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Voto de Chris Jiménez:
6
Drama. Terror. Thriller
Harumi permanece un tiempo en el hospital tras sufrir un accidente. Se hace muy amiga de su enferma, Reiko, y cuando ésta sale del hospital se mudan juntas. Sin embargo, Harumi empieza a ponerse nerviosa cuando una serie de acontecimientos extraños comienzan a suceder, y Reiko empieza a comportarse de forma rara. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2017
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"Qué sonrisa más bonita la de Reiko, cálida y amable. Es fácil confiar en una persona así, tanto más cuanto que ha sido mi enfermera durante mi terrible accidente, y las dos nos habíamos hecho muy amigas...pero he de terminar estas líneas dado que ahora está intentando matarme...".
Casi una epístola, desde el primer momento, es lo que parece escribir la pobre ilusa de Harumi tras cruzarse por primera vez con Reiko, quien, aun interpretándola esa mujer de belleza imponente llamada Kyoko Fukada, produce una sensación parecida a la de Eihi Shina en "Audition": pura grima. Ésta y la señorita que da vida a Harumi, una Keiko Kitagawa con sobredosis de horchata en las venas, son en realidad viejas amigas, y el encargado de reunirlas en pantalla es Takeshi Furusawa, otrora asistente de dirección y guionista de Kiyoshi Kurosawa.
Este señor, que empezó su carrera muy ligado al "j-horror" y al "thriller" (de hecho suyo es el "live action" de "Another") y ahora sólo hace estúpidas comedias románticas, escribió para dos productores de Toei la adaptación de "Roommate", popular obra publicada en 1.997 de la maestra de la novela negra y el terror Aya Imamura...quien por desgracia, poco antes de comenzar el rodaje, fue hallada muerta en su casa en misteriosas condiciones que nunca se han podido determinar. Y tal vez esa fue la razón de conceder tal licencia a la hora de elaborar una versión que respetase tan poco la historia original, de donde, a lo sumo, coge los nombres de los personajes.
El inicio es deudor del estilo de Kurosawa: un incidente escabroso que nos pone sobre la pista de un misterio de ritmo paciente. Aquí un crimen con varias víctimas nos lleva atrás en el tiempo enfocándose sobre el personaje de Harumi (recurso que se emplea bastante a lo largo de la trama), regresando, cual anillo de Moebius, a un accidente de tráfico que sufrió meses atrás, situación que la hace tropezarse con Reiko. Si bien que decidan compartir un apartamento, como las protagonistas de "Mujer Blanca Soltera Busca", es el motivo de la intriga en la novela, todo lo que gira a su alrededor no podría tener menos relación.
Furusawa, en una rarísima decisión, u obligación, cambia a las universitarias originales por dos adultas que buscan empleo, y hace de Kensuke, compañero de facultad de Harumi, el tipo que la atropella en un accidente que no existe en el libro; ser alumno del director de "Cure" le ha dado experiencia y sabe manejar atmósferas agobiantes, enrarecidas, con un toque de humor negro perverso heredado también de su héroe DePalma, subrayadas por el carácter cambiante de Reiko, lo cual Imamura trataba de un modo más sutil y no tan obvio, como hace el guión (no se tarda en desvelar los incomprensibles actos y comportamientos de la chica, a los que Harumi responde demasiado asertivamente...).
De hecho Furusawa trata a su público de imbécil, ya que emplea "flashbacks" para mostrar en pantalla ciertos enigmas y claves que ya habían sido revelados en boca de sus personajes, ¡o viceversa!...creyendo que es necesario. Unido esto a la estética y las actuaciones "televisivas", el atractivo inicial se desinfla y ciertos instantes que debieran ser dramáticos o intensos terminan por parecer cómicos (el ataque a Rika en las escaleras, casi hilarante); pero peor es la forma de cambiar el argumento de la novela, que siempre giraba alrededor de Reiko y sus distintas personalidades poco a poco descubiertas por Harumi y Kensuke, provocando también que todos los personajes secundarios desaparezcan.
Aquí el asunto de las dobles personalidades proviene de una total invención del guión, introduciendo a la misma Harumi en ello y derivando todo hacia un clímax que retorna al principio y vuelve a explotar la tan conocida trampa por la que ya nos hicieron pasar anteriores títulos como las francesas "Alta Tensión" y "Laberintos", o "Encerrada" (y, si vamos más atrás, "El Club de la Lucha"). Es bastante inesperado en su uso de espejos, dobles e identidades ocultas por traumáticos sucesos del pasado incluyendo incesto y odio familiar...pero de nuevo falla el guión en querer exponer más información de la que debiera...
Aunque, una vez terminado el asunto, nos lo quieran redondear con un discurso sobre el conflicto interior de la protagonista que no hace sino remitir (y por enésima vez) al del final de "Psicosis" (aquí pronunciado por un detective de la policía cuya única misión es dar vueltas de aquí para allá y quedar más confundido en cada ocasión), el director consigue la sorpresa proponiendo esa doble/triple identidad entre las protagonistas, ya sea para bien o para mal (se ha utilizado tanto el susodicho recurso que cuando sucede no es tan sorprendente como creíamos...).
Pero si el policía, un flemático Yukijiro Hotaru, queda confundido, peor quedamos nosotros cuando Furusawa, empeñado en destrozar el libro de Imamura desde el principio, respeta en su guión el epílogo del mismo, un detalle curioso de la autora ya que se trataba de un mero añadido para ofrecer una especie de final alternativo a su historia, proponiendo también la unión de personalidades. No tiene de todas maneras cabida en la película y es todo también un triple (¡o incluso cuádruple!) salto mortal narrativo difícil de aceptar, difícil de encajar, y a todas luces innecesario (mejor detallado en Zona Spoiler).
La intriga retorcida y entretenida de la autora me resultó más satisfactoria, porque dejaba a Harumi al margen y desplegaba un rico abanico de álter-egos para Reiko (de estudiante tímida a esposa amable o a mujer soez e intrépida), mientras Mari resultaba ser la jefa del bar Ariadne, que vemos aquí en un contexto distinto.
Para la pareja de actrices, que gozaron de uno de los mejores rodajes de sus respectivas carreras al trabajar juntas, ignorantes absolutas del libro, no es ningún problema, ni para el público en general. Para un servidor sí. Aun así la recaudación de taquilla fue bastante buena e incluso los críticos elogiaron el film (¿?).
Casi una epístola, desde el primer momento, es lo que parece escribir la pobre ilusa de Harumi tras cruzarse por primera vez con Reiko, quien, aun interpretándola esa mujer de belleza imponente llamada Kyoko Fukada, produce una sensación parecida a la de Eihi Shina en "Audition": pura grima. Ésta y la señorita que da vida a Harumi, una Keiko Kitagawa con sobredosis de horchata en las venas, son en realidad viejas amigas, y el encargado de reunirlas en pantalla es Takeshi Furusawa, otrora asistente de dirección y guionista de Kiyoshi Kurosawa.
Este señor, que empezó su carrera muy ligado al "j-horror" y al "thriller" (de hecho suyo es el "live action" de "Another") y ahora sólo hace estúpidas comedias románticas, escribió para dos productores de Toei la adaptación de "Roommate", popular obra publicada en 1.997 de la maestra de la novela negra y el terror Aya Imamura...quien por desgracia, poco antes de comenzar el rodaje, fue hallada muerta en su casa en misteriosas condiciones que nunca se han podido determinar. Y tal vez esa fue la razón de conceder tal licencia a la hora de elaborar una versión que respetase tan poco la historia original, de donde, a lo sumo, coge los nombres de los personajes.
El inicio es deudor del estilo de Kurosawa: un incidente escabroso que nos pone sobre la pista de un misterio de ritmo paciente. Aquí un crimen con varias víctimas nos lleva atrás en el tiempo enfocándose sobre el personaje de Harumi (recurso que se emplea bastante a lo largo de la trama), regresando, cual anillo de Moebius, a un accidente de tráfico que sufrió meses atrás, situación que la hace tropezarse con Reiko. Si bien que decidan compartir un apartamento, como las protagonistas de "Mujer Blanca Soltera Busca", es el motivo de la intriga en la novela, todo lo que gira a su alrededor no podría tener menos relación.
Furusawa, en una rarísima decisión, u obligación, cambia a las universitarias originales por dos adultas que buscan empleo, y hace de Kensuke, compañero de facultad de Harumi, el tipo que la atropella en un accidente que no existe en el libro; ser alumno del director de "Cure" le ha dado experiencia y sabe manejar atmósferas agobiantes, enrarecidas, con un toque de humor negro perverso heredado también de su héroe DePalma, subrayadas por el carácter cambiante de Reiko, lo cual Imamura trataba de un modo más sutil y no tan obvio, como hace el guión (no se tarda en desvelar los incomprensibles actos y comportamientos de la chica, a los que Harumi responde demasiado asertivamente...).
De hecho Furusawa trata a su público de imbécil, ya que emplea "flashbacks" para mostrar en pantalla ciertos enigmas y claves que ya habían sido revelados en boca de sus personajes, ¡o viceversa!...creyendo que es necesario. Unido esto a la estética y las actuaciones "televisivas", el atractivo inicial se desinfla y ciertos instantes que debieran ser dramáticos o intensos terminan por parecer cómicos (el ataque a Rika en las escaleras, casi hilarante); pero peor es la forma de cambiar el argumento de la novela, que siempre giraba alrededor de Reiko y sus distintas personalidades poco a poco descubiertas por Harumi y Kensuke, provocando también que todos los personajes secundarios desaparezcan.
Aquí el asunto de las dobles personalidades proviene de una total invención del guión, introduciendo a la misma Harumi en ello y derivando todo hacia un clímax que retorna al principio y vuelve a explotar la tan conocida trampa por la que ya nos hicieron pasar anteriores títulos como las francesas "Alta Tensión" y "Laberintos", o "Encerrada" (y, si vamos más atrás, "El Club de la Lucha"). Es bastante inesperado en su uso de espejos, dobles e identidades ocultas por traumáticos sucesos del pasado incluyendo incesto y odio familiar...pero de nuevo falla el guión en querer exponer más información de la que debiera...
Aunque, una vez terminado el asunto, nos lo quieran redondear con un discurso sobre el conflicto interior de la protagonista que no hace sino remitir (y por enésima vez) al del final de "Psicosis" (aquí pronunciado por un detective de la policía cuya única misión es dar vueltas de aquí para allá y quedar más confundido en cada ocasión), el director consigue la sorpresa proponiendo esa doble/triple identidad entre las protagonistas, ya sea para bien o para mal (se ha utilizado tanto el susodicho recurso que cuando sucede no es tan sorprendente como creíamos...).
Pero si el policía, un flemático Yukijiro Hotaru, queda confundido, peor quedamos nosotros cuando Furusawa, empeñado en destrozar el libro de Imamura desde el principio, respeta en su guión el epílogo del mismo, un detalle curioso de la autora ya que se trataba de un mero añadido para ofrecer una especie de final alternativo a su historia, proponiendo también la unión de personalidades. No tiene de todas maneras cabida en la película y es todo también un triple (¡o incluso cuádruple!) salto mortal narrativo difícil de aceptar, difícil de encajar, y a todas luces innecesario (mejor detallado en Zona Spoiler).
La intriga retorcida y entretenida de la autora me resultó más satisfactoria, porque dejaba a Harumi al margen y desplegaba un rico abanico de álter-egos para Reiko (de estudiante tímida a esposa amable o a mujer soez e intrépida), mientras Mari resultaba ser la jefa del bar Ariadne, que vemos aquí en un contexto distinto.
Para la pareja de actrices, que gozaron de uno de los mejores rodajes de sus respectivas carreras al trabajar juntas, ignorantes absolutas del libro, no es ningún problema, ni para el público en general. Para un servidor sí. Aun así la recaudación de taquilla fue bastante buena e incluso los críticos elogiaron el film (¿?).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Bien, estamos en el último tercio del 3.er y último acto (o vaya usted a saber, porque esta película tiene más actos que una obra teatral).
Debido a los innumerables giros que se nos han propuesto con respecto a las dobles identidades, la historia ha ido derivando en una intriga demasiado retorcida y sin aparente necesidad...
Sobre todo porque el guión no ha respetado en absoluto la estructura del libro en que se basa. Ya sabemos que Reiko y Harumi son la misma persona, expuesto de una manera no tan creíble ni tan intensa como se pretendía, aunque dicha revelación resulte inesperada; tal vez tanto que nos lleve tiempo ir encajando las pistas que se nos ha dejado para llegar a una conclusión, si bien no lógica, por lo menos satisfactoria.
Y no es lógica, por supuesto, ya que termina volviéndose un truco tramposo mil veces utilizado en el "thriller" psicológico que Furusawa se ha inventado, no entiendo muy bien la razón (tal vez la de homenajear los argumentos enrevesados de su mentor Kurosawa), lejos de las ideas de Imamura...hasta que nos tropezamos con el final. No el final que nosotros creíamos, sino otro muy diferente; por algo, cuando Harumi/Reiko está tumbada en la cama del hospital, todavía queda más de un cuarto de hora de metraje. "¿Y por qué, ¿qué más querrán rascar?", se podrá preguntar el incrédulo espectador...
Y ese final nos introduce a Eri, una joven que ya habíamos visto de soslayo, que aparecía y desaparecía pero nunca se sabía quién era. ¿Tal vez la cuarta personalidad de Harumi? Efectivamente, una cuarta chica, ¡pero real! Es decir, un personaje del que jamás se nos había hablado y de repente llega con su propia subtrama uniéndola a Harumi, un personaje acosado por ese alcalde que no es lo que parecía, volviendo al tema de la pedofilia ya tratado con la familia de la protagonista.
Sin embargo la protagonista en este último cuarto de hora no es Harumi, es Eri. Ella estaba en su propia película pero salta en el espacio-tiempo, se traslada a "Roommate" y se convierte en suya, algo incomprensible, retorcido, fuera de lugar; y es que no es un personaje que haya sido desarrollado poco a poco, que haya tomado parte realmente en la trama a lo largo del metraje, no está ni siquiera ligado a Harumi o a Reiko...sino que ha esperado a que terminara toda la historia de ellas dos y entonces ha aparecido.
La decisión de Furusawa no podría haber sido peor. Y lo remata el hecho de repetir el diagnóstico psicológico del personaje y las razones de sus actos. No sólo termina la primera historia y le da un final, sino que se saca otra de la chistera y le da el mismo tipo de final.
Es indudablemente el mismo epílogo de la novela, que Imamura concibió a modo de burla para el lector, y así ha querido hacer el cineasta: tomar el pelo al espectador...y lo consigue. Tal vez él se sentiría muy gracioso en aquel momento, pero un servidor recibe su broma desde la irritación.
Debido a los innumerables giros que se nos han propuesto con respecto a las dobles identidades, la historia ha ido derivando en una intriga demasiado retorcida y sin aparente necesidad...
Sobre todo porque el guión no ha respetado en absoluto la estructura del libro en que se basa. Ya sabemos que Reiko y Harumi son la misma persona, expuesto de una manera no tan creíble ni tan intensa como se pretendía, aunque dicha revelación resulte inesperada; tal vez tanto que nos lleve tiempo ir encajando las pistas que se nos ha dejado para llegar a una conclusión, si bien no lógica, por lo menos satisfactoria.
Y no es lógica, por supuesto, ya que termina volviéndose un truco tramposo mil veces utilizado en el "thriller" psicológico que Furusawa se ha inventado, no entiendo muy bien la razón (tal vez la de homenajear los argumentos enrevesados de su mentor Kurosawa), lejos de las ideas de Imamura...hasta que nos tropezamos con el final. No el final que nosotros creíamos, sino otro muy diferente; por algo, cuando Harumi/Reiko está tumbada en la cama del hospital, todavía queda más de un cuarto de hora de metraje. "¿Y por qué, ¿qué más querrán rascar?", se podrá preguntar el incrédulo espectador...
Y ese final nos introduce a Eri, una joven que ya habíamos visto de soslayo, que aparecía y desaparecía pero nunca se sabía quién era. ¿Tal vez la cuarta personalidad de Harumi? Efectivamente, una cuarta chica, ¡pero real! Es decir, un personaje del que jamás se nos había hablado y de repente llega con su propia subtrama uniéndola a Harumi, un personaje acosado por ese alcalde que no es lo que parecía, volviendo al tema de la pedofilia ya tratado con la familia de la protagonista.
Sin embargo la protagonista en este último cuarto de hora no es Harumi, es Eri. Ella estaba en su propia película pero salta en el espacio-tiempo, se traslada a "Roommate" y se convierte en suya, algo incomprensible, retorcido, fuera de lugar; y es que no es un personaje que haya sido desarrollado poco a poco, que haya tomado parte realmente en la trama a lo largo del metraje, no está ni siquiera ligado a Harumi o a Reiko...sino que ha esperado a que terminara toda la historia de ellas dos y entonces ha aparecido.
La decisión de Furusawa no podría haber sido peor. Y lo remata el hecho de repetir el diagnóstico psicológico del personaje y las razones de sus actos. No sólo termina la primera historia y le da un final, sino que se saca otra de la chistera y le da el mismo tipo de final.
Es indudablemente el mismo epílogo de la novela, que Imamura concibió a modo de burla para el lector, y así ha querido hacer el cineasta: tomar el pelo al espectador...y lo consigue. Tal vez él se sentiría muy gracioso en aquel momento, pero un servidor recibe su broma desde la irritación.