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Voto de Miquel:
7
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745
Drama
En un poblado costeño, el joven Oliverio debe interrumpir su viaje de bodas porque su madre, doña Ester, está moribunda. La madre pide a Oliverio que vaya a Petatlán a buscar al licenciado Figueroa, para que redacte su testamento. Oliverio emprende el viaje en un destartalado autobús, conducido por el chófer Silvestre. En el trayecto, el joven tendrá que sortear toda suerte de imprevistos y el asedio de Raquel, una sensual y coqueta ... [+]
23 de septiembre de 2012
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia dramática realizada por Luis Buñuel (1900-1983) a partir de un guión escrito por Manuel Altolaguirre, Juan de la Cabada y Luis Buñuel, que desarrolla un argumento de Manuel Altolaguirre y Manuel Reachi, con diálogos de Juan de la Cabada y Lilia Solano Galeana. Se rueda en escenarios reales de la costa del Pacífico del estado de Guerrero (Méjico) y en los platós de los Estudios Cinematográficos Tepeyac (Méjico), con un bajo presupuesto y un programa acelerado de rodaje. El film es nominado a la Palma de oro (mejor película) del Festival de Cannes (Francia). Producido por manuel Altolaguirre y María Luisa Gómez Mena para Producciones Cinematográficas Isla, se estrena el 26-VI-1952 (Méjico).
La acción dramática tiene lugar en la localidad costeña de Sanjeronimito, en la población de Petatlán (capital del municipio del mismo nombre) y en el trayecto por carretera entre ambas, a lo largo de tres o cuatro días. Oliverio Grajales (Márquez), tras casarse según las costumbres del lugar con Albina (González), se va a Petatlán (Guerrero) en autobús para requerir los servicios profesionales del notario que reclama su madre, doña Esther. El relato se desarrolla con la ayuda de la voz en “off” de un narrador y aborda, entre otros, el tema de las tentaciones que Eva plantea a Adán en el Paraíso, el viaje en busca de la salvación (versión del viaje a la Tierra Prometida) y el del mito de Eros y Tánatos o, lo que es lo mismo, entre el amor y la muerte. El relato se asienta sobre una estructura itinerante que permite encadenar con naturalidad lances diversos, situaciones diferentes e imprevistos.
Es una de las películas propias por las que Buñuel siente especial cariño, posiblemente por el peso que en ella tienen los aspectos populares. Los personajes son seres reales, sencillos y corrientes, extraídos de una región profunda y aislada de Méjico, se comportan con espontaneidad e ingenuidad, hacen uso de un lenguaje rico en expresiones coloquiales y localismos, se muestran tal como son sin pretensiones y sin artificios. Buñuel se lo pasa muy bien dirigiendo la obra e improvisando sobre la marcha la supresión de algunas escenas del guión por falta de presupuesto y sustituyéndolas por otras mucho más sencillas y más próximas a su mundo interior, como la de la niña que viaja en el autocar.
La obra contiene las escenas oníricas de rigor, propias de un Buñuel en un momento de espléndida madurez y plenitud de facultades creativas. En una de ellas pone en relación la manzana de Eva, la madre, la esposa y la amante, en el marco de una visión de gran interés y de notable penetración psicológica. Por lo demás, no falta la presencia de un número elevado de animales, exponentes de la irracionalidad que puebla el universo de los seres humanos. Se ven ovejas, cabras, bueyes, gallinas, etc.
La acción dramática tiene lugar en la localidad costeña de Sanjeronimito, en la población de Petatlán (capital del municipio del mismo nombre) y en el trayecto por carretera entre ambas, a lo largo de tres o cuatro días. Oliverio Grajales (Márquez), tras casarse según las costumbres del lugar con Albina (González), se va a Petatlán (Guerrero) en autobús para requerir los servicios profesionales del notario que reclama su madre, doña Esther. El relato se desarrolla con la ayuda de la voz en “off” de un narrador y aborda, entre otros, el tema de las tentaciones que Eva plantea a Adán en el Paraíso, el viaje en busca de la salvación (versión del viaje a la Tierra Prometida) y el del mito de Eros y Tánatos o, lo que es lo mismo, entre el amor y la muerte. El relato se asienta sobre una estructura itinerante que permite encadenar con naturalidad lances diversos, situaciones diferentes e imprevistos.
Es una de las películas propias por las que Buñuel siente especial cariño, posiblemente por el peso que en ella tienen los aspectos populares. Los personajes son seres reales, sencillos y corrientes, extraídos de una región profunda y aislada de Méjico, se comportan con espontaneidad e ingenuidad, hacen uso de un lenguaje rico en expresiones coloquiales y localismos, se muestran tal como son sin pretensiones y sin artificios. Buñuel se lo pasa muy bien dirigiendo la obra e improvisando sobre la marcha la supresión de algunas escenas del guión por falta de presupuesto y sustituyéndolas por otras mucho más sencillas y más próximas a su mundo interior, como la de la niña que viaja en el autocar.
La obra contiene las escenas oníricas de rigor, propias de un Buñuel en un momento de espléndida madurez y plenitud de facultades creativas. En una de ellas pone en relación la manzana de Eva, la madre, la esposa y la amante, en el marco de una visión de gran interés y de notable penetración psicológica. Por lo demás, no falta la presencia de un número elevado de animales, exponentes de la irracionalidad que puebla el universo de los seres humanos. Se ven ovejas, cabras, bueyes, gallinas, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
No faltan situaciones tan propias del imaginario de Buñuel como la novia vestida de blanco, los niños, el beso, el banquete, el cementerio, el ataúd, la muerte, el nacimiento de un niño, la tempestad, etc. Junto con “La ilusión viaja en tranvía” y “El río y la muerte”, el film que comentamos forma parte de lo que algunos llaman la trilogía costumbrista de Buñuel.
La banda sonora, de Gonzalo Pittaluga (“Los olvidados”, 1950), aporta un conjunto de composiciones variadas, adaptadas a los diversos escenarios. Se oyen pasajes fúnebres, festivos, patéticos, líricos, populares, etc. Como música añadida incorpora una canción tradicional (“La mañanitas”) y una composición reciente, que canta la guapa Raquel (“La sanmarqueña”). La fotografía, de Alex Phillips, en B/N, comienza con un soberbio movimiento descendente de cámara que pone en relación el cielo y la localidad de la acción. Añade un discurso versátil, que suma travellings, barridos, imágenes del mar, perspectivas paisajísticas, etc. Reproduce con ternura y simpatía contagiosa imágenes del rostro de los personajes que pueblan el film.
La obra constituye un ejemplo emblemático del cine popular que cultiva Buñuel en Méjico. En este caso le añade un componente erótico que le aporta un toque especial de vibración y brillantez. A ello añade un acertado componente genérico de tensión y amenaza.
No faltan situaciones tan propias del imaginario de Buñuel como la novia vestida de blanco, los niños, el beso, el banquete, el cementerio, el ataúd, la muerte, el nacimiento de un niño, la tempestad, etc. Junto con “La ilusión viaja en tranvía” y “El río y la muerte”, el film que comentamos forma parte de lo que algunos llaman la trilogía costumbrista de Buñuel.
La banda sonora, de Gonzalo Pittaluga (“Los olvidados”, 1950), aporta un conjunto de composiciones variadas, adaptadas a los diversos escenarios. Se oyen pasajes fúnebres, festivos, patéticos, líricos, populares, etc. Como música añadida incorpora una canción tradicional (“La mañanitas”) y una composición reciente, que canta la guapa Raquel (“La sanmarqueña”). La fotografía, de Alex Phillips, en B/N, comienza con un soberbio movimiento descendente de cámara que pone en relación el cielo y la localidad de la acción. Añade un discurso versátil, que suma travellings, barridos, imágenes del mar, perspectivas paisajísticas, etc. Reproduce con ternura y simpatía contagiosa imágenes del rostro de los personajes que pueblan el film.
La obra constituye un ejemplo emblemático del cine popular que cultiva Buñuel en Méjico. En este caso le añade un componente erótico que le aporta un toque especial de vibración y brillantez. A ello añade un acertado componente genérico de tensión y amenaza.