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Voto de Chagolate con churros:
6
18 de abril de 2008
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las short cuts que podemos decir inauguró Max Ophüls con “La ronda” a mitad del siglo pasado han pasado por varias fases de adaptaciones y cambios. “8 citas” es un ejercicio más de estas pequeñas historias que se conexionan a través de personajes comunes.
Lo malo de este tipo de historia es que es muy complicado, como ya pasó en “Paris, je t'aime”, que la calidad de cada historia se mantenga constante durante todo el metraje. Si bien en su conjunto podemos decir que “8 citas” es una película entretenida y divertida, lo cierto es que mientras que ciertas historias poseen un toque excepcional otras no dejan de ser pasables o aburridos episodios de las relaciones de pareja.
Aunque en ciertos momentos podemos apreciar ciertas sobreactuaciones, la tónica general es que los actores me dejaron un gran sabor de boca. Y algo completamente inusual en el cine español: vocalizaban. Y muy bien. Destaco a un actor que se puede comer el cine español, pero que debe cambiar, sí o sí, de registro: Raúl Arévalo. La naturalidad que posee este actor hace pequeños al resto de sus compañeros.
El guión de los directores Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen es en general bueno, a pesar de forzar ciertas situaciones más de lo deseado. Tanto la fotografía (muy detallista) como el maquillaje, no favorecen el lucimiento físico de unos actores que también son humanos; es decir: tienen arrugas.
Lo malo de este tipo de historia es que es muy complicado, como ya pasó en “Paris, je t'aime”, que la calidad de cada historia se mantenga constante durante todo el metraje. Si bien en su conjunto podemos decir que “8 citas” es una película entretenida y divertida, lo cierto es que mientras que ciertas historias poseen un toque excepcional otras no dejan de ser pasables o aburridos episodios de las relaciones de pareja.
Aunque en ciertos momentos podemos apreciar ciertas sobreactuaciones, la tónica general es que los actores me dejaron un gran sabor de boca. Y algo completamente inusual en el cine español: vocalizaban. Y muy bien. Destaco a un actor que se puede comer el cine español, pero que debe cambiar, sí o sí, de registro: Raúl Arévalo. La naturalidad que posee este actor hace pequeños al resto de sus compañeros.
El guión de los directores Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen es en general bueno, a pesar de forzar ciertas situaciones más de lo deseado. Tanto la fotografía (muy detallista) como el maquillaje, no favorecen el lucimiento físico de unos actores que también son humanos; es decir: tienen arrugas.