la que peor experiencia de rodaje recuerda (en particular una áspera escena de violación donde, tras diez tomas, quedó magullada y con cortes en el cuerpo); es curioso que en una "sociedad" antigua de dominio total masculino sea una hembra la que enseña a "Naoh" y los suyos a crear el fuego artificialmente. Nuevo craso error, pues éstos ya controlaban dicha técnica y otras, y es que los homo sapiens compartimos esa línea temporal, pero en comparación con los neanderthales íbamos atrasados en cuanto a ingenio y tecnologías.
Sorprende y desagrada, por tanto, ese tramo de casi secuestro de "Naoh" por el clan de "Ika" tras separarse de sus compañeros, y que recuerda más a la situación de "El Planeta de los Simios", incluyendo burlas crueles de esos sapiens que hacen uso de extrañas pinturas simbólicas, avanzados artefactos y hogares y curiosas leyes tribales, todo más propio de una tribu moderna y no del Paleolítico.
Es este el ingrediente que termina de embellecer el aspecto romántico/fantástico del argumento: el amor entre la afectuosa homo sapiens y el bruto neanderthal, culminando en una secuencia de sexo "humana" nada ridícula, uno frente al otro; de los instantes más poderosos (y hermosos) del cine de todos los tiempos (por cliché y cursi que pueda resultar...).
Everett McGill, Ron Perlman y Nicholas Kadi, bajo kilos de maquillaje, no son instruidos por científicos, pero sí por el antropólogo Desmond Morris y el autor y lingüista Anthony Burgess, de quienes aprenden las más diversas expresiones corporales y fonéticas; este trío surca un paisaje de abrumadora de belleza donde se confunden las nacionalidades, y la fascinante puesta en escena y fotografía confluyen con la música de Philippe Sarde en un espectáculo natural épico.
Narrativamente el guión también se toma alguna libertad con el libro, dejando a un lado al otro grupo de neanderthales que "compiten" con el de "Naoh" en la búsqueda del fuego, así como al personaje de "Gammla", hembra ofrecida al que regrese victorioso de la misión, aquí sustituida por otra perteneciente a un clan de homo sapiens (Rae Dawn Chong) y que entablará una afectuosa amistad tras ser salvada por el trío protagonista de los caníbales Kzamm. En una decisión errónea Annaud y Brach otorgan un inesperado "humanismo" al personaje de Perlman al rechazar la carne humana chamuscada.
Es uno de los detalles que, paradójicamente, más se ajustan a la realidad de esta especie, pero la película recalca su condición fantástica pegando una patada a dicha evidencia científica. Y el viaje prosigue. El director surca un abanico de posibilidades filosóficas, psicológicas y trascendentales, hace a estos tres brutales homos neanderthalensis salir de su caverna y enfrentarse a un mundo exterior rico y extenso, cuyos secretos sin revelar tendrá un tremendo impacto en su manera aún ignorante de concebir la existencia y el escenario que les rodea con todo lo que conlleva. El viaje del conocimiento.
El fuego ya está descubierto, no hay nada más que rascar ahí; mientras avanzan lo que descubrirán es una nueva forma de tratar con los animales (instante inolvidable el del acercamiento a los mamuts), de defenderse contra aquellos seres que antes les diezmaban, de dominar nuevas técnicas en el manejo de armas, incluso, para que simpaticemos más con ellos, de utilizar la imaginación y el humor. Este descubrimiento empieza siendo algo cómico (los populares dientes de sable son sólo leones africanos con un par de colmillos falsos...) pero se transforma en una conmovedora lucha no sólo por preservar la supervivencia, sino por ampliar la sabiduría y la humanidad.
La clave está en la unión de diferentes especies. Y aquí juega un papel vital "Ika", personaje de Chong, quien al parecer es la que peor experiencia de rodaje recuerda (en particular una áspera escena de violación donde, tras diez tomas, quedó magullada y con cortes en el cuerpo); es curioso que en una "sociedad" antigua de dominio total masculino sea una hembra la que enseña a "Naoh" y los suyos a crear el fuego artificialmente. Nuevo craso error, pues éstos ya controlaban dicha técnica y otras, y es que los homo sapiens compartimos esa línea temporal, pero en comparación con los neanderthales íbamos atrasados en cuanto a ingenio y tecnologías.
Sorprende y desagrada, por tanto, ese tramo de casi secuestro de "Naoh" por el clan de "Ika" tras separarse de sus compañeros, y que recuerda más a la situación de "El Planeta de los Simios", incluyendo burlas crueles de esos sapiens que hacen uso de extrañas pinturas simbólicas, avanzados artefactos y hogares y curiosas leyes tribales, todo más propio de una tribu moderna y no del Paleolítico.
Es este el ingrediente que termina de embellecer el aspecto romántico/fantástico del argumento: el amor entre la afectuosa homo sapiens y el bruto neanderthal, culminando en una secuencia de sexo "humana" nada ridícula, uno frente al otro; de los instantes más poderosos (y hermosos) del cine de todos los tiempos (por cliché y cursi que pueda resultar...).