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España España · Barcelona
Críticas de Thrall
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
2
6 de agosto de 2013
396 de 527 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enésimo e intrascendente intento de darle más vueltas de tuerca a un género que, admitámoslo, empieza a oler a cadáver en avanzado estado de descomposición. Actuaciones monótonas, personajes superficiales, carrusel de tópicos del género, CGI a mansalva, militares y más militares e ingentes despliegues de medios, inverosímiles escenas de acción…en fin, para qué seguir. Y todo eso metido en un agitador y rociándolo con aromas de blockbuster veraniego. Resultado: "World War Z", otro filme de zombis cualquiera.

Las películas de zombis se dividen en dos clases fundamentales. Las de zombis lentos y las de zombis rápidos. Las primeras suelen ser más verosímiles (dentro de lo verosímil que puede ser una historia de muertos que se levantan) porque nuestros purulentos amigos se desplazan torpemente, a veces arrastrándose, a veces cojeando, dependiendo del grado de mutilación que hayan sufrido en el momento de su muerte. Son seres débiles cuya gran baza es la perseverancia, la resistencia. Las segundas suelen ser más estúpidas porque un tío al que le han reventado el abdomen de un disparo o que le ha saltado media cabeza de un hachazo, simplemente, no puede alzarse como si tal cosa, correr como Asafa Powell y saltar como Spiderman.

"WWZ" pertenece al segundo subgénero, al igual que "Soy leyenda" o "El amanecer de los muertos".

Pero vayamos al spoiler, va…
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Thrall
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4
26 de agosto de 2013
81 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es habitual que Jodie Foster se embarque en proyectos que en apariencia estén predestinados al fracaso artístico (me refiero a todo aquello que aglutina el séptimo arte exceptuando la parte comercial). No creo que nadie pueda engañarla para hacer "Transformers" o "Los cuatro magníficos", que a priori huelen a blockbuster-basura (y acaban oliendo a huevos podridos al salir del cine). Me imagino que en las primeras reuniones con el equipo de producción o cuando le pasaron el guión la tía pensó "Ah mira, ¡qué interesante!. Un tema de clasismo extremo en un futuro no muy lejano, con fuertes paralelismos con lo que sucede hoy en día con la inmigración, la pobreza, la cada vez más amplia brecha entre los ricos y los pobres, la desaparición de la clase media, los derechos humanos, etc...todo ello en un contexto futurista, con naves-patera espaciales, robots ultra-sofisticados y demás. Mmmm…el director de la movida es el de la aclamada District 9, el protagonista es Matt Damon...qué diablos, ¡rodémosla!". Todo pintaba la mar de bien. Jodie tenía buenas sensaciones y yo, como espectador ansioso por su estreno, también.

Por otro lado me imagino que durante el rodaje los actores tienen una visión muy limitada de cómo está quedando la película. Ellos ruedan sus escenas (puede que en repetidas ocasiones y si eres Cindy Crawford hasta mil doscientas veces) y luego se van a casa. Y creo que Jodie se iba a cenar cada noche con el convencimiento de que las escenas que rodaba formaban parte de un todo excepcional cinematográficamente hablando y yo, todavía más ansioso por su estreno, hubiese apostado todas mis extremidades a que el resultado final constituiría una de las mejores películas de ciencia-ficción de los últimos años.

Me equivoqué de lleno.

Jodie Foster estará dándose cabezazos contra la pared hasta que su famoso coeficiente intelectual se le reduzca lo suficiente como para acabar sumida en la autocomplacencia (y con un buen fajo de billetes en la mano, obviamente).

Elysium de entrada, empieza mal. No es necesaria esa introducción para ciegos, de manual, donde se nos explica, de forma absolutamente mediocre, de qué va el tinglado. Por dios, ¡que ya se ve! A partir de ahí, la trama se desenvuelve en un clímax constante, sin pausa y con muchas prisas. Los personajes resultan planos, intrascendentes… importa dos leches lo que le pase a Max o a la jefaza de Elysium. No hace falta pensar nada ya que viene todo masticado, digerido y defecado. El espectador es idiota, ergo tratémosle como tal. El trasfondo social, cuya importancia era mucho más evidente en District 9, aquí no es más que un elemento decorativo, un fondo de escritorio para que la acción desmedida fluya sin control por la pantalla hasta llegar a un ridículo final de vergüenza ajena.
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Thrall
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4
16 de noviembre de 2015
35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué grande era Casino Royale! Esas secuencias de acción tan poco impostadas, naturales e hiperrealistas, rodadas con maestria. Cuán impecables eran los timings de cada plano. Cómo sudaba la camiseta Craig. ¡Con qué convicción se creía su personaje y en qué forma estaba el tío! Y ni un solo efecto digital visible, ni un solo croma. Casi parecía no haber dobles implicados en las secuencias más arriesgadas. ¡Qué delicia de arranque!

