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Voto de Gort:
9
7.4
1,657
Drama. Comedia. Bélico
En plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un anciano militar británico rememora su larga y excitante vida. Su larga amistad con un colega alemán o su desobediencia a las ordenanzas para ayudar a una bella compatriota en apuros sólo son dos episodios de una experiencia personal inolvidable. (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2008
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de toda una vida un hombre puede llegar a ser muchos hombres. Aún y así, no importa en qué etapa de su vida se encuentre, cuál de esos hombres sea, ya que en cualquier momento le puede sobrevenir la presencia de ella.
De joven, Clive Candy es un valiente y atolondrado oficial británico que ha luchado en Sudáfrica contra los ‘boers’, capaz de contraatacar mandando a un camarero con una jarra repleta de cervezas a la par que compromete los intereses diplomáticos de su embajada en un país extranjero, capaz de forjar una amistad insospechada. En definitiva, un adalid de ese Imperio británico que extendió su civilización a lo largo y ancho de todo el planeta. Y sin embargo, en el momento de la verdad, es incapaz de reconocerla.
Ya en el umbral de la vejez, Theo Kretschmar-Schuldorff, huye de la vorágine del nazismo. Él, que se ha batido en duelo con otros hombres, que luchó en la gran contienda que cambiaría el mundo y que tuvo que sufrir la derrota y destrucción de su país, cree no poder ir lo suficientemente lejos. Lo que nunca podía sospechar era que un corto trayecto en coche de vuelta a casa pudiera llevarle tan lejos.
Si bien es cierto que la película destila un inevitable aroma británico, y que en ciertos momentos utiliza líneas del guión para hacer referencia a motivos coyunturales (la Inglaterra a la expectativa de principios de la II Gran Guerra), el valor de ésta no se resiente lo más mínimo. Narra la historia de un hombre que consigue ser fiel a sí mismo (esa magnífica y sobria escena final), de la soledad ante los momentos más importantes de la vida de un hombre, y de cómo el encuentro ante ella es el más misterioso e inexplicable de todos ellos. ¡Larga vida al Coronel!
De joven, Clive Candy es un valiente y atolondrado oficial británico que ha luchado en Sudáfrica contra los ‘boers’, capaz de contraatacar mandando a un camarero con una jarra repleta de cervezas a la par que compromete los intereses diplomáticos de su embajada en un país extranjero, capaz de forjar una amistad insospechada. En definitiva, un adalid de ese Imperio británico que extendió su civilización a lo largo y ancho de todo el planeta. Y sin embargo, en el momento de la verdad, es incapaz de reconocerla.
Ya en el umbral de la vejez, Theo Kretschmar-Schuldorff, huye de la vorágine del nazismo. Él, que se ha batido en duelo con otros hombres, que luchó en la gran contienda que cambiaría el mundo y que tuvo que sufrir la derrota y destrucción de su país, cree no poder ir lo suficientemente lejos. Lo que nunca podía sospechar era que un corto trayecto en coche de vuelta a casa pudiera llevarle tan lejos.
Si bien es cierto que la película destila un inevitable aroma británico, y que en ciertos momentos utiliza líneas del guión para hacer referencia a motivos coyunturales (la Inglaterra a la expectativa de principios de la II Gran Guerra), el valor de ésta no se resiente lo más mínimo. Narra la historia de un hombre que consigue ser fiel a sí mismo (esa magnífica y sobria escena final), de la soledad ante los momentos más importantes de la vida de un hombre, y de cómo el encuentro ante ella es el más misterioso e inexplicable de todos ellos. ¡Larga vida al Coronel!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Perseo llegó corriendo a las puertas del escondite de la Gorgona. Un impulso repentino le detuvo frente a éstas, instándole a esperar el momento propicio. A pesar de que el sol acababa de llegar a su cénit supo que debía demorarse hasta el ocaso frente al umbral de ese inframundo. Durante la espera sintió allá dentro el rumor espectral de la Medusa. Una mirada al tranquilo mar resplandeciente alivió su ánimo, su espada rebanaría el cuello del monstruo.
Penetró temeroso en el recinto, aturdido aún por la oscuridad y el baile de las sombras. Sorteó con cuidado el estruendo de la música, a aquella vorágine danzante, cruzándose con miradas cómplices o completamente indiferentes hasta llegar a la barra. Parapetado en aquel familiar refugio, acompañado de la fiel bebida del pirata, fue Javier quien se la presentó. ¿Estudias o trabajas?
El hedor de la bestia inundaba el laberinto, así como la efigie petrificada de sus víctimas. Ella prefirió acercarse a su grupo de amigas, riendo mientras lanzaban miradas furtivas a la barra. Sintió próxima su presencia y se apostó tras una columna, recordando el consejo de la diosa, aferrándose a su espada presto a la estocada mortal. Su rubia cabellera saltaba al compás de sus pasos, y tras un giro una sonrisa le invitó a aproximarse. Su bello rostro se reflejó en el escudo, un susurro le estremeció pese al bullicio.
¿Será ella?
Penetró temeroso en el recinto, aturdido aún por la oscuridad y el baile de las sombras. Sorteó con cuidado el estruendo de la música, a aquella vorágine danzante, cruzándose con miradas cómplices o completamente indiferentes hasta llegar a la barra. Parapetado en aquel familiar refugio, acompañado de la fiel bebida del pirata, fue Javier quien se la presentó. ¿Estudias o trabajas?
El hedor de la bestia inundaba el laberinto, así como la efigie petrificada de sus víctimas. Ella prefirió acercarse a su grupo de amigas, riendo mientras lanzaban miradas furtivas a la barra. Sintió próxima su presencia y se apostó tras una columna, recordando el consejo de la diosa, aferrándose a su espada presto a la estocada mortal. Su rubia cabellera saltaba al compás de sus pasos, y tras un giro una sonrisa le invitó a aproximarse. Su bello rostro se reflejó en el escudo, un susurro le estremeció pese al bullicio.
¿Será ella?