Y qué personajes tan arrebatadores transitaban por la trama. Qué tiparraca tan y tan sensual a la par que misteriosa, inquietante y vulnerable dibujaba con precisión milimétrica Eva Green. Qué enorme villano alejado de los chalados grandilocuentes, omnipotentes y ridículos personajillos de anteriores entregas resultaba ser Le Chiffre (grande Mikkelsen). Qué fuerza interpretativa la de Judi Dench, qué carisma, como llenaba la pantalla su rostro (lástima que apareciera también en las bazofias que protagonizó Brosnan).

Y qué Bond más vulnerable y humano. El tío recibía hostias como panes, padecía como nunca por su compañera de aventuras (recordemos la escena de la ducha), era torturado de la forma más brutal y poco sofisticada, envenenado hasta ver de cerca el rostro de la muerte, etcétera.

Y qué dialogos tan estimulantes. Qué perlas se lanzaban Bond y Vesper, cuánto humor negro de verdad y cuánto sarcasmo e ironía destilaban.

Y qué canción la de Chris Cornell, qué genial apuesta por evitar la ñoñería de siempre en la pieza musical de portada. ¡Y qué portada! Imaginativa, bidimensional, genialmente diseñada.

Pues bien, nada, absolutamente nada de lo anteriormente citado puede encontrarse en Spectre. Es un Bond de puro trámite, desganado, sin sal ni pimienta. Pretendidamente oscuro e introspectivo pero de acabados planos y difusos. La fotografia es muy mejorable, las secuencias de acción mediocres y los diálogos son, sencillamente, penosos (a la altura de The Phantom Menace).
Un Christoph Waltz bajo mínimos, una Bellucci desgraciadamente efímera, un Ralph Fiennes granítico y una Léa Seydoux sosa como un peta de orégano conforman el elenco de medianías interpretativas que pululan por el invento sin pena ni gloria, con desgana, como deseando estar en otro sitio haciendo otra cosa. Mal por Sam Mendes, bien por Martin Campbell (¿como pudo el primero dirigir una joya como American Beauty y el segundo una infame basura como The Green Lantern?).
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Thrall
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3
22 de noviembre de 2014
46 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso. Fui a ver esta película en sesión golfa justo el día de su estreno por puro aburrimiento, por no tener nada mejor que hacer. Y también con la intención de desconectar el cerebro de la cruda realidad que, a fin de cuentas, es la excusa que siempre utilizo para ventilarme una película de ciencia-ficción. Pensé que siendo las tantas (y siendo viernes) no habría ni cristo en la sala, que todos los adolescentes estarían de botellón, todos mis congéneres adultos en los bares y todas las venerables familias sobando a pierna suelta. Error. Me presenté al cine media hora antes y no pude escoger lo que yo llamo mi "lugar perfecto" en la sala pues ya había un ejército de excitados teenagers invadiendo el Cinesa Diagonal de Barcelona. Entre esto y que fui solo a ver la peli me sentí extremadamente viejo (rozo los 40) y objeto de miradas y expresiones como diciendo "¿Qué pinta este tío aquí si 'The Hunger Games' es PARA nosotr@s?". Tranquilos todos, mis pequeños saltamontes, que afortunadamente esta saga no es la deleznable Crepúsculo. Es una saga que respeto (o respetaba) por el simple hecho de que entretiene (o entretenía) y es de una factura técnica más que correcta (aquí no voy a usar ningún pretérito).

No voy a mencionar el grado de fidelidad con la serie literaria básicamente porque no me he leído nada de "The Hunger Games" (y Dios me libre jamás de abrir uno solo de estos libros) pero si admito que, a pesar de no haberlo hecho, me gustaron las dos primeras entregas de la saga. Se me antojaron un saludable entretenimiento visual, con un buen ritmo narrativo y una idea bien concebida que me recordaba en cierto modo a "The Running Man" de Schwarzenegger (que es mala de cojones, dicho sea de paso) con algunas pinceladas de "Starship Troopers" y "The Truman Show". De trasfondos políticos mejor no hablar porque son absolutamente de chichinabo y buscar paralelismos con alguna de las inujstas sociedades de nuestra realidad contemporánea tiene tanto mérito como soltar a los cuatro vientos que en “Star Wars” se enfrentan el bien y el mal (el mal gusto de George Lucas, pero eso es otra historia). "The Hunger Games" persigue la meta de entretener. Punto.

Dicho esto, “Sinsajo: parte I” se aparta totalemte de sus dos predecesoras, que tuvieron el mérito de atraer a un cuasi-cuarentón como yo y hacer que saliera de la sala con cierto grado de satisfacción. Si las dos entregas anteriores entretenían (lo reitero), esta tercera parte es, simple y llanamente, un enorme y suntuoso montón de…NADA. Un peñazo indigerible con un ritmo narrativo que ríase usted de las torturas en Guantánamo. Contemplar durante 123 minutos el rostro mofletudo de Jennifer Lawrence con esa perenne expresión de úlcera y sus ojillos de roedor en constante estado lacrimógeno es algo del todo insoportable. Encima la vemos vestida con un espantoso mono de operario de Fecsa, sin maquillaje y con unos pelos más propios de una prostituta albano-kosovar en horas bajas que de una heroína revolucionaria pseudo-élfica. Me da igual que DEBA salir así por exigencias del guión (o de Suzanne Collins). Uno se harta hasta decir basta de verla constantemente chupando plano y poniendo esa cara de sufrimiento y tristeza infinitos. ¿Los demás personajes? Vacuos, planos, irrisorios. Philip Seymour Hoffman, menudo epílogo le has puesto a tu vida, colega. Qué triste despedida la tuya. ¿La trama de la película? Ni idea. Yo solo veía a Jennifer Lawrence. Ahora lloro, ahora disparo flechas, ahora voy al retrete, ahora le caliento el miembro a Gale mientras pienso en cepillarme al pobre Peeta (¿o era al revés?), ahora me deprimo, ahora molesto a mi gato con la linterna mientras me deprimo otra vez….y así hasta el infinito, con la cámara siempre orbitando alrededor de su cabecita y sus abultadas facciones. Suerte que en la cuarta entrega nos esperan ingentes dosis de épica y acción que sin duda redimirán el mal hacer del director en esta primera entrega…¿verdad?
Thrall
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4
28 de julio de 2014
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aburrida y previsible secuela de “El origen del planeta de los simios” que guarda un preocupante parecido con “El Rey León” en lo tocante a como ilustra la estructura tribal de los primates. César, el magnánimo, sabio y paciente líder de la tribu (no vamos a llamar a eso “manada”), su antagonista Koba, malvado, repulsivo y manipulador, que no dudará en obrar para con sus ansias de poder y no por el bien de la especie, pasándose por el forro uno de los más sagrados mandamientos de las sagradas tablas simiescas: no matarás a otro congénere.

Luego tenemos toda la retahíla de monos secundarios y sus típicos roles, léase Ojos Azules, el hijo pródigo de César, aún influenciable pero claramente destinado a heredar el trono (aunque con esa expresión como de pena dudo que gane unas primarias), Maurice, el enorme, pacífico y sabio orangután pelirrojo, Rocket, el fiel amigo y seguidor de César…dos o tres personajillos más para completar el elenco de estereotipos y en un tercer plano, el masivo relleno de clones simiescos, para mayor gloria de la infografía moderna y su capacidad para crear ejércitos, como ya vimos por primera vez en “El Señor de los Anillos” y su programa “Massive”.

En cuanto a los humanos, aparecen totalmente desdibujados, hasta tal punto que uno no tiene ni idea de quien ejerce de líder, como se estructura su precaria organización, cuántos son en realidad, si cada ciudad tiene focos de resistencia parecidos a los de San Francisco (aunque no parece que resistan contra nadie), si esta “resistencia” es de ámbito mundial o solamente se focaliza en los USA (cómo no) y un interminable etcétera de preguntas sin clara respuesta.

La película es demasiado larga, los simios son demasiado omnipresentes y uno acaba exhausto de tanto “¡ough! ¡ough!” subtitulado al español. Entiendo el reto técnico de dotar de tanto realismo a personajes cien por cien digitales y es alucinante que se haya llegado tan lejos en este campo, pero siguen siendo gráficos de ordenador y…se nota. ¿Qué quiero decir con esto? Que la versión de Tim Burton era una soberana mierda, pero los monos eran tíos disfrazados y quedaban muchísimo mejor. ¿Vamos a dejar en la calle a genios del make-up capaces de lograr las cotas de realismo de la versión de Burton? ¿Sale más barato tirar de ordenadores? Quién sabe.
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Thrall
